El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, auguró esta semana que «los días del socialismo y el comunismo están contados no sólo en Venezuela, sino también en Nicaragua y Cuba».
El telón de fondo de esta afirmación de Trump en Miami fue la crisis en Venezuela, donde el presidente Nicolás Maduro enfrenta la presión del líder opositor Juan Guaidó, EE.UU. y otros países que ya no reconocen su gobierno.
Pero la referencia de Trump a Cuba en su discurso del lunes evocó también un aspecto de la realidad: en la isla caribeña persiste un gobierno comunista hace más de medio siglo, contra la voluntad de Washington.
Los esfuerzos de cercar comercial y políticamente a Cuba, las fuertes advertencias de la Casa Blanca o los fallidos planes de invasiones y magnicidio resultaron insuficientes para que EE.UU. lograse cambiar el gobierno en La Habana.
Y ahora que Trump endurece las sanciones económicas al gobierno de Maduro o afirma que «todas las opciones están abiertas» en Venezuela, surge una pregunta: ¿se trata de la misma vieja estrategia de EE.UU. hacia Cuba?
«El guión tiene mucha cosa parecida con Cuba», dice Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un centro de análisis regional con sede en Washington, a BBC Mundo.
¿Plan B?
Shifter, sin embargo, señala que hay diferencias importantes en la política de EE.UU. para Venezuela y Cuba.
Una de ellas es que Washington nunca reconoció a un opositor como presidente interino de Cuba, como sí lo hizo el mes pasado con Guaidó hasta que haya elecciones en Venezuela.
EE.UU. fue de hecho el primero de cerca de medio centenar de países que han reconocido a Guaidó, incluidos Brasil, Colombia, Argentina y otros latinoamericanos que califican a Maduro de dictador y lo acusan de graves violaciones de derechos humanos.
Este enfoque multilateral supone otra distinción clave respecto a la política de Washington con Cuba después que Fidel Castro llegara al poder de la isla, en 1959.
Aunque EE.UU. logró que Cuba fuera excluida de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962, sus esfuerzos de aislar al gobierno comunista fueron vistos como unilaterales y han generado diversas críticas en la región.
Pero Maduro ya ha logrado permanecer casi un mes en el poder sin el reconocimiento de varios países americanos, en medio del colapso económico de Venezuela que lo ha debilitado, con el respaldo por los militares, Rusia, China y Cuba.
Trump advirtió el lunes a las autoridades militares de Venezuela que arriesgan «perderlo todo» si se mantienen leales a Maduro y la semana pasada sostuvo que tiene un «plan B» en caso de que el mandatario siga en el poder.
«Siempre tengo un plan B —y C, D, E y F», dijo sin ofrecer detalles.
Pero Shifter cree que «EE.UU. subestimó la capacidad de Maduro y los generales para resistir» y advierte que la coalición internacional puede debilitarse con un endurecimiento de la retórica, sanciones económicas o amenazas de acción militar.
«EE.UU. pensó que iba a haber un colapso muy dramático (del gobierno de Maduro)», señala. «Eso no ha sucedido y si esto se prolonga, se puede fracturar todo lo logrado».
Un test de fuerza para ambas partes podría ocurrir el sábado 23, fecha límite marcada por Guaidó para el ingreso a Venezuela de ayuda humanitaria desde el exterior que Maduro rechaza.
«Mentalidad de Guerra Fría»
Algunos analistas observan que entre los principales arquitectos de la estrategia de EE.UU. hacia Venezuela hay viejos defensores del enfrentamiento político con Cuba.
Uno de ellos es John Bolton, el consejero de Seguridad Nacional de Trump que calificó a Venezuela, Cuba y Nicaragua como «troika de la tiranía». Otro es el senador republicano Marco Rubio, un cubano-estadounidense de Florida que el fin de semana visitó la frontera de Colombia con Venezuela.
«La gente que dirige la política exterior para el gobierno de Trump ve el mundo con una mentalidad de Guerra Fría», dice William LeoGrande, experto en política de EE.UU. hacia Cuba en la American University de Washington.
A su juicio, cuando EE.UU. inició el embargo comercial a Cuba en 1962, la economía de la isla estaba mucho mejor que la de Venezuela hoy, pero Trump siguió la misma receta en este país al anunciar sanciones a la petrolera estatal PDVSA.
Las exportaciones de petróleo a EE.UU. eran una fuente vital de ingresos de Venezuela, y los expertos creen que las sanciones a PDVSA equivalen de hecho a un embargo.
«La estrategia es exactamente la misma (que en Cuba): el gobierno de Trump cree que estrangular aún más a la economía venezolana hará que el gobierno colapse», dice LeoGrande a BBC Mundo.
Pero la eficacia de la política de aislamiento de Cuba fue cuestionada incluso por el expresidente de EE.UU., Barack Obama, al anunciar un deshielo con la isla que ha sido revertido en parte por Trump.
«No creo que podamos seguir haciendo lo mismo durante más de cinco décadas y esperar un resultado diferente. Además, no sirve a los intereses de Estados Unidos o del pueblo cubano tratar de empujar a Cuba hacia el colapso», dijo Obama en 2014.
En el último siglo, apenas un tercio de las sanciones a países alrededor del mundo lograron el propósito de desestabilizar a sus regímenes con la ayuda de acciones de inteligencia o amenazas militares, dice Gary Hufbauer, un experto del Instituto Peterson para la Economía Internacional que ha publicado libros al respecto.
¿Qué efecto tendrán las sanciones en Venezuela?
«Dada la debilidad de la economía venezolana y su gran dependencia del petróleo, la probabilidad (de que desestabilicen a Maduro) diría que se acerca al 50%», dice Hufbauer a BBC Mundo. «Seguro que infligirán mucho dolor a la gente común».
«Pero Maduro todavía tiene a los militares de su lado (y) asesores de Cuba que han mostrado ser muy efectivos», agrega. «Es posible que mantenga las cosas bajo control y estén allí por largo tiempo».