El belga marca su primer gol en su sexto partido con el Madrid, en un encuentro en el que los blancos ganaron en orden con la vuelta de Casemiro y se desinflaron al final
La primera de las grandes esperas del verano madridista se alivió ayer con el estreno goleador de Eden Hazard en su sexto partido de blanco. El tanto permitió la segunda victoria del Madrid en la pretemporada, algunas alegrías del belga en ataque, y poco más en un partido en el que destacó el orden que trajo el regreso de Casemiro. Se desahogó Hazard, pero de fondo latía aún la incomodidad de otra de las grandes esperas: como la semana pasada para la Audi Cup, Gareth Bale, la compra más cara del club antes del belga, ni siquiera viajó y ese nudo fundamental en la reorganización del equipo sigue sin deshacerse.
Antes de la novedad del gol de Hazard, se produjo otra que también enderezaba una anomalía que se había ido asentando como costumbre. Al Madrid no le marcaron pronto. Apenas lo inquietaron en 25 minutos, cuando el japonés Minamino se encontró a solas con Courtois y echó el balón fuera.
Habían cambiado varias cosas, empezando por el rival, el de menos empaque de la pretemporada. El Red Bull Salzburgo domina con holgura el campeonato austriaco (ha ganado las seis últimas ligas, diez de las últimas trece), pero aún no ha pisado el último territorio competitivo, la Champions. Este curso se estrenará en la fase de grupos después de alcanzar el pasado las semifinales de la Europa League. Después de pasar los tragos de Bayern, Arsenal, Atlético, Tottenham y Fenerbahce (única victoria blanca), el empuje de los austriacos les alcanzó para contener a los de Zidane durante un cuarto de hora.
Ese tramo sirvió para poner a prueba la salida desde atrás a partir de otra de las novedades, una defensa de tres centrales en la que Militão se estrenaba como titular. Ausente del principio de la pretemporada después de ganar la Copa América con Brasil, dispuso de 45 minutos, que le dieron hasta para aventurarse a cabalgar cruzando el campo hacia el ataque.
El equilibrio de Casemiro
También se estrenó Casemiro, eje y ancla de un centro del campo de cinco que, mientras duró la frescura, completaban por fuera Carvajal y Marcelo. El efecto de la presencia de Casemiro fue notable, una especie de bálsamo de equilibrio y consistencia. De él hacia atrás, el equipo pareció haber encajado.
Por delante, todavía un cierto páramo. Las operaciones de ataque las dirigía Benzema, colonizador de casi medio estadio, donde se engranó sobre todo con Marcelo y Hazard, que ha ganado un punto de velocidad, otro de precisión y otro de resistencia a las embestidas de los rivales. El belga se va afilando y eso da aire a un Madrid al que le cuesta hacer daño desde la medular.
Con Benzema amenazó casi siempre a la carrera. La destilación fue el gol, un fogonazo sin discurso, pura estampida. La jugada empieza con Courtois tirándose en plancha entre dos atacantes y lanzando con la mano al ataque a Benzema, que prolonga sin pausa hacia la carrera de Hazard. El belga alcanza la frontal, recorta y marca. Un suspiro. También un alivio que impulsó al belga. Rondó el gol más que otras tardes, aunque ya no volvió a acertar ni mano a mano con Stankovic.
Las buenas noticias para el Madrid se limitaron a ese primer tiempo de orden y destellos. Después del descanso, ya sin Casemiro, el equipo se desinfló como si ya hubiera cumplido aquello que había ido a hacer a Salzburgo. El Red Bull, más tozudo, incomodó a los blancos, que se acostumbraron a vivir en su campo, más vulnerables con Valverde en el eje y la energía de los costados bastante consumida.
La pasarela de cambios no añadió nada, salvo la constatación de que, con Jovic, Benzema necesita manejar un lenguaje distinto que el que le permite entenderse con Hazard. El serbio, que volvía después de lesionarse hace diez días contra el Atlético, dejó un disparo seco después de un recorte y luego se perdió en el tráfico de las sustituciones y los ataques del Salzburgo en el que terminó desorientado hasta Vinicius.
El equipo de Zidane no produjo más hacia delante, pero logró no descoserse tanto atrás, donde nada inquietó a Courtois, otra novedad.