Omar Aguilar M. | Redvolución
Este 21 de febrero se cumplieron 86 años de asesinato y tránsito a la inmortalidad del General de Hombres y Mujeres libres, Augusto Cesar Sandino. Mucho se ha escrito sobre este héroe nicaragüense de estatura mundial, que con su ejemplo, su lucha, su valentía y su arrojo; escribió unas de las páginas más gloriosas de la historia revolucionaria.
Sobre él y su “pequeño ejército loco”, como lo llamara la poetisa Gabriela Mistral y que diera el nombre al libro del historiador argentino Gregorio Selser, se han escrito cientos de artículos, docenas de libros, filmes y documentales que rescatan sus hazañas y nos permiten entender la magnitud de su lucha.
A 86 años de su muerte, la revolución que se inspiró en su lucha, se ha consolidado en Nicaragua del siglo 21.
Pero al igual que en la época en que Sandino libró su heroica gesta, en la Nicaragua de hoy aún existen personajes que abrigan la traición, el entreguismo y lamen las botas del imperialismo al que Sandino enfrentó con gallardía. Sin la menor vergüenza, al igual que Adolfo Díaz, piden al imperialismo yanqui que invada Nicaragua, que ahogue a su pueblo y les entregue el poder en bandeja de plata.
Las mismas pretensiones y los mismos pretenciosos, la misma novela con nuevos actores; aunque vale decir que los actuales actores tienen una estrecha relación política, ideológica y de sangre con los actores que en el pasado vendieron a la patria y se llenaron las manos de sangre con la muerte de Sandino, su estado mayor, su ejército y sus colaboradores. Solo que, a diferencia de aquel entonces, los herederos de Sandino y de sus ideales, hoy se cuentan por cientos de miles y están listos a repeler cualquier intentona que ponga en peligro la soberanía nacional o pretenda eliminar todas las reivindicaciones sociales, económicas y políticas conquistadas a sangre y fuego.
El poder en la Nicaragua de hoy es del pueblo y arrebatárselo no es como soplar y hacer botellas, y eso lo saben los vendepatrias de la derecha y su diáspora de descerebrados y títeres del imperialismo yanqui. Pero no podemos cometer errores, dormirnos en nuestros laureles o refugiarnos en la comodidad; pues es claro que el imperialismo y sus marionetas nunca duermen y están prestos a cualquier descuido para clavar sus afiladas garras, como ya lo han demostrado a lo largo de la historia mundial. Solo nuestra vigilancia permanente, el estar alertas y atentos a las maniobras de los que nos adversan, de los enemigos de la patria y de la revolución; puede mantenernos a flote en este mar plagado de tiburones y de rémoras que viven de sus heces.
El General de Hombres y Mujeres Libres, nos dejó el listón muy alto y su ejemplo nos reta permanentemente, nos demanda más acción y menos pasividad, más reacción y menos elusión, más participación y menos auto-inhibición, más compromiso y menos indiferencia. De esta manera, su legado es un supremo reto que trastoca la esfera político-ideológica, moral, actitudinal, colectiva, personal y estratégica. Este reto se manifiesta a través de diversos principios y formas de actuación; a saber:
Valentía y coraje: Sandino es por mucho un hombre dotado de una valentía sin par, al enfrentar al imperio más poderoso de la tierra, con armas de cacería, con ejército inmensamente inferior en el número de efectivos; pero con un coraje solo visto en la mitología y en la filmología. Ese valor debe ser nuestra guía en la lucha que nos toca librar en el presente o que nos toque librar mañana; independientemente de la fuerza del enemigo, de su superioridad tecnológica o económica. Nuestra superioridad moral e ideológica combinada con la valentía y el arrojo heredado de Sandino, son sin duda un muro invencible contra cualquier enemigo o adversidad.
En ningún momento debemos ser vacilantes, temerosos. Como diría el gran Facundo Cabral: “La cobardía nos envejece más que el tiempo, los años solo arrugan la piel, pero el miedo arruga el alma”.
Compromiso y entrega: Sandino desde el mismo inicio de su gesta, expresó su alto compromiso con lo que creía y daba sentido a su lucha.
“Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte; y si morimos, nuestra causa seguirá viviendo. “Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas en caso de que todos lo hagan. Yo me haré morir con los pocos que me acompañan porque es preferible hacernos morir como rebeldes y no vivir como esclavos”.
En ambas frases, Sandino deja claro este compromiso, por el que estaba dispuesto si era preciso a entregar su vida. Jamás contempló rendirse, ni entregarse a las fuerzas enemigas. Nuestros héroes y mártiresherederos de Sandino, entregaron sus vidas por lo que creían y muchos de los que hoy sobreviven a la lucha contra la dictadura somocista, estaban y siguen estando dispuestos a entregar sus vidas si es preciso, por lo que creen, por los que corre en sus venas.
En las condiciones actuales debemos renovar este compromiso con nuestra revolución, con nuestra causa, que es la lucha por mantener nuestra libertad, nuestra independencia, nuestras reivindicaciones sociales. Ese compromiso es extensivo en nuestra vida diaria, en el hogar, en el barrio o la comunidad, en el trabajo y en las calles.
Identidad de lucha: Sandino dejó claro que su lucha era por los pobres, por los obreros y campesinos y en manifiesto lo expresa con suma claridad. Nuevamente en otras de sus frases más emblemáticas “Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza” y “Solo los obreros y campesinos irán hasta el fin”expresa con meridiana claridad de donde surge y a quien se debe. La revolución sandinista tiene su origen en los pobres y se debe a los pobres.
Es inconcebible ver a un pobre defender los intereses de los ricos, como es inconcebible ver a un explotado defender a su explotador o a un agredido defender a su agresor. Eso debemos trasmitirlo a nuestros compatriotas que están confundidos, que no están claros de cuál es el ritmo y quien es la fea del baile, a los que han perdido su identidad de clase o que en el camino se olvidaron de sus orígenes. Por nuestra parte, debemos mantener esa identidad, estar siempre al lado de los pobres, estando claros que nuestra lucha es sacarlos de la pobreza.
Desprendimiento: Sandino jamás esperó algo para sí, nunca su lucha fue por cuotas de poder; sino porque el poder fuese del pueblo. Sandino nunca exigió nada para sí y su deseo de tener una patria libre o morir en el intento por liberarlase anteponía sobre todas las cosas materiales.
Su frase “El hombre que de su patria no exige un palmo de tierra para su sepultura, merece ser oído, y no sólo ser oído sino también creído”; es sin duda una declaración llana de que su lucha era totalmente desinteresada y estaba desprovista del más mínimo egoísmo.
Es así que el verdadero sandinista, debe deponer sus intereses individuales y abrigar los intereses colectivos. Nuevamente esta expresión de entrega y humildad es extensiva a todos los campos de nuestra vida, a todos los espacios de lucha y en el cumplimiento de las tareas encomendadas por nuestra dirigencia.
Patriotismo y antiimperialismo sin par: Sandino es sin duda, el más alto patriota de Nicaragua y no cedió ante las pretensiones de que abandonara su lucha y se entregara al invasor. “El amor a mi patria lo he puesto sobre todos los amores y tú debes convencerte que para ser feliz conmigo, es menester que el sol de la libertad brille en nuestras frentes”.
Estas palabras escritas a su amada Blanca Arauz, nos señala su inconmensurable amor por Nicaragua, el cual depone sobre cualquier otro amor. El amor de su vida lo entendió en la justa dimensión y le acompaño en su lucha. 86 años después, el enemigo es el mismo, la patria sigue siendo agredida y los vendepatria siguen clamando al invasor. Debemos deponer todo por la patria y estar dispuestos a entregar la vida por mantener su libertad, de la misma forma que Sandino entregó su vida para liberarla.