Explicando la Guerra Total

 

Andrés Piqueras

* El Imperio Occidental Decadente no va a dejarse sustituir sin desatar toda la devastación que es capaz de generar contra el Mundo Emergente y, por ende, contra el conjunto de la humanidad

Primera parte

La GUERRA TOTAL es el compendio de la Guerra Integral o Híbrida -multidimensional, multidireccional, multifactorial…-, en cuanto que guerra permanente librada a escala planetaria, contra un enemigo difuso y a menudo no declarado que puede ser cualquiera que no se subordine a los dictados de EEUU, y a veces aun si se subordina y el Imperio puede sacar cualquier beneficio a su agresión. En sí misma es el resultado de la combinación de la Degeneración del Capitalismo, de la Crisis de la Ecosfera y de la Decadencia de la potencia imperial, EEUU.

[Hay que recordar que EEUU, como líder y colofón del que ha sido Imperio Occidental durante los últimos 5 siglos -y que todavía actúa coordinadamente bajo sus órdenes, aunque también con sus tensiones internas a las que EEUU disciplina igualmente con estrategias híbridas que enseguida veremos-, es la única potencia con capacidad de ejercer el imperialismo mundial de forma total: cuenta con más de 1000 bases militares o puestos avanzados en todo el mundo, lo que le convierte «en la mayor amenaza intervencionista de la historia.

La Casa Blanca posee una cobertura mundial que le permite realizar un ataque efectivo, en cualquier parte del planeta, en un tiempo máximo de 30 minutos. Al mismo tiempo, puede movilizar a un pequeño ejército hacia cualquier parte del globo en cuestión de horas» (pg. 25 de Intervencionismo y Guerra Integral, que citaré más abajo). Su armada está desplegada en todos los mares y océanos del planeta. Ninguna otra potencia tiene esa capacidad imperial total. No puede haber ningún otro Imperio mientras exista éste.

El espectro de sus intervenciones atañe tanto a Estados como a movimientos sociales o políticos, grupos y organizaciones, guerrillas e incluso individuos cualesquiera que les puedan ser «problemáticos» o simplemente «molestos». Dado el control mundial de los medios de difusión de masas y formación de conciencia que (todavía) detenta el hegemón imperial, así como el dominio sobre las Instituciones Globales del Mundo Unipolar creado por el Imperio Occidental a lo largo de los siglos, puede permitirse el lujo de que sus agresiones logren hacerse pasar entre buena parte de las sociedades como intervenciones en nombre de la democracia, la ayuda humanitaria, los EEUU, la protección de minorías o incluso de la preservación de la naturaleza, entre otros entramados ideológicos con los que construye la Mentira Sistémica].

El nombre de Guerra Integral me parece que recoge una mejor y más completa definición que el de Guerra Híbrida, pero en cualquier caso ambos incluyen a la Guerra de IV Generación, la cual a su vez incorpora los avances que se van produciendo en la tecnología de la Cuarta Revolución Industrial. La Guerra Integral no se despliega sólo como guerra convencional y no convencional, sino que no tiene restricción alguna, por lo que combina acciones militares estándar e irregulares, mezcladas con actos terroristas de muy variada amplitud (incluyendo el autogolpe, como con las Torres Gemelas), propaganda al más puro estilo goebbelsiano y alianzas con cárteles y redes criminales de todo tipo.

Esto se explica porque el Imperio cuenta, además de con ingentes tropas regulares, con cuerpos de ejército no convencionales, paramilitares, contratistas, mercenarios y polimórficas tramas delincuenciales y cárteles, para el ataque y/o el asedio, la desestabilización y todo tipo de agresiones contra quienes señale en cada momento como «enemigos» manifiestos o potenciales, en previsión estos últimos de que puedan desafiarle o serle «molestos» en el futuro [para ello EEUU aprobó contra cualquier principio internacional, en su «Estrategia de Seguridad» de 2002, la categoría de Defensa Anticipatoria o Guerra Preventiva].

La Guerra de IV Generación se ha hecho más y más mortífera con los aportes de la geoingeniería, el electromagnetismo, las armas de energía dirigida, geofísicas, radiológicas, genéticas… Armas que pueden ser ora letales ora inutilizantes para personas, pero que son posibles de aplicar a sociedades o regiones enteras, capaces de provocar movimientos sísmicos, reacciones climáticas y perturbaciones a través de infrasonidos paralizantes, modificaciones del genoma, pero también, y esto es aún más aterrador, afectar al estado de ánimo y a la decisión combativa, e incluso a la cognición o a las propias ideas, «para influir en actitudes y conductas que afecten al logro de objetivos militares y políticos» (pg. 34 de op.cit.) [las explosiones masivas de buscapersonas en Líbano son una muestra muy limitada de algo de ello, e indican las primeras manifestaciones de esta nueva forma de guerra que puede marcar el inicio de una fase muy ominosa y oscura de la humanidad con la GUERRA TOTAL desatada por el hegemón imperial, que en su decadencia no está dispuesto a dejarse relevar sin Destruir, sin generar el CAOS -un caos programado del que pueda sacar provecho-].

Tenemos así que la GUERRA TOTAL adquiere dimensiones que hasta no hace mucho eran poco predecibles: la militar convencional y no convencional, la cognitiva, ideológica, mediática, cibernética, económica, agroquímica, alimentaria-hídrica, financiera, judicial, cultural, médica, satelital-estratosférica, telúrica… a la que se añade también ya cada vez más cerca la nuclear. Así pues, estamos en presencia de la GUERRA TOTAL cuando la que algunos llaman Guerra Integral pasa a ser global, planetaria, e incluye la opción de Destrucción Completa.

Es más que una III Guerra Mundial, la cual de hecho ya se produjo entre el Imperio Occidental y el Bloque Soviético durante varias décadas en buena parte del globo terráqueo. Implica, más bien, una Lucha Colectiva contra el Terror y las nuevas (y viejas) expresiones del Fascismo esparcido y potenciado crecientemente por el Imperio Occidental y el Poder Sionista Mundial (PSM) -que está en los puestos de mando -ver Una aproximación a las claves del poder sionista mundial concomitante con la centralización y concentración del capital-

Sobre ello, Esta no es la Tercera Guerra Mundial, es una Guerra del Terror. De ahí el acierto que ha tenido Venezuela -en la línea de la Tricontinental y otras experiencias similares-, de convocar en su suelo el Primer Congreso Mundial Contra el Fascismo -El fascismo que podría venir-, que cuando las poblaciones han sido profundamente subordinadas, como es el caso en tantos lugares, puede presentarse incluso como «democrático» o ganar a través de elecciones, según evidencia el triste ejemplo de Argentina, entre bastantes otros].

Puede decirse, por ello, que el primer paso o frente de batalla de esa Guerra es el de las conciencias, la representación de lo que pasa, la suscitación de emociones, la provocación de sentimientos… Es por eso ahí donde debemos empezar incidiendo y poniendo nuestras energías, en la batalla de las conciencias, pues el Imperio y su PSM cuentan con la fábrica global de la Verdad, su Verdad, y el Control del Relato, para propagar la Mentira Sistémica y servirse de la Falsedad como Geoestrategia.

[Si se quiere ahondar en los objetivos, principios, teorías y características de la Guerra Integral, recomiendo vivamente el libro que se puede bajar aquí: INTERVENCIONISMO Y GUERRA INTEGRAL (Primera aproximación teórica) por Pascualino Angiolillo y Astolfo Sangronis | EL SUDAMERICANO (wordpress.com); si bien, los autores utilizan el término sobre todo para describir y explicar la multidimensional agresión de EEUU a determinados países concretos].

La GUERRA TOTAL se está llevando a cabo de forma militar directa o bien por delegación o intermediarios (modalidad «proxy» en alza), en todos los escenarios planetarios, e incluye el genocidio y la eliminación de sociedades enteras, como venimos comprobando desde hace años y Palestina nos muestra hoy más allá del horror. Es susceptible de desarrollarse en cualquier lugar y dimensión, desde los escenarios bélicos clásicos, las trincheras y fortificaciones tradicionales, a las calles y esquinas de cualquier ciudad, desde los inhóspitos desiertos a las salas de baile, las cafeterías o los hipermercados, desde los campos minados a los vagones de metro, desde los ataques bursátiles y la especulación sobre los alimentos, a las cabinas de avión o los conciertos, desde las enfermedades irradiadas a la propaganda embrutecedora… Nada ni nadie queda a salvo de ella.

