Frei Betto*
Esta es la hora de los simuladores y los arribistas. Abajo los políticos y bienvenidos los que encarnan políticamente la antipolítica, como Bolsonaro en Brasil, Trump en los Estados Unidos, Macri en Argentina, Macron en Francia, etc.
En Ucrania, el comediante Volodymyr Zelenskiy, sin un partido estructurado, fue electo presidente con el 73% de los votos.
Una poderosa maquinaria ideológica que favorece la privatización del Estado, induce al pueblo a no creer más en los políticos, los partidos y el poder público. Ahora, cada quien para sí y Dios para mí.
Después de la satanización del socialismo es el turno del repudio a la democracia liberal volcada a la promoción de la igualdad de derechos. Ni el pacto que sentó las bases del Estado de bienestar social merece crédito.
Las desigualdades se profundizan. Y el sistema ya no enfrenta como un problema, sino como una solución, el creciente endeudamiento de los pobres y el enriquecimiento de los ricos.
En el filme Batman, el caballero de las tinieblas, el Joker sugiere: “Introduzca un poco de anarquía. Perturbe el orden vigente y todo se convierte en caos. ¿Y sabe cuál es la clave del caos? ¡El miedo!”
El miedo lleva a las personas a cambiar libertad por seguridad. Los condominios de los ricos son verdaderas cárceles de lujo. Los gastos dedicados a empresas de seguridad, blindaje de vehículos y equipos de control son exorbitantes. Y el gobierno se transforma en propagandista de la industria bélica.
La paz que todos anhelamos no será fruto de la justicia, sino de la correlación de fuerzas. ¡Compren armas, inscríbanse en academias de tiro, transformen sus casas en un arsenal! ¡Patria armada, Brasil!
Si el Estatuto de Desarme, la luz amarilla para la posesión y la portación de armas, no impide que los delincuentes tengan armas privativas de las fuerzas armadas, es fácil imaginar cuando se encienda la luz verde. Brasil, campeón mundial de homicidios con más de 60 000 asesinatos por año, recibe ahora un incentivo estatal para el comercio de armas.
Y el gobierno no se pregunta en ningún momento por las causas de tamaña violencia. Combatir sus efectos equivale a tratar de apagar un incendio con gasolina. Como decía Darcy Ribeiro, mientras menos escuelas, más cárceles.
Muchas son las propuestas para reducir los gastos del gobierno, coronadas por la “milagrosa” reforma de la seguridad social. Y nada de medidas para recaudar más.
No es a gritos que se gobierna una nación y se promueve el desarrollo. Gobernar exige algo que muchos electores no quieren y no saben hacer: política. El arte de buscar consensos y erradicar las causas de los problemas más graves. Pero, eso no es cosa de aficionados.
* Fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación.