REUTERS/Carlos Garcia
El pasado 2 de junio, una pequeña revuelta en la zona central de Caracas copó noticieros y redes de Internet. Medios de prensa capitalinos calificaron los eventos como «saqueos», en medio de la avalancha de noticias diarias sobre las dificultades de los venezolanos para adquirir alimentos básicos.
Situación agudizada en los últimos tres años y que el Gobierno enfrenta declarándola ‘guerra económica’.
Acá no tienen que preocuparse por pagar impuestos, que son casi inexistentes o pagar los servicios que cuestan casi nada
Sobre lo ocurrido en las inmediaciones del centro capitalino, el alcalde Jorge Rodríguez explicó: «Hemos encontrado una situación peculiar en algunos negocios pequeños de las avenidas principales de Caracas, dedicados a otros ramos: ferreterías, venta de plásticos, panaderías, que de repente empiezan a vender productos subsidiados por el Gobierno Revolucionario y lo hacen descargando los camiones a mitad de la mañana para que se generen estos focos de disturbios», dice una nota del portal Alba Ciudad.
Que una ferretería ponga a la venta alimentos de primera necesidad cuadruplicando o quintuplicando su valor real, no es extraño en esta nación suramericana, forma parte del fenómeno que en Venezuela se conoce como ‘Bachaqueo’.
El límite
Luego de tres años en los que la gente ha tenido que hacer largas filas para adquirir alimentos, experimentar con controles biométricos para evitar que una sola persona acumule alimentos que pueden surtir a 50 familias o soportar que (semana a semana) los productos cambien de precios (siempre al alza); la pregunta es ¿por qué no ha estallado Venezuela?
Los empresarios estiman que el problema estriba en la falta de dólares preferenciales para la producción. La oposición política cree que todo se soluciona cambiando de presidente. Mientras el desabastecimiento inducido y una inflación irreal son pan diario para el común de las personas.
Marcos Salgado, es un periodista argentino que ha trabajado como corresponsal en toda Sudamérica y desde hace 10 años reporta desde Caracas. Con su fino ojo periodístico aporta varios elementos importantes para el análisis.
«La situación de crisis no estalla ¿por conciencia política? ¿por lealtad? o ¿por qué no hemos llegado a un punto extremo? Eso no se ve muy claro».
Lo que sí es cierto, dijo a RT, es que las personas se concentran a diario en el cómo obtener los alimentos, esa resulta la mayor preocupación, «pero a diferencia de otros países de la región, acá no tienen que preocuparse por pagar impuestos, que son casi inexistentes o pagar los servicios que cuestan casi nada ¡A ver! Un paquete de harina de maíz vendido a precios especulativos, cuesta más que la renta mensual por el servicio de Internet. Eso le da un colchón a la gente».
Propaganda vs. realidad
Otro aspecto relevante, dice Salgado, es el que va al centro de la propaganda política: ¿Hay hambre en Venezuela, tal y como la pregonan los medios cartelizados y algunos voceros políticos?
Los Clap son el primer gran intento del Estado para meterse a profundidad en el tema del bachaqueo
«Todo indica que en la crisis actual la gente está comiendo peor. Ahora, hambre endémica, desnutrición generalizada, eso no existe en la actualidad. Hace poco la agencia AP hizo un trabajo sobre gente que supuestamente come de la basura. Eso también es inexistente a una escala considerable, pero eso es noticia porque es Venezuela y esa misma temática no lo será en la Argentina de Macri, ni en Colombia, mucho menos en España. Acá, hoy, se come peor pero no hay hambre ¿Cuánto hay de campaña y cuánto en la vida real?», se pregunta.
Apuntando soluciones
El gobierno de Nicolás Maduro ha experimentado varias vías para enfrentar el desabastecimiento, la inflación y el fenómeno del bachaqueo. Recientemente fueron creados los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (Clap). Una iniciativa diseñada para que grupos organizados de las comunidades, en sectores bajos de la población, puedan vender, casa por casa, de forma directa, alimentos de la cesta básica a precios reales. Con ello se trata de saltar a las mafias que controlan la cadena de distribución comercial.
«Los Clap son el primer gran intento del Estado para meterse a profundidad en un tema muy complejo que es el bachaqueo de alimentos. Es un problema concreto que el Gobierno no ha podido contener. Digo más, le ha costado mucho contener y dimensionar. Se trata de la primera intervención seria porque ataca un punto nodal del bachaqueo. Si bien estos comités no son un sistema perfecto, es un buen experimento», considera Salgado.
Poder del pueblo
Para la organización popular venezolana el actual problema económico no es la producción de alimentos, sino la dependencia que tiene Venezuela de las importaciones.
«Tenemos que crear un sistema socialista de producción y distribución de alimentos, eso nos pondría a años luz de los que quieren arrodillarnos por hambre y ocultando o encareciendo los alimentos».
Para esta red de ciudadanos, explicó Rivas en conversación con RT, los Clap son una herramienta importante por varias razones.
«Los Clap se convierten en la síntesis donde confluyen los actores de la gran variedad de organizaciones populares que hoy hacen vida en nuestras comunidades. El Gobierno quiere poner en manos del pueblo organizado la relación directa entre los productores y los consumidores finales».
Plataforma Política
Para la Reddsa es importante señalar que el bachaqueo no solo ataca al Gobierno, sino que el contubernio empresarios-políticos, le ha generado un saldo político importante a la oposición a Maduro, sobre todo por los niveles de angustia producidos en el pueblo.
«Por eso ya empezaron a atacar a los Clap. Porque por primera vez hemos sorteado las grandes cadenas de distribución creadas por Rockefeller a través de sus redes de supermercados. Los Clap le quitan a la oposición su carta de capitalización política y dejan un gran saldo organizativo, por eso nos satanizan», dice Rivas.
Ernesto J. Navarro