Los tres puntos más calientes de la GUERRA TOTAL en estos momentos son, por supuesto, Ucrania, Palestina-Líbano(-Asia occidental y central) y Mar de China [adjunto enlace sobre este último locus de guerra, que a veces pasa más desapercibido porque todavía no ha eclosionado en su fase abierta, pero que está llamado a ser, sin duda, el más terrible de todos: Están volviendo peligrosas a las aguas del Pacífico].

Sin embargo, otros escenarios realmente candentes son, por ejemplo, el Sahel y cada vez más Nuestramérica, con Venezuela en el punto de mira del Imperio, como parte de su objetivo de «disciplinamiento» y cierre para sí mismo del continente en su conjunto [recientemente la Armada de EEUU ha estado realizando maniobras militares en aguas chilenas como parte de la iniciativa «Southern Seas 2024»: Portaaviones nuclear de EEUU ya está en aguas chilenas (con la colaboración del canallesco gobierno de Boric, respaldado por el partido comunista chileno, otro ejemplo, donde los haya, de entrega de los PCs clásicos al Imperio Occidental -sobre los PCs europeos eurocomunistas ya escribí esto: DE CÓMO LOS PARTIDOS COMUNISTAS SE ENTREGARON (INTEGRARON) AL CAPITAL Y DE CÓMO LAS NUEVAS IZQUIERDAS QUE YA NACIERON INTEGRADAS (ENTREGADAS), TERMINARON DE DAR MUERTE AL PROYECTO SOCIALISTA. EL CASO EUROPEO.).

El tiempo de reacción para las poblaciones del mundo se acorta aceleradamente. Movilizarse por la PAZ, contra la OTAN (como brazo armado de EEUU – PSM) y su estrategia del CAOS y del TERROR, no es una cuestión de opción. Deviene cada vez más, y con mayor urgencia, un asunto de vida o muerte. No digamos ya de dignidad humana.

Segunda parte

¿Entrando en una nueva fase bélica?

La Guerra está radicada en la propia dinámica capitalista. Las condiciones de degeneración del modo de producción capitalista se agudizan, y con ello toda una cadena de razones sistémicas confluye en el camino de la Guerra. Su crisis de sobreacumulación de capital tiene cada vez menos posibilidades de contrarrestarse, arrastrando tras de sí la dilución del valor y la mengua del plusvalor, la galopante reversión del capital a su forma simple de dinero, un endeudamiento público y privado insostenible, una economía crecientemente ficticia -con una inflación monetaria sin anclaje alguno al valor y un crecimiento con cada vez menor acumulación proporcional de capital- entre algunos de las más importantes consecuencias en el plano estrictamente económico o estructural.

En el ámbito infraestructural o ecológico (que sólo separamos del anterior con fines explicativos), las dinámicas del capitalismo degenerativo se traducen en otro conjunto de procesos como el manifiesto agotamiento de materiales y de energía fósil, la destrucción general de fuentes de la Vida o el deterioro de la Biosfera (con la 6ª mayor extinción ya en curso). A ello se une una imparable expansión de un «valor negativo»: plagas, epidemias, deterioro de recursos, saturación de sumideros, contaminación generalizada, pérdida de fertilidad, salinización, estrés climático, desaparición de nitratos y de fósforo, sobreexplotación, sobreempobrecimiento y extenuación de Naturaleza y de las poblaciones…

Teniendo en cuenta que la hipotética solución a uno de esos factores significaría el agravamiento inmediato de otros, las salidas de esta Crisis Sistémica, Civilizacional, se hacen cada vez más arduas, entrándose así en un impasse de creciente complejidad. La destrucción social y ambiental, el desmoronamiento de las sociedades, así nos lo testimonia [tengo que remitir aquí para ahondar en mi explicación sobre ello a alguno de mis textos anteriores, como La tragedia de nuestro tiempo. La destrucción de la sociedad y la naturaleza por el capital (Antrhopos)].

Una vez que el capitalismo -y su ley del valor- se hizo enteramente global en la segunda mitad del siglo XX, su actual proceso de degeneración implica al conjunto del modo de producción capitalista y al Sistema Mundial a que dio lugar, cuya probabilidad de principiar su fase de colapso se va haciendo mayor. Lo que significa que un determinado Sistema ya no es capaz de regular sus crisis, de saltar por encima de ellas a nuevas fases ni de parar, por tanto, su descomposición.

Una de las principales consecuencias de todo ello, además de numerosas otras calamidades para la Humanidad y la Ecosfera toda (algunas aludidas renglones arriba) es que la Guerra, que siempre acompañó a las dinámicas de acumulación de capital a escala planetaria, también se va haciendo Total.

La Guerra Total en la que estamos (aun si buena parte de las poblaciones de las formaciones imperiales aún no termine de percibirla) es consecuencia, por consiguiente, de dos grandes líneas de colapso:

1. La de la Crisis del Capitalismo (que es mucho más que una nueva crisis capitalista: es una Crisis del Sistema en su conjunto -pasándose así de las crisis capitalistas ya fueran cíclicas o estructurales, al Capitalismo en Crisis).

2. La de la Crisis de la Ecosfera, que atañe no sólo al conjunto de la vida (Biosfera), sino también al de los materiales y resto de recursos y fuentes de energía, así como a sumideros y, en general, a un hábitat planetario más y más contaminado y fragilizado.

A estas líneas de colapso se une una tercera razón

3. La Decadencia del actual hegemón del Sistema Mundial capitalista, EEUU, y de las principales formaciones imperiales que moldearon bajo sus intereses ese Sistema a lo largo de los últimos 5 siglos, esto es, lo que llamamos el Imperio Occidental (nombre mucho más apropiado, a mi entender, que el de «Occidente colectivo», que no explica gran cosa, pero quiere dar la impresión de que todos participamos).

Es la primera vez desde la conformación de ese Sistema, que una potencia imperial no tiene sucesora ante su declive. En cambio, todo un conjunto de nuevos actores económicos y políticos van cobrando fuerza en el mundo, a la estela, y esto no conviene perderlo de vista, de la irrupción de China como gran potencia económica mundial. Los principales problemas para el Sistema Mundial capitalista y su Imperio Occidental con esta formación socioestatal, radican en que:

a. China no tiene ni ha tenido históricamente ninguna expansión ni proyección imperialista. No interviene militarmente ni domina otros países o territorios de forma militar ni mediante el control financiero-económico-político, ya sea bilateralmente o a través del dominio de las estructuras de gobierno mundiales.

Y lo que es más importante

b. No se guía principalmente a escala interna por los dictados del capital, aunque haya tenido que recurrir a las reglas del juego capitalista, y mantiene una proyección y vocación socialistas expresadas en diversos renglones como el de la planificación económica que tiene a raya los intereses privados del capital global y condiciona la tasa de ganancia al beneficio social. Una formación estatal con todavía muchas cuestiones que resolver y tensiones internas entre la aceleración del paso al socialismo o una involución al capitalismo, pero con creciente relevancia mundial, comandada por un Partido Comunista fuerte y hoy por hoy a todas luces capaz.

c. China está articulando unas relaciones diferentes al nivel planetario, que comienzan a sustituir los viejos moldes del Sistema Mundial capitalista, abriendo la posibilidad, por primera vez en 500 años, de que se puedan dar procesos de auténtica soberanía, tejiendo una nueva modulación planetaria, con actores importantes aunque también altamente contradictorios, implicados en ello, como India, Irán, Suráfrica, Brasil… y por supuesto Rusia (que además es la segunda si no la primera potencia militar mundial, al menos en términos defensivos).

d. La alianza chino-rusa actual, a pesar de sus posibles líneas de sombra y distancias, es uno de los nudos gordianos más fuertes, consistentes y arraigados a los que se ha de enfrentar el Imperio, de manera que por primera vez en la historia de las luchas anticapitalistas un posible intento o vía de ruptura con el capitalismo occidental, o al menos un facilitador de ello, adquiere más fuerza económica que el conjunto de potencias dominantes de ese modo de producción, igualando al mismo tiempo su poderío militar.

Es decir, que en este caso no se trata sólo de que una potencia imperialista dé o no paso a otra, sino de que frente al declive del Imperio y su hegemón no hay recambio imperial a la vista, con el consiguiente aumento del riesgo sistémico para el modo de producción capitalista.

El Imperio Occidental desata la Guerra Total

La consecuencia teórica más importante que extraer de todo esto es que el Imperio Occidental Decadente no va a dejarse sustituir sin Guerra, sin desatar toda la Devastación, Caos y Barbarie que es capaz de generar contra el Mundo Emergente y, por prolongación de ello, contra el conjunto de la Humanidad (lo que incluye también, en un grado u otro, a la mayor parte de sus propias poblaciones).

Esa Guerra lleva años desatándose en diferentes frentes de batalla y con una enorme variedad de dimensiones [como desarrollo en la primera parte]. Siendo los frentes de Ucrania y Asia occidental los que han cobrado hasta ahora mayor virulencia.

Los objetivos principales de esa Guerra Total, por orden de escala de sencilla a mayor complicación, son:

I. Devastar las formaciones socioestatales que puedan articularse en las redes asiático-africanas de conexión china, especialmente en su proyecto de Una Franja Una Ruta. Afganistán, Iraq, Yemen, Siria, Somalia, Sudán… son los ejemplos más evidentes de ello. Prevenir al mismo tiempo que otras puedan hacerlo, como Mali, Burkina Faso o Níger, formaciones sociales a las que se agrede mediante el terrorismo directo, descarnado, que pasa por la permanente infiltración de yihadistas en sus territorios.

II. Eliminar (destruir) a las formaciones que tuvieron mayores vínculos con la Unión Soviética e independencia frente a los dictados de EEUU, para impedir la continuidad de su relación y mutua asistencia con Rusia. Aquí Libia y de nuevo Siria, también Serbia, son casos destacados, pero no podemos olvidar a Argelia como un bastante posible próximo objetivo.

III. Quitarse de en medio los obstáculos estatales para poder enfrentar aisladamente a sus principales adversarios, Rusia y, sobre todo, China. Una vez desestabilizado Pakistán (con un golpe de Estado que llevó a su presidente no alineado con Washington a la cárcel), sólo queda en Asia central el díscolo Irán, acosado por el Imperio desde 1979 y objetivo último de la «guerra proxy» que le hace a través de su ente sionista en la región.

IV. Asediar por todos los medios (políticos, diplomáticos, económicos, financieros, mediáticos, cibernéticos y militares), debilitar y finalmente desmembrar a sus dos principales potencias rivales del Mundo Emergente: China y Rusia. Como la primera es en realidad el objetivo principal, EEUU y el conjunto del Imperio Occidental han intentado primero derrotar a Rusia (la fuerza armada de la dupla) a través de una Guerra Integral, multidimensional, con casi 30.000 sanciones para doblegarla y una «guerra proxy», por intermediación de una nazificada Ucrania (tras otro golpe de Estado o «revolución de color» en 2014), que busca el fin de Rusia como formación estatal soberana, e incluso como país.

Todo esto lleva, por si fuera poco para la madeja en la que se teje el colapso capitalista, a la desarticulación de las cadenas del valor, a un proceso de desglobalización y proteccionismo «nacional», que corre parejo al auge de nuevos nacionalismos añorantes de los tiempos del capitalismo monopolista estatal y la búsqueda de protección del Estado por parte de las poblaciones de las formaciones sociales imperiales (para las que el término de «aristocracia obrera» puede hacerse extensible ya a una buena porción de ellas -al menos en sus conciencias-, si utilizamos patrones globales de contraste).

Esto va de la mano de procesos de re-fascistización que el Imperio Occidental imprime a sus sociedades, de cara a prepararlas y disciplinarlas para los procesos de Crecimiento Militarizado y Crecimiento Represivo (sin real acumulación proporcional de capital -por eso los términos de William Robinson de «acumulación militarizada» y «acumulación represiva» no me convencen, menos aún el de «acumulación por desposesión», de Harvey-), que en adelante se impondrán más y más en el decrépito modo de producción capitalista.

Ante el fracaso del frente de Ucrania el Imperio Occidental ha incendiado desde hace un año el de Asia occidental, y muy especialmente Palestina, seguida ya en estos momentos por Líbano, y probablemente en breve por el conjunto de territorios del Eje de la Resistencia, con Irán como objetivo principal, en lo que está a punto de constituir una nueva fase de la Guerra Total: una explosión regional de la misma con entrada en escena de diferentes potencias mundiales y un armamento cada vez más destructivo, si no directamente nuclear.

El peón sionista de la Guerra Total

En este frente el Imperio Occidental utiliza a su despiadado y brutal brazo armado en la zona: la entidad sionista que algunos llaman Israel. Aquí conviene hacer una parada para explicar brevemente esa entidad y su conexión con el Imperio Occidental y el Poder Sionista Mundial.

La consolidada alianza entre el sionismo y el Eje Anglosajón (Inglaterra más EEUU -a las que a veces se suman las formaciones «occidentales» de la Commonwealth británica-) es fácil de entender desde que Inglaterra se decidiera a establecer en el lugar de convergencia entre Europa, Asia y África a la entidad sionista, lo cual nada tenía que ver con razones históricas, étnicas o bíblicas, sino puramente geoestratégicas, para disponer de un enclave de contención de cualquier amenaza procedente de Asia, máxime por si las entonces exitosas revoluciones soviética y china pudieran extenderse al llamado «Mundo Árabe».

Se trataba de implantar una base militar (sin constitución ni fronteras definidas) para el control del territorio y de sus recursos, y al tiempo como fortaleza de vigilancia y dique de posibles sublevaciones y/o amenazas contra el Imperio. Un ente político-militar, en suma, de ocupación y apartheid territorial, que poco a poco se convertiría en el bastión o atalaya adelantada del Sistema Capitalista y su Imperio Occidental en Asia, permitiendo asimismo el control de África y, en el intersticio entre tres continentes y dos mares, de buena parte de los flujos comerciales, de materias básicas y recursos energéticos mundiales.

Con el surgimiento de China como actor principal en Asia y la reorientación de Rusia hacia ese continente, aquel enclave resulta vitalmente estratégico para el Imperio Occidental en su conjunto -dirigido en buena medida por el PSM (para el cual Israel es un mero peón[1])-, por lo que hará cualquier cosa para mantenerlo a flote, aun a costa de todo tipo de atrocidades.

De ahí también el inseparable entrelazamiento entre el imperialismo y el sionismo (que no es sino una forma de fascismo, por lo que todas las organizaciones fascistas, así como de derechas y ultraderechas, otrora antijudías -no sionistas-, le apoyan hoy sin pestañear, al igual, por cierto, que el resto de fuerzas políticas institucionalizadas del Imperio, que no sólo no cuestionan su derecho como Estado, sino que lo promocionan).

Al ente sionista como base militar destacada que importa continuamente «colonos» armados, es decir, paramilitares, para ocupar más y más tierra ajena y expandirse en la región, se le tiene encomendado hoy desatar la guerra de agresión a escala regional como parte de la Guerra Total. Posibilidad que incluye la dimensión nuclear. De ahí la fascistización talmúdica que experimenta y sus crecientes acciones más allá del horror, amparadas en el hecho de que este puesto avanzado del Imperio en Asia, como decimos, tiene bula para cualquier cosa que haga por monstruosa que sea, según se comprueba cada día (lo cual nos habla claramente de la decadencia civilizacional del capitalismo, y de su instauración de la barbarie y en la barbarie). Porque las instituciones globales, sean económicas, diplomáticas o jurídicas, están bajo control del Imperio, con gran participación dentro de él del PSM.

Así que lejos de pensar que es Israel o aún más, el «loco» de Netanyahu, el que atrae a EEUU a la guerra o pone a la UE en aprietos (en una simplista personificación de las relaciones sociales -que se traduce en atribuir la responsabilidad de lo que son procesos estructurales, a personas concretas-), la explicación es bien diferente, y es precisamente la que nunca nos dan nuestros grandes medios de difusión de masas ni los numerosos «expertos» que parlotean sobre el tema.

Papel de Rusia y China en la región

Hace años Rusia frenó en seco la expansión de yihadistas (y otras bandas paramilitares) implementados por EEUU en Siria. Sin embargo, hoy parece dejar al ente sionista bombardear a su antojo a Siria, que es aliada suya, e incluso ha recibido ya un ataque israelí en una de sus propias bases en territorio sirio. Rusia sabe o debe saber que por ese camino de inacción puede perder en semanas lo que ganó en años de contraterrorismo en Siria.

Por eso y por la creciente agresividad mostrada por la OTAN contra ella, cada vez hay más voces internas que presionan sobre el hecho de que ha llegado el momento de concebir que Rusia no está en una «operación especial», sino en una Guerra Total con la OTAN, en la que se juega su propia existencia. Eso implica, según esas voces, entre las que destaca la facción orientalista de Rusia y partidos como el comunista y «Esencia del tiempo», asumir posiciones cada vez más serias, coherentes y contundentes en esa Guerra, insistiendo en la movilización de al menos 3 millones de reservistas, y la utilización creciente de un puño de hierro en distintos lugares vitales o líneas rojas desde el punto de vista geoestratégico de autodefensa.

Hasta ahora, no obstante, el sector pro-occidental de sus fuerzas económicas, políticas y militares, es reacio a ello. No hay que pasar por alto, en ningún caso, que tras la derrota de la URSS en la III Guerra Mundial, el Eje Anglosajón penetró sus instituciones y sembró el país de informantes y colaboradores, espías de distinto tipo, hasta en las más altas esferas. Bastantes de ellos permanecen todavía como «agentes dormidos».

Por su parte, China ha preferido mantener desde su revolución popular un bajo perfil en los conflictos internacionales. Tradicionalmente no se decantó por el internacionalismo que tanto practicó la URSS, así como Cuba y otras experiencias de transición y movimientos populares en general. Ha buscado no confrontar con el Imperio, sino más bien superarlo con sus propias reglas del juego. Razón por la cual EEUU y la UE están cambiando las reglas: ya no les interesa «el libre comercio» si no son ellos los que pueden beneficiarse a costa de otros. Dando marcha atrás también a la «globalización» o al menos poniéndola en cuarentena parcial.

Pero en estos momentos, y por eso mismo, ese «juego» de China ya no será más posible. Esta formación socioestatal, como vimos más arriba, ha sido detectada en su «amenaza» para los oligopolios capitalistas y señalada como «enemiga», por lo que buena parte del diseño de la Guerra Total está preparado contra ella. Porque el enfrentamiento final de la Guerra Total es con China.

De ahí que el Partido Comunista chino ha llegado a la conclusión de que ya no puede permitirse dejar avanzar más al enemigo imperial en Asia. Así que, ante la ofensiva del Imperio Occidental a través de su ente sionista, la implicación directa de China puede resultar cada vez más inevitable.

Debemos repetir las veces que haga falta que estamos ante diferentes batallas que pueden ir adquiriendo cada vez mayor intensidad y extensión, pero que forman parte de un proceso bélico integral, que incluye todas las dimensiones posibles, desde la económicas a las sanitarias, cibernéticas y cognitivas [Guerra Cognitiva – Contra OTAN y bases], entre muchas otras. Una Guerra Total con un ya largo recorrido, como vimos, que puede hacerse nuclear en cualquier momento, pero que en principio está pensada para acosar, desgastar, destruir, caotizar, todavía a lo largo de esta y la próxima década, cuanto menos. Como una «guerra de los 30 años» (tras la que, por cierto, surgió un nuevo orden internacional), los mismos, más o menos, que duraron los enfrentamientos bélicos por el relevo de Inglaterra como potencia líder mundial. El Imperio Occidental está arrastrando a la humanidad entera a esa guerra, para perpetuarse a través de la barbarie. De hecho, es toda la humanidad su campo de batalla.

Los años por venir serán años de guerra, cada vez más inocultable para todos, cada vez afectando más al conjunto de poblaciones. Tiempo doloroso, sin duda, pero en medio del sufrimiento hay que considerar que se abre una situación inédita, la de que la humanidad pueda superar por fin el capitalismo, ya en degeneración, transitando por una nueva senda.

Oponernos a la Barbarie del Imperio del Caos, levantarnos en cada lugar por la emancipación humana es nuestra mejor contribución no sólo para aliviar «los dolores del parto», sino para que la senda que pueda desbrozarse apunte hacia el socialismo, y se emprenda cuanto antes.

La lucha por la PAZ con justicia constituye hoy, para ello, el primer paso.

Nota: [1] Cuando el capital se hace primero transnacional y luego global, una parte decisiva de la clase capitalista también se hace transnacional y global, convirtiéndose en la fracción hegemónica de la clase capitalista, imprimiendo las nuevas condiciones económicas, políticas, sociales e incluso culturales y psicológicas del nuevo capitalismo. En ese proceso resulta que los grandes magnates al frente de las principales corporaciones, fondos y conglomerados globales, son judíos sionistas, o en su defecto, sionistas protestantes. Para ver cómo se forja y en qué consiste ese poder Sionista Mundial, UNA APROXIMACIÓN A LAS CLAVES DEL PODER SIONISTA MUNDIAL (I, https://lahaine.org/gI4A y II, https://lahaine.org/gI4I)

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