El Sur también existe, pero USA lo invisibiliza

Pablo Jofre Leal

No basta el diagnóstico, sino que debemos trabajar por solucionarlas, con cirugía mayor en la gobernabilidad de nuestros pueblos, en la erradicación de conductas nocivas como la corrupción y el contubernio negocios y política.

¿Es sólo el buscar mejores perspectivas de vida? ¿Se trata de alicientes meramente económicos? Según datos entregados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entidad dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con datos proyectados a diciembre de 2020, el número de personas que vive en un país distinto del que nacieron ha aumentado significativamente: 285 millones – 60 millones más que en el año 2010.

Los migrantes internacionales comprenden hoy un 3,5% de la población mundial, cifra que continúa ascendiendo con respecto al 2,8% del año 2000 y al 2,3% del año 1980. Resulta evidente y paradójico a la vez, que en el marco del proceso denominado globalización, lo que percibíamos era que este proceso podía ser un efectivo catalizador para ampliar las relaciones entre los pueblos.

Abrir las fronteras entre los estados, rompiendo con ello barreras burocráticas, políticas, económicas y culturales. Una idea que permitía avizorar un libre flujo de seres humanos como nunca antes en la historia de la humanidad. Sin embargo, la cruda realidad demostró que tal optimismo era excesivo: lo único que tiene esa libertad en este tercer lustro del siglo XXI son los capitales financieros.

Ellos se mueven sin restricciones. Viajan de país en país sin pedir permiso, sin mostrar pasaportes y sin que se considere que color de piel, que raza, ideología o religión posee. No hay muros que los detengan.

La migración y sus múltiples causas

Cuando la pregunta respecto a las causas que motivan a las personas a migrar, refiere a los habitantes de la región centroamericana, que es el centro específico de la preocupación de este artículo, las causas son múltiples y suelen ser campo de estudios económicos, sociológicos y políticos.

Sin embargo, a pesar de los análisis, diagnósticos y las políticas que han sido llevadas a cabo, para intentar variar esta situación de desangramiento de la población, que es generalmente la población más joven de América Central, sigue siendo una realidad y seguirá aconteciendo de esta manera, mientras las razones estructurales que permiten esta emigración se mantengan.

Me refiero a que se trata de países no industrializados, dependientes y productores de materias primas, en general monoproductores. Con escasa capacidad de innovación, dependientes tecnológicamente.

Sometidos por gobiernos que a su vez están dominados por gobiernos y corporaciones transnacionales. Con una casta política sin incidencia sobre la marcha de sus países, con escasísima soberanía política y económica.

Mayoritariamente los migrantes centroamericanos, cuyo destino prioritario son los Estados Unidos, provienen de lo que se ha denominado el Triángulo Norte de Centroamérica (TNC) conformado por: Guatemala, Honduras, El Salvador, países que en forma mayoritaria proveen la masa de migrantes que a través de América central y atravesando México, tratan de ingresar a territorio estadounidense.

De los 35 millones de migrantes internacionales provenientes de América Latina y El Caribe, 17 millones de ellos proceden de Centroamérica, cuyo norte principal es arribar a Estados Unidos, teniendo a México como territorio de tránsito principal.

En documentos elaborados por organismo internacionales y del cual hemos dado cuenta en este portal, como es la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) a través del titulado Atlas de Migración se señala que «La masiva migración irregular es una consecuencia directa de la inseguridad alimentaria, las crisis climáticas, la erosión del tejido social y la falta de oportunidades económicas en las aldeas y territorios rurales de estos países» como lo ha señalado Kostas Stamoulis, Subdirector General del Departamento de Desarrollo Económico y Social de la FAO en el lanzamiento del mencionado Atlas.

Afirmó, además, que la mayoría de los migrantes hacia Norteamérica provienen de México y del llamado Triángulo del Norte Centroamericano, conformado por Guatemala, Honduras y El Salvador. Migrantes, que en forma mayoritaria provienen de sus áreas rurales, donde se concentra la población con mayores carencias de esos países.

La Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcenas señaló respecto a esto que “El 77% de los habitantes rurales en Guatemala son pobres, y la pobreza en Honduras afecta al 82% de los habitantes rurales, en El Salvador esa cifra es del 50%”. Cifras, que, bajo el marco de la pandemia global del Coronavirus, indudablemente tienden a empeorar la situación.

Lo sostenido por la Sra. Bárcenas es refrendado por estudios como el de “Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica” al señalar que una constatación importante para el ámbito de las políticas es el carácter predominantemente rural y la importancia que juega la agricultura en todos los patrones de migración (intrarregional, transfronteriza y hacia los Estados Unidos) de los países del NCA.

