Hace un año el pueblo de Nicaragua, que gozaba tranquilamente de la paz y la bonanza económica que propiciaba el gobierno sandinista, fue golpeado por una sangrienta revuelta financiada por Estados Unidos y encabezada por obispos de la iglesia católica, el MRS, empresarios, ONG opositoras y grupos de jóvenes a los que de previo sus mentores les habían envenenado el alma.
Tras casi tres meses de mantener secuestrado al país, dejaron un saldo de más de 200 personas asesinadas, inmensos daños a la economía, casi 300 mil desempleados y una secuela que persiste como metástasis del mal que carcome las entrañas de los derrotados golpistas.
La calma mostrada durante esas fechas aciagas por el presidente Daniel Ortega, que creyó en la buena voluntad de los miembros de la Conferencia Episcopal, ignorando que eran cabecillas del intento de golpe de Estado, hizo creer a los conjurados que era cuestión de semanas para que el líder sandinista huyera hacia Cuba y dejara abandonados a sus millones de seguidores.
Al final todo fue una simple quimera para ellos, no obstante, los golpistas de la autodenominada “Alianza Cívica” continúan sin resignarse y pese a que mostraron signos de querer buscar un entendimiento pacífico, en el fondo no parecen desear diálogo, convivencia pacífica ni ninguna otra cosa que beneficie al país y a la ciudadanía. Buscan el poder a como sea y la última opción que les queda tras fracasar en su sangrienta revuelta del año pasado, es obtenerlo de manos de Estados Unidos.
No quieren ningún acuerdo para que el país retorne al exitoso cauce económico que llevaba antes del 18 de abril del año pasado, porque eso significará su eliminación como opositores que apostaron a la violencia y al crimen a fin de lograr que la oligarquía, encabezada por la familia Chamorro, retorne al poder.
Hasta donde sabemos, son tres los miembros de la familia Chamorro con aspiraciones presidenciales: Carlos Fernando Chamorro Barrios, su hermana Cristiana y el primo de ambos Juan Sebastián Chamorro García. Hubo otro de esta rama que también llegó a acariciar la idea de sentarse en el solio presidencial, pero sus ambiciones colapsaron al vender El Nuevo Diario.
Todos están convencidos de que tienen mandato divino para decidir sobre los destinos de Nicaragua, mismos que por cierto han sido funestos en poder de los oligarcas, que solo se preocupan por engrosar sus cuentas bancarias y otras posesiones patrimoniales.
Clasistas, racistas, hegemonistas y oportunistas, no tuvieron empacho en aliarse con los marginales del MRS para enfrentar al sandinismo nucleado en torno al presidente Daniel Ortega.
Fueron las ansias irrefrenables de poder las que los llevaron a ensangrentar el país, destruyendo de paso la boyante economía que disfrutábamos. Al asesinar a más de 25 policías y decenas de militantes y simpatizantes sandinistas, quemaron todas sus naves, como una señal a sus criminales seguidores de que no había vuelta atrás.
Por eso los golpistas continúan aferrados a la culminación del golpe. De haber triunfado el año pasado, de seguro habrían barrido con los mandos policiales, con los oficiales y agentes con mayor antigüedad, debido a que sus relaciones con la institución garante del orden interno están seriamente fracturadas.
La militancia del FSLN y los simpatizantes también habrían sufrido las consecuencias. Basta ver los videos y fotos que los mismos asesinos subieron a las redes sociales, para hacerse una idea de la sed de sangre que todavía los embriaga.
En la mente de los oligarcas aún bullen las recomendaciones de algunos de los mengalos que por décadas han medrado cerca de sus mesas en busca de las migajas que puedan caer al suelo.
¿Recuerdan a algunos de sus ideólogos que aconsejaban llegar a El Carmen para asesinar al presidente Daniel Ortega y a su familia? Una vez logrado el magnicidio, Nicaragua sería testigo de una orgía de sangre pocas veces vista.
¿No hubo acaso un sujeto –ahora autoexiliado- que recomendó matar a 3 millones de nicaragüenses (sandinistas) a fin de provocar una intervención humanitaria de Estados Unidos? ¿Y el que pedía un portaviones?, ¿y el obispo perdonavidas que pidió al comandante Daniel Ortega mejor dejara el poder porque no querían matarlos a él y a su familia? ¿Y la periodista tica que dirigió ataques contra el pueblo en Masaya y Granada?
Hubo renuncias en cascada de periodistas de medios de la derecha, que de inmediato se autoexiliaron en Costa Rica desde donde pensaban regresar triunfantes, reeditando así la exitosa aventura de algunos de sus colegas somocistas que en los años 90, después de retornar de Estados Unidos, amasaron grandes fortunas a la sombra de padrinos neoliberales.
También empleados que renunciaron en la mayoría de instituciones, entre ellos algunos que ganaban súper salarios y creyeron que con el nuevo gobierno golpista, puesto y entradas económicas les serían mantenidos.
Abril es el mes clave para los frustrados golpistas. El 18 de este mes se cumple un año del inicio de sus sanguinarias acciones, con las que creyeron estar seguros de derrocar al gobierno sandinista del comandante Ortega.
No lo lograron, pero persisten en sus intentos pese a que el sector poblacional que se dejó sorprender con el cuento de que las reformas del INSS afectaban directamente a los ancianos, “ya no les cree ni el bendito”.
En aquel momento sorprendieron al pueblo, cuya vida discurría tranquila después de más de una década de mandato del FSLN, que había logrado situar al país como el más seguro de Centroamérica y con uno de los índices más grandes de crecimiento en América Latina.
Desde antes de las elecciones de 2006, los sectores ultra reaccionarios de Estados Unidos los habían reclutado a fin de desaparecer completamente al FSLN y a sus seguidores. Las ONG que hoy utilizan en contra del pueblo, fueron en muchos de los casos un instrumento que el partido rojinegro les ayudó a formar a fin de que enfrentaran los tiempos duros que se avecinaban con el neoliberalismo en el poder.
Al detectar su debilidad ideológica y las ansias que tenían de enriquecimiento, uno por uno fue cayendo en las garras del imperio, de la mano de sus antiguos enemigos oligarcas. Traicionaron no solo a sus viejos camaradas, si no sus más elementales principios, al punto de ver al que llamaban “enemigo de la humanidad”, como el único salvador de la “democracia” que ahora pregonan.
Así fue que tras fracasar en evitar que el FSLN retornara al poder, empezaron a oponerse a todo lo que el gobierno sandinista hacía. El tema del canal interoceánico los unió con Colombia, Costa Rica y los mismos Estados Unidos, que ven en la magna obra un peligro para su hegemonía política y económica en la región.
Igual ocurrió con el incendio en la reserva Indio-Maíz, que les sirvió para “calentar las calles” y preparar a los prosélitos
Luego llegó lo de las reformas al INSS y por poco destruyen el país apoyados y dirigidos de cerca por los sectores ultraderechistas de Estados Unidos.
Pero poco a poco las cosas están volviendo a su lugar. La paz vuelve a respirarse en los cuatro puntos cardinales y los intentos de reeditar sus sanguinarias acciones del año pasado, quedarán en eso: intenciones. No permitiremos que vuelva a abrirse la puerta del infierno.