En un discurso ante el Parlamento Europeo de Estrasburgo, el presidente de la Comisión Europea criticó la falta de coordinación y la ausencia de consenso para afrontar el problema de los inmigrantes y refugiados que llegan en cantidades record a la región.
Falta la Unión y falta Europa.” Con esta frase durísima el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, sintetizó el estado de la Unión Europea (UE) en un discurso que hizo ayer ante el Parlamento de Estrasburgo y que estuvo centrado principalmente en el problema migratorio. La frase de Juncker quiso poner el acento en la falta de coordinación y de unidad en los puntos de vista que el problema migratorio ha sacado a la luz y la ausencia de esa “identidad europea” que la fundación de la UE quiso cultivar.
El tema migrantes, en particular migrantes provenientes del norte de Africa no es nuevo en el Viejo Continente. Sin embargo, este año se ha hecho particularmente importante con cerca de 500 mil personas, se calcula, que han llegado por distintas vías. Juncker, hombre sensible al tema pero que tiene que lidiar con países completamente opuestos a la apertura como Hungría o Polonia, llamó a todos los europeos a “respetar las reglas” y a “acoger con humanidad a cuantos huyen de la guerra y del terror del estado islámico”, en clara referencia a la multitud de sirios que escapando de una guerra civil comenzada en 2011, han atravesado las fronteras húngaras para entrar a la UE, pero también a libios y eritreos que escapan de conflictos y persecución en sus propios países.
El presidente de la Comisión presentó un nuevo plan de recepción de refugiados que incluye a otras 120.000 personas además de las 40.000 previstas hasta ahora. “Los europeos deben hacerse cargo de estas personas, abrazarlas y acogerlas”, subrayó, manifestando su esperanza de que en la reunión de los ministros del Interior de toda la UE que se hará el lunes, se decida rápidamente y sin titubeos la distribución de esos 160 mil refugiados. Juncker, cuya Comisión tiene entre otras funciones la de proponer leyes y controlar su aplicación, insistió en que se trata de un “mecanismo de redistribución permanente”, dando a entender que se refería no sólo a los prófugos ya en territorio europeo sino a los que todavía llegarán, dado que según expertos analistas el flujo migratorio hacia Europa no se detendrá por ahora.
“Cada uno debe hacer su parte enfatizó. No hablamos de números sino de seres humanos que vienen de Siria, de Libia y, por lo que está sucediendo, podría también sucederles a los que viven en Ucrania. No se pueden hacer distinciones de credo, etnia u otra cosa (…) Los números son alarmantes pero éste no es el momento para tener miedo sino el momento de una acción concertada y de la solidaridad”. Juncker concluyó recordando que si bien se trata de un número de refugiados sin precedentes, se trata sólo del 0,11 por ciento de la población de la Unión Europea cuando para países como el Líbano, los refugiados representan el 25 por ciento de la población”. El presidente de la Comisión también tuvo palabras esperanzadoras para con los migrantes a los que consideró como “un recurso para el desarrollo de Europa”. “Envejecemos, tenemos necesidad de nuevos talentos que lleguen de todas partes del mundo. Los migrantes pueden ser un buen recurso si todo está bien organizado”, concluyó, preanunciando un paquete de nuevas medidas en este campo para principios de 2016.
Con todas estas argumentaciones Juncker quiso taparle la boca de alguna manera a los parlamentarios y partidos europeos de derecha que están armando una activa campaña contra los inmigrantes, en particular la Liga Norte de Italia y el Frente Nacional de Francia, cuyos máximos exponentes, Matteo Salvini y Marie Le Pen, hicieron ayer una rueda de prensa conjunta en Estrasburgo hablando pestes de Juncker al que calificaron de “hipócrita”. “Decir que los refugiados pueden trabajar es escupir en la cara de los desocupados europeos”, dijo Salvini. El político italiano habló de una “invasión organizada” refiriéndose a los miles de migrantes a los que caracterizó además como “miles de potenciales delincuentes” y “potenciales terroristas”. Le Pen y Salvini hicieron la rueda de prensa mientras Juncker estaba todavía hablando y sabiendo que la mayoría de sus parlamentarios había abandonado el aula.
Las palabras de Juncker fueron bien recibidas , aunque con críticas, por países como Italia que desde hace años viene pidiendo refuerzo y ayuda para afrontar el problema migratorio, sin que se le hubiera dado mucha importancia. “El presidente Juncker ha hecho propuestas que tienen un espíritu justo pero que no tienen suficientemente en consideración el carácter permanente del desafío que tenemos delante”, comentó el canciller italiano Paolo Gentiloni. Según el ministro es necesario, entre otras cosas, establecer un sistema de asilo europeo, una lista europea de países seguros, organizar paquetes de migraciones regulares y corredores humanitarios de asistencia. Sólo así se podrá afrontar con tranquilidad el tema migratorio, indicó.
Para el europarlamentario Ignazio Corrao, del Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo, el plan presentado por Juncker es viejo, superado por la historia, ya que habla de 160.000 refugiados cuando se calcula que el año próximo llegará un millón. “Europa debe dejar de fomentar las guerras. Las medidas propuestas son inútiles porque no resuelven el problema de base. Deberíamos emitir una norma que embargue los armamentos”, subrayó.