Así, se afirma que la emigración no es homogénea en el territorio nacional de cada país, sino que tiende a ser mayor en ámbitos rurales y menor en ámbitos urbanos. La migración es un tema de carácter político, en el que la persona migrante debe ser considerada como sujeto de las políticas públicas y participar en las decisiones que le atañen, y no solamente como objeto de políticas que le otorgan concesiones.

Nos señala, Emmanuel Abuelafia en su estudio “La política migratoria de los EE.UU. y su impacto en el Triángulo Norte de Centroamérica”, que el flujo migratorio los países del Triángulo Norte de Centroamérica hacia los Estados Unidos es muy significativo, alcanzando un stock de 3 millones de ciudadanos de esos países que viven, en su mayoría de manera irregular, en los Estados Unidos.

Esa cantidad de migrantes representa el 23% de la población de El Salvador, el 8% de la población de Honduras y el 6% de la población de Guatemala. Cada año, más de 300 mil ciudadanos de estos países comienzan su viaje hacia el norte con diversos grados de éxito. La dependencia de las economías del TNC a los flujos de remesas es sustantiva. Esas remesas representan más del 10% del PIB de estos países”.

Las causas y consecuencias de este fenómeno migratorio adquieren enorme relevancia, no sólo desde el punto de vista político, social y económico en sus países de origen, sino también el efecto generado por las políticas anti migratorias emanadas desde Washington, que tratan de impedir la llegada de esa masa de seres humanos.

Para ello utilizan el factor disuasivo en países como México o Guatemala a través de lo que se conoce como la política del “Tercer País Seguro” que se corresponde a una política de chantaje establecida por el agonizante gobierno de Donald Trump sobre los gobiernos del TNC como también México, que en el caso de este último país fue obligado, incluso a movilizar tropas al sur de su territorio, para impedir el tránsito de migrantes, que por miles formaban columnas en rumbo norte.

Resulta evidente y así ha sido descrito en documentos oficiales y en informaciones de los medios de prensa que “Un tercer país seguro debe asegurar al asilado el derecho a servicios sociales, médicos, educativos y laborales. El término de tercer país seguro surge a raíz de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 estipulado por la ONU y actualmente busca ser implementado por Estados Unidos con Guatemala y México en su propuesta de acuerdo migratorio.

La implementación de este término se refiere cuando una persona sale de su país en busca de asilo en una segunda nación y éste se lo niega, por lo que el segundo país lo puede remitir a un tercer país que sea considerado seguro. Entonces, convertirse en un tercer país seguro no basta con la intención de serlo, corresponde un cúmulo de responsabilidades y deberes con los asilados, por lo que este tercer país debe cumplir con ciertos estatutos para recibirlos”.

El objetivo del llamado “Tercer País Seguro” es menos humanitario que el descrito anteriormente, es lisa y llanamente desligar a Estados Unidos de su responsabilidad ante el derecho internacional, para atender las solicitudes de asilo y traspasarlo a un tercer país, que suele ser aquel mismo de donde provienen o pasan gran parte de las personas en busca de mejores oportunidades de vida.

En este mes de diciembre El Salvador, cuya presidencia está a cargo de Nayib Bukele comenzó la aplicación del acuerdo migratorio de “tercer país seguro” llamado comunicacionalmente Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA) firmado en septiembre del año 2019 con Washington y que convierte a El Salvador – uno de los países más inseguros y violentos de Centroamérica – en un destino potencial para refugiados necesitados de protección.

Un acuerdo que representa un retroceso mayúsculo en materia de protección de las personas que salen de sus países y buscan, ya sea protección u oportunidades de desarrollo, sin posibilidad siquiera de presentar una solicitud como lo han denunciado organismos defensores de derechos humanos.

El Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés) anunció el pasado martes 15 de diciembre que Estados Unidos y El Salvador concluyeron los acuerdos del ACA que determina el hecho que “aquellos migrantes que pidan asilo o algún tipo de protección humanitaria similar en la frontera de Estados Unidos van a ser transferidos hacia El Salvador”.

El ACA ha sido firmado también con Honduras y Guatemala, pero no han entrado en práctica. Firmados en su oportunidad bajo la amenaza estadounidense de suspender toda ayuda al desarrollo que representa una asistencia financiera cuyas cifras que suelen apoyar las escuálidas arcas de estos países. Unida a la clásica presión estadounidense de gravar las exportaciones de aquellos que no se sometan a las políticas, que suelen y exigen implementar.

En el caso de México la amenaza fue aumentar los aranceles, sobre todo en la zona fronteriza donde el intercambio comercial representa un factor económico imposible de soslayar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *