Estudiante normalista rompe el silencio en el caso de Ayotzinapa

Uno de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa que sobrevivió a los ataques de policías en Iguala el pasado 26 de septiembre decidió relatar parte por parte lo que sucedió aquel día. El joven viajaba en el quinto autobús, está protegido por la Fiscalía de México y ya había declarado antes, pero no habían investigado sus testimonios, que incluyen la persecución de estudiantes por parte de la Policía y otros civiles armados.

Uno de los estudiantes normalistas que viajaba en el quinto autobús tomado en el municipio mexicano de Iguala el día en que fueron secuestrados y asesinados sus 43 compañeros, relató a ‘Sin Embargo’ los detalles de aquellos acontecimientos trágicos. La revista publicó la foto del joven Alex con el rostro cubierto, aunque no reveló más detalles que puedan identificarlo por el miedo que tiene tras recibir amenazas desde hace varias semanas.

La existencia de este quinto autobús se conoció tras el informe que expertos independientes designados por la Organización de Estados Americanos presentaron el pasado 6 de septiembre. Esas investigaciones revelaron que la Procuraduría General de la República (PGR) de México sabía que otros 14 normalistas viajaban en este vehículo, pero no lo investigó. En función de la información recibida por parte de la agencia antidrogas estadounidense (DEA), los expertos estiman que precisamente es este quinto autobús el que provocó la agresión en contra de los normalistas, ya que los narcotraficantes lo utilizaron para transportar heroína.

De acuerdo al relato de Alex, él y otro compañero habían reconstruido los acontecimientos de aquel día ante «personal de derechos humanos», que entregaron sus testimonios a la PGR. «Se me hace extraño que no se haya investigado eso», aseguró a la revista, que a partir de sus palabras describió con lujo de detalles la cronología de los acontecimientos macabros.

Todo comenzó el 26 de septiembre de 2014, cuando 14 de los más de 100 estudiantes normalistas que se dirigían de Ayotzinapa a la Ciudad de México tomaron el quinto autobús en la Central de Autobuses de Iguala, y termina al día siguiente en las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero (PGJEG), donde llevaron a 60 de ellos para que declararan sobre lo sucedido. Para entonces, los otros 43 jóvenes ya habían desaparecido.

En esos dos días, los 14 estudiantes primero se vieron obligados a abandonar el autobús cerca del Palacio de Justicia de Iguala «a punta de balazos» por la Policía Federal, sabiendo que un compañero suyo ya había perdido la vida. Lograron escapar de la emboscada, pero por la noche decidieron regresar caminando hacia el lugar en donde habían detenido a otros tres autobuses con sus compañeros. En la carretera fueron sorprendidos de nuevo por los agentes de la Policía Federal y, más tarde, también por los de Protección Civil: algunos vestidos de civiles, pero armados.

Luego se produjo la persecución, a pedradas y a balazos. Los estudiantes huyeron, 10 de ellos lograron esconderse en la casa de una mujer —en donde pasaron la noche— y otros cuatro siguieron corriendo. Al día siguiente, una patrulla los encontró en una carretera y los llevó a la PGJEG.

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