Francisco Áreas Fernández | Granma
Un informe publicado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) el miércoles 31 de julio, en ocasión del Día Mundial contra la Trata, señala que más del 80 % de las víctimas de la trata de personas en Latinoamérica son mujeres y niñas, y la gran mayoría de las víctimas terminan en manos de redes de explotación sexual.
En ese sentido, Simón Pedro Izcara Palacios, doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid (España) y profesor de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (México), publicó, en la versión digital de la revista Estudios Sociales, el resultado de una investigación en la que sostiene que «Centroamérica, México y Estados Unidos constituyen un área donde el tráfico sexual se ha enraizado profundamente».
El estudio concluye que en Estados Unidos las víctimas son principalmente mujeres conducidas por redes de tráfico sexual a través del engaño, con promesas de trabajos glamurosos o bien remunerados y «la industria del entretenimiento adulto se nutre tanto de mujeres y menores mexicanas y centroamericanas como autóctonas».
De acuerdo con la investigación en ese país, estas mujeres son sometidas a esclavitud sexual, prostitución involuntaria, no forzada sin libertad para elegir clientes o no forzada con libertad, según las categorías utilizadas internacionalmente.
Aclara el investigador que la esclavitud sexual aparece caracterizada por dos elementos: el sometimiento a un control absoluto mediante el uso excesivo de la violencia física y/o sicológica, y la ausencia de gratificaciones económicas o de otro tipo por ejercer la prostitución.
Añade que la prostitución involuntaria implica dos criterios: el tráfico y/o prostitución de menores de edad a través del engaño o la coacción, o de modo no forzado, y el tráfico y/o prostitución de mayores de edad a través del engaño o la coacción.
Cazadores de mujeres
Añade que en México predominan las víctimas secuestradas por los grupos delictivos, y en Centroamérica las involucradas son, sobre todo, menores prostituidas por personas cercanas o engañadas por proxenetas.
El elemento más distintivo de la trata en México es la esclavitud sexual, debido principalmente a la participación de los cárteles de la droga en ese comercio. Estas organizaciones no reclutan a sus víctimas: las secuestran y las obligan a prostituirse.
El método utilizado por los cárteles para someter a las víctimas es crudo y brutal. Las mujeres son introducidas desde un primer momento en escenarios de violencia extrema, que incluyen la privación de alimentos, constantes palizas y el asesinato.
Los países de Centroamérica son espacios de origen y tránsito de mujeres y menores conducidas por las redes de tráfico sexual hacia países de mayor desarrollo económico dentro de la región de América del Norte. Niñas de tan corta edad como los diez años son introducidas en la prostitución por los padres o por proxenetas y traficantes.
El involucramiento de los padres en mercados ilegales, como el comercio sexual o el narcotráfico, conduce muchas veces a que las menores sean llevadas a una situación de prostitución involuntaria. En ocasiones, la madre prostituye a las hijas para sostener una adicción.
En las familias involucradas en las redes del narcotráfico, las hijas menores de edad frecuentemente son prostituidas cuando los padres son encarcelados, asesinados o no logran concluir con éxito un negocio.
Las redes de tráfico sexual que operan en la región de América del Norte y reclutan mujeres en Centroamérica tienen como principal destino Estados Unidos. México es un espacio donde se prostituye tanto a las mujeres que no despiertan el interés del mercado estadounidense como a aquellas que se encuentran en tránsito hacia el norte.
Prostitución o deportación
Asegura el estudio que en Estados Unidos el «instrumento que coadyuva» a que las mujeres migrantes prostituidas no abandonen a los mercaderes o explotadores que las retienen en una situación de libertad limitada es la Ley Migratoria, pues acceden a trabajar en el comercio sexual, debido a que esta actividad les permite permanecer en territorio estadounidense, enviar remesas a sus familias y, para lograrlo, «los patrones estadounidenses les ofrecen protección frente a la amenaza de la deportación a través de la proporción de documentos apócrifos y el pago de sobornos a las autoridades».
«Son pocas las mujeres que abandonan a sus patrones porque su condición migratoria irregular impide que puedan moverse libremente en un país que persigue de modo implacable a los indocumentados. Estas mujeres permanecen la mayor parte del tiempo recluidas y salen muy poco a la calle, no porque sus patrones se lo impidan, sino por el temor a ser detenidas por las autoridades migratorias», asegura la publicación.
La mayoría de las prostituidas en EE.UU. eran menores de edad migrantes, o mujeres traficadas hacia el norte mediante el engaño, y tenían una norma o «umbral de productividad» de al menos ocho clientes diarios, cuyo dinero iba para el bolsillo del patrón. Aquellas que no logran cubrir la marca establecida son penalizadas económicamente u obligadas a incrementar el tiempo de permanencia en los lugares donde trabajan (bares, casinos, hoteles o casas de citas).
Se infiere de la publicación que el proxeneta estadounidense es un mafioso poderoso e influyente, pues cuando las mujeres prostituidas son detenidas por las autoridades migratorias, «no denuncian a sus patrones; con frecuencia les piden ayuda legal para que detengan su proceso de deportación y, si son deportadas, no es extraño que les pidan ayuda económica para retornar».
Precisamente, el miércoles 31 de julio, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, António Guterres, dijo en un comunicado para conmemorar el Día Mundial contra la Trata que «los conflictos armados, el desplazamiento interno, el cambio climático, los desastres naturales y la pobreza exacerban las vulnerabilidades y la desesperación que permiten que prospere el tráfico [de personas]».
Por su parte, la relatora especial de la onu para la trata de personas, Maria Grazia Giammariano, pidió a las naciones receptoras de migrantes cambiar su enfoque hacia la migración. «Las políticas migratorias restrictivas y xenófobas y la criminalización de los migrantes (…) son incompatibles con acciones efectivas contra el tráfico humano», dijo Giammariano en un comunicado.
«Los políticos que promueven el odio, construyen muros, consienten la detención de menores y previenen que migrantes en situación de vulnerabilidad entren a sus territorios están trabajando en contra del interés de sus propios países», sentenció la relatora.
En cifras:
66% de niños, niñas y adolescentes de Norteamérica, América Central y el Caribe son víctimas de trata de personas.
13% de las víctimas de la trata de personas detectadas en Europa Central y occidental provienen de países de América del Sur.
58% de todas las víctimas detectadas ocurren al interior de su propio país se ha duplicado en los últimos años, al evidenciando que la trata «ocurre a nuestro alrededor».
59% de las víctimas son sometidas a explotación sexual, siendo este el delito más frecuente.
70% las víctimas totales de la trata son mujeres y niñas.
21% son hombres representan y los niños.
7% son niños.
50% de los niños son sometidos a trabajo forzoso, aunque la mendicidad, el uso como soldados y los matrimonios forzados son otras formas de explotación igualmente deplorables.
Fuente: Informe Global sobre Trata de Personas presentado en enero de 2019