Guerra híbrida cultural contra Nicaragua

Sara Rosenberg*

Ha pasado mucho tiempo desde los papiros de Elefantina, las técnicas de guerra se han refinado y abarcan muchos más campos, como es el de la guerra ideológica-cultural, que ataca directamente a la conciencia humana usando la palabra como un virus. Lo que se mantiene intacto es el sentido de la palabra “mercenarius”, el que trabaja o guerrea por una paga, y su triste destino.

La clase dominante estadounidense tampoco ha variado en su afán de dominar y expoliar a otros pueblos; jamás ha escatimado en argucias, estratagemas y en el uso de la violencia. El objetivo ha sido imponer su modelo político-económico y simbólico en el mundo y en especial en América Latina, a la que desde la doctrina Monroe considera su “patio trasero”.

En este momento, la guerra ideológica y cultural contra Nicaragua está en su punto álgido, y como siempre, las élites estadounidenses han cooptado/comprado a grupos de las elites criollas (“mercenarios”) para llevar adelante esta tarea ya clásica llamada guerra de contra-información y propaganda. Cuentan para ello con poderosos medios, sobre todo si tenemos en cuenta que el poder mediático está en manos de cuatro o cinco grandes corporaciones que son una especie de granja de engorde de la mentira y su difusión. Plumas mercenarias de todos los colores baten sus alas y reciben el alpiste.

A pesar de su inmenso poder mediático, estas aves mercenarias han sido contrarrestadas por el gobierno nicaragüense. Batiendo sus carroñeras alas en escenarios bien iluminados, estos “merce-políticos e intelectuales” ya no solo tratan de desestabilizar y atentar contra la democracia y la voluntad popular, sino que piden y suplican al imperio una intervención contra su propia patria, una intervención militar más en una tierra que tantas intervenciones criminales ha sufrido. Como dije, el concepto de mercenario se ha refinado y adoptado un carácter patricida.

En Nicaragua, estos sujetos internos, estos “merce-políticos” han desarrollado dos formas oprobiosas de propiciar la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos. Y precisamente en esto, la familia Chamorro tiene un amplio historial.

La primera forma, quizá la más común, es actuar directamente pidiendo en los salones de la Casa Blanca, del Congreso o por interpuestas personas, agresiones en contra del país para derrotar al Gobierno Sandinista, debido a que saben que el pueblo no les dará oportunidad de ganar el gobierno por la vía democrática.

Está demostrado: en las más recientes elecciones regionales del 2019, el Sandinismo, -incluso después de haber derrotado el fallido intento golpe de Estado-, obtuvo una incontestable y contundente victoria, que mostró una vez más la confianza del pueblo nicaragüense en su proyecto de transformación.

La otra forma de la que se valen estos merce-sujetos, es simultánea y usa a un determinado “establishment” que gravita y potencia con un fuerte eco mediático la difamación del gobierno y amplía así la invocación a las intromisiones extranjeras. Un merce-teatro muy bien articulado.

Así funciona la guerra híbrida-cultural y el embate imperialista contra la Nicaragua Sandinista de hoy. Primero han aupado “en el mundo de la cultura” a una serie de merce-sujetos que propagan mentiras en las plataformas, en las redes y en la prensa corporativa, que actúa como “máquina de guerra mediática”, muy lejos de lo que podría ser el periodismo o la comunicación.

Estos merce-sujetos son camaleónicos (mis disculpas al hermoso camaleón), saben mutar y saben cómo mimetizarse y como reptar en las ciénagas imperiales para denigrar los avances logrados por el sandinismo en Nicaragua. Anteriores mutaciones les garantizan el gran eco mediático que a fuerza de repetición y tergiversación trata de inocular en el público (y en lo público) la imagen falsa sobre la realidad nicaragüense. Escritos, artículos de opinión, entrevistas, frases descontextualizadas, grandes dosis de eufemismos, pero todo cargado de odio y toxicidad contra del modelo sandinista que beneficia a las grandes mayorías en Nicaragua.

Estos merce-sujetos obtuvieron su reconocimiento al amparo de la Revolución, a la que hoy atacan cínica y despiadadamente. Desde los años noventa se unieron al “reajuste” del llamado nuevo orden mundial, lo que significó renegar de sus endebles principios (si es que en realidad los tuvieron alguna vez) para plegarse primero de forma sibilina y después sin tapujos ni vergüenza al pensamiento y la práctica exigidas por Washington.

Es el mismo modelo del novelista peruano Mario Vargas Llosa, que cumple la desgraciada función del cínico “merce-sujeto”, que en nombre de su supuesta y tan mentada “democracia” ahora apoya al fujimorismo, al que antes denostaba. Capacidad de rápida mutación dentro siempre de los mismos parámetros: apoyar al amo imperialista.

Es lo que sucede con gente como los Ramírez o Belli, que después de fracasar en su propia tierra se han convertido en una especie de “intermediarios culturales”, en “merce-intelectuales” al servicio del discurso hegemónico de USA y la UE contra el sandinismo.

Estos merce-intelectuales distorsionan con un claro objetivo. Hacen un manejo tendencioso de conceptos, posverdades y sofismas que no ocultan su motivación principal: el odio al sandinismo y la exaltación del modelo capitalista-neoliberal, imperial-occidental. Dos motivos inseparables que explican que no hayan tenido ningún reparo para estar en fórmulas electorales con banqueros corruptos, con neoliberales a ultranza, en elecciones como las de los años 1996, 2001 o 2006.

Por eso no nos sorprende que estos merce-intelectuales sean tristes y meros divulgadores del “american way of life”, que sean protagonistas de la vieja y pésima opereta de una América Latina “necesitada” de la intervención de los Estados Unidos. ¿Quizás si no formaran parte de esta operación nefasta, destinada a tratar de anclar al continente a los designios de Washington, serían algo o alguien? ¿Tienen acaso alguna capacidad intelectual, verdaderamente humana y creadora como propone y realiza el humanismo socialista? Triste destino, diría el Fausto.

Mientras observan cómo la Nicaragua Sandinista avanza y no se doblega, ellos rugen, se irritan y pervierten cada día más la palabra necesaria: la palabra verdad. Triste destino correr en contra del viento de la historia, cargada de dificultades, pero también de esperanza y de victorias.

* Novelista, Dramaturga, Analista Política, Ensayista. Miembro de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN.

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