Fracaso del feminismo imperialista en Nicaragua

Nora McCurdy y Stephen Sefton

Gracias a las políticas gubernamentales sandinistas de los últimos once años, Nicaragua está en camino de convertirse en el primer país del mundo en lograr la igualdad de género, según el Foro Económico Mundial. Pero los implacables ataques contrafácticos contra el gobierno de Nicaragua por parte de las feministas imperialistas occidentales y sus aliadas de clase feminista dentro de Nicaragua, omiten sistemáticamente esa realidad.

La mayoría de las mujeres en Nicaragua rechaza una agenda política de inspiración feminista occidental. Las feministas occidentales y sus aliados locales reprimen o manipulan las necesidades y aspiraciones de las mujeres empobrecidas con creencias políticas y religiosas contrarias y experiencias de clase diferentes. Su apoyo al intento fallido de golpe de estado de 2018 refleja su incapacidad para construir un movimiento de mujeres al estilo occidental en Nicaragua.

La arrogancia neocolonial de las feministas occidentales hacia la gente de Nicaragua fue expresada perfectamente por la entonces embajadora de Suecia en Nicaragua, Eva Zetterberg, en una entrevista en 2006, en la que señaló que la «intervención en Nicaragua era necesaria e importante porque los nicaragüenses han sido incapaces de manejar sus asuntos exitosamente por sí mismos».

Esa falsa creencia neocolonial profundamente ofensiva sigue apuntalando las intervenciones feministas occidentales en Nicaragua y sobre Nicaragua. De hecho, las feministas neocoloniales occidentales han trabajado durante décadas con aliados locales en Nicaragua, que han estado colaborando con el gobierno de Estados Unidos desde al menos 2006.

Los cables de la embajada de Estados Unidos demuestran que las líderes del movimiento de mujeres de Nicaragua han presionado constantemente durante muchos años a favor de la financiación y la asistencia política de Estados Unidos, minimizando cínicamente u omitiendo su propio apoyo al aborto para no perjudicar sus posibilidades de obtener fondos del gobierno de Estados Unidos.

De manera similar, las feministas líderes en Nicaragua se aliaron descaradamente durante el fallido intento de golpe de estado de 2018 con los más reaccionarias obispos de la Iglesia Católica contra el aborto. Lo hicieron porque reconocieron que sólo la Iglesia Católica podía engañar a un número suficiente de personas para que participaran en marchas que dieran la falsa impresión de un levantamiento popular contra el gobierno electo de Nicaragua.

Al igual que sus aliados políticos en el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS) de centro-derecha, el Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM) y organizaciones feministas sin fines de lucro, por ejemplo el recientemente suprimido Centro de Información y Asesoramiento en Servicios de Salud (CISAS), engañaron a sus simpatizantes extranjeros fingiendo a la izquierda pero yendo a la derecha. Su retórica parece ser progresista, pero su práctica es profundamente antidemocrática.

No sólo han hecho tratos en secreto con lacayos imperialistas como los embajadores estadounidenses Paul Trivelli, Robert Callahan y Laura Dogu. También se aliaron con políticos nicaragüenses de extrema derecha, como lo hicieron en 2008 con Eduardo Monteleagre, mientras coludían con los líderes empresariales antiobreros de Nicaragua y con familias oligárquicas despiadadas como los Chamorro.

Cables de la Embajada de los Estados Unidos publicados por Wikileaks, documentan que funcionarios de la embajada de los Estados Unidos auspiciaron reuniones con líderes del MRS como Mónica Baltodano, una diputada del MRS en la legislatura de Nicaragua, en las que discutieron la estrategia política del MRS.

En abril del 2007, funcionarios de la embajada de Estados Unidos se reunieron con líderes perennes del MAM, Sofía Montenegro, Azahalea Solís, Jamileth Mejía, Patricia Orozco y también con Zoilamérica Narváez, conocida por sus acusaciones de 1998 contra el presidente Daniel Ortega y Rosario Murillo. Después de la reunión, el embajador de Estados Unidos, Paul Trivelli, señaló que el «apoyo de larga data de la embajada a Zoilamérica… ofrece el potencial para ayudar a forjar alianzas con mujeres de la sociedad civil, los medios de comunicación, el sector privado y las ONG».

La relación de Narváez con las autoridades estadounidenses se remonta a mucho antes de 2007. Después de una reunión con Narváez en marzo de 2006, los funcionarios de la embajada de EE.UU. señalaron que «quiere asegurarse de que el gobierno de EE.UU. continuará apoyándola incluso después de las elecciones de noviembre, cualquiera que sea su resultado.

“Ella cree que en el pasado, el gobierno de los EE.UU. sólo ha promovido activamente su caso en el período previo a las elecciones nacionales y ha perdido interés a partir de entonces». En esa misma reunión, Narváez detalló otras organizaciones sin fines de lucro financiadas por Estados Unidos que la apoyan y un itinerario para visitar los Estados Unidos, para lo cual solicitó la ayuda del gobierno de los Estados Unidos.

En mayo de 2006, el embajador Trivelli ratificó que la embajada había financiado la solicitud de Narváez, informando que «la Embajada está utilizando sus fondos para la democracia para ayudar a Narváez a avanzar en su propio caso, así como para fortalecer su Fundación Sobrevivientes».

Más tarde en 2006, el embajador Trivelli confirmó que el gobierno de Estados Unidos había organizado visitas de Narváez a Washington y Miami en junio y octubre de ese año electoral, incluyendo a la CIDH y para una entrevista televisiva con Univisión. Esperaban influir en las opiniones de los votantes nicaragüenses en contra de Daniel Ortega.

Pero ese intento de manipulación llegó apenas dos años después de que Narváez se reconciliara muy públicamente con su madre, Rosario Murillo, en 2004. En noviembre de 2006, Trivelli señaló que, tras la victoria electoral de Daniel Ortega ese mismo mes, Zoilamérica Narváez llamó a un funcionario político de la embajada de Estados Unidos para decirle que «está más decidida que nunca a continuar su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos».

Sin embargo, en 2008, Narváez escribió formalmente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para pedirles que abandonaran el caso tras otra reconciliación con su familia. A los 8 minutos y 53 segundos de una entrevista en 2006, el entonces Presidente Enrique Bolaños expresó su opinión de que Zoilamérica estaba buscando dinero.

El veterano de los escuadrones de la muerte de Honduras e Irak, Robert Callahan, tomó el relevo de Paul Trivelli en 2008 y continuó consolidando la colaboración de líderes feministas del MRS como Mónica Baltodano, Sofía Montenegro y otras con la embajada de Estados Unidos.

En febrero de 2010, Callahan recomendó que se aprobaran 100 mil dólares del gobierno de Estados Unidos para financiar el trabajo político del MAM, en el que «el MAM contaría con el apoyo del Centro de Información y Asesoría en Servicios de Salud (CISAS)». Así que, ya en 2010, CISAS estaba violando su estatus de organización sin fines de lucro al trabajar directamente con la organización política MAM, parte del MRS y de la alianza opositora de Nicaragua, incluyendo la extrema derecha nicaragüense.

A lo largo de este período, CISAS y organizaciones sin fines de lucro como CINCO, de Carlos Fernando Chamorro; IEEPP, de Félix Maradiaga; Hagamos Democracia y varias otras organizaciones sin fines de lucro nicaragüenses, violaron rutinariamente su condición de organizaciones sin fines de lucro porque participaban directamente en actividades políticas de uno u otro tipo.

En 2008, el gobierno del Presidente Ortega llevó a cabo una revisión del sector sin fines de lucro del país, fortaleciendo los requisitos de presentación de informes y tratando de asegurar el cumplimiento de los requisitos legales de las organizaciones sin fines de lucro.
En el curso de esa revisión, las autoridades nicaragüenses descubrieron que CINCO, había estado pasando dinero de agencias de desarrollo europeas como OXFAM, bajo la mesa a la organización política MAM.

Aun así, después de la investigación, la controversia se disipó y las organizaciones sin fines de lucro financiadas por Estados Unidos volvieron a sus acusaciones rutinarias, francamente contradictorias de dictadura contra el Presidente Ortega.

En los Estados Unidos, los medios de comunicación y las autoridades estadounidenses crucificarían a las activistas de mujeres o a las organizaciones sin fines de lucro si hubieran conspirado con funcionarios de las embajadas de Rusia o China para influir en la política interna de los Estados Unidos.

Pero aplican un doble rasero cuando Estados Unidos interfiere ilegalmente en la política interna de países como Cuba, Nicaragua o Venezuela. Esta historia de las feministas nicaragüenses y sus aliadas es esencial para entender por qué el intento de golpe de Estado de la oposición en Nicaragua fracasó en 2018. Los cables de la embajada de Estados Unidos revelan que todas ellas son oportunistas mercenarias sin principios.

Dora María Téllez, Mónica Baltodano, las líderes feministas del MRS del MAM y del sector sin fines de lucro antigubernamental y de orientación feminista, han sido todas colaboradoras del gobierno estadounidense de una u otra manera.

Todos ellos trabajaron junto con otros aliados de Estados Unidos en Nicaragua, incluyendo el sector empresarial privado, activistas estudiantiles no representativos de universidades principalmente privadas, oligarcas como la familia Chamorro, la reaccionaria jerarquía de la Iglesia Católica, caudillos rurales asesinos como Medardo Mairena e incluso el crimen organizado.

La violenta ofensiva de esta alianza engendrada en 2018 fue categóricamente derrotada por el pueblo nicaragüense y su gobierno. Pero los progresistas estadounidenses y europeos siguen apoyando la intervención neocolonial en Nicaragua, encarnando la misma lógica desleal que sus protegidos locales: fingir a la izquierda, ir a la derecha.

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