Irán: Pezeskhian continuará camino de buena vecindad de Raisi

 

Xavier Villar | HispanTV

En su primer discurso posterior a las elecciones, el líder de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, expresó su gratitud a todos los candidatos, destacando la necesidad de aprovechar las capacidades nacionales «para el bienestar y el progreso del pueblo». También añadió que «con la gracia de Dios, la gran nación de Irán celebró elecciones libres y transparentes, eligiendo a un presidente con una clara mayoría de votos.»

El ayatolá Jamenei describió las elecciones como «una respuesta brillante e inolvidable a los boicots fabricados por los enemigos». Además, aconsejó a Pezeshkian que «confíe en Dios, aspire alto y siga el camino del mártir presidente Raisi».

El «recordatorio» del Líder de continuar el camino del presidente Raisi puede interpretarse como la necesidad de que el país mantenga la conocida política de «buena vecindad» desarrollada por el gobierno anterior.

Este principio de buena vecindad requiere abstenerse de cualquier acción que pueda perturbar las relaciones entre dos países vecinos. En otras palabras, implica el desarrollo de relaciones normales y pacíficas entre naciones adyacentes, algo considerado esencial por el gobierno iraní.

La visión más importante y completa del presidente Raisi sobre la política de vecindad se presentó durante su discurso en la septuagésima octava sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2023.

En este discurso, por primera vez, Raisi destacó la «vecindad» junto con la «convergencia,» proporcionando una perspectiva más clara sobre la política de vecindad y sus marcos discursivos: «En un momento en que algunas potencias están llevando al mundo hacia más guerras, la República Islámica de Irán ha elevado la política de ‘vecindad y convergencia,'» afirmó en la conferencia.

Según él, la política de vecindad no trata simplemente de las relaciones con los países vecinos, sino más bien de una política regional amplia, integral, orientada a resultados y mutuamente beneficiosa.

«La política de vecindad es una política benévola para la región, y en este sentido, la cooperación económica integral y el fortalecimiento de los lazos infraestructurales están a la vanguardia de las prioridades regionales,» dijo.

Durante ese discurso en las Naciones Unidas, el presidente Raisi también enfatizó la necesidad de una estrategia de seguridad regional conjunta, basada en la búsqueda de soluciones intra-regionales y sin interferencia extranjera.

«En términos de seguridad, la política de vecindad buscaba garantizar una seguridad sostenible a través de la cooperación intra-regional y prevenir la intervención extranjera. Desde el Cáucaso hasta el Golfo Pérsico, cualquier presencia extranjera no solo no formaba parte de la solución, sino que era en sí misma un problema. Considerábamos la seguridad de nuestros vecinos como la nuestra, y cualquier inseguridad para ellos era inseguridad para nosotros,» afirmó.

Hosein Amir Abdolahian, como ministro de Relaciones Exteriores y quien estuvo a la vanguardia en la implementación de la visión de política exterior del presidente Raisi, siempre destacó el desarrollo integral de las relaciones con los vecinos como uno de los ejes fundamentales de la doctrina de política exterior del gobierno de Raisi.

El hecho de que el Líder Supremo mencionara a Raisi como ejemplo en su primera reunión con el presidente recién electo, también puede interpretarse como una recomendación al nuevo gobierno. En este sentido, es importante señalar que Pezeshkian mismo enfatizó repetidamente durante la campaña electoral la necesidad de alcanzar un nuevo acuerdo con Occidente para facilitar la suspensión de las sanciones económicas.

Se espera que el nuevo gobierno intente reanudar las negociaciones, las cuales deben contar con la aprobación del Líder Supremo, quien ha enfatizado constantemente que la diplomacia es aceptable siempre que se realice dentro de un marco que respete la honestidad de ambas partes y evite la opresión durante las conversaciones.

Es relevante recordar que el actual Líder Supremo, en consultas de 2015, afirmó públicamente que si el acuerdo se implementara completamente y Estados Unidos mostrara buena voluntad, se podrían discutir y alcanzar compromisos sobre otros temas.

Desde la perspectiva iraní, la falta repetida de voluntad política por parte de Washington indica que Occidente, como ideología, sigue siendo un poder «opresor» que sobrepasa los límites de la justicia mediante la dominación y la opresión de otros. Por lo tanto, la República Islámica ha insistido desde el principio en una serie de condiciones indispensables para garantizar la presencia de justicia dentro del acuerdo nuclear.

En este sentido, el fracaso del acuerdo nuclear firmado en 2015 por la administración de Rouhani puede entenderse como un reconocimiento político de la falta de honestidad y compromiso por parte del Occidente. La desconfianza existente, junto con la creencia de que este bloque nunca actúa de buena fe en sus relaciones con la República Islámica, forma parte de su perspectiva ideológica.

El abandono unilateral del acuerdo no solo confirma esta visión política, sino que también responsabiliza a la administración de Rouhani por no mantener una postura más firme en las negociaciones y por no introducir cláusulas en el acuerdo que penalizaran dicha posibilidad.

Debe quedar claro que, en el ejercicio de su rol constitucional, el Líder Supremo aconsejó a la administración de Rohani que las negociaciones debían proseguir bajo ciertas condiciones, y posteriormente dio luz verde al presidente para manejarlas. Esto implica que el fracaso de Rohani y su equipo negociador en evitar la violación inicial del acuerdo por parte de Estados Unidos es un fracaso de la administración y no de la República Islámica.

Las dificultades que enfrenta el nuevo gobierno son prácticamente las mismas que tuvo que afrontar la administración de Raisi: el genocidio en Palestina, la posibilidad de un enfrentamiento entre Hezbolá e Israel, las sanciones económicas y su levantamiento, siguiendo el mandato del ayatolá Jamenei de abordar este tema desde la perspectiva de la dignidad islámica, la posición de la UE hacia Irán y la necesidad de profundizar la política de «mirar hacia Oriente».

Esta estrategia busca fortalecer las conexiones políticas, económicas y estratégicas con países del hemisferio oriental, especialmente en Asia, mientras se reduce la dependencia del Occidente.

Desde la perspectiva del equilibrio institucional de Irán, el nuevo presidente necesitará negociar con otras instituciones responsables de configurar la política exterior del país, como el Líder Supremo y el Consejo Supremo de Seguridad Nacional (CSSN).

Sin embargo, deberá hacerlo respetando las líneas rojas políticas que definen la República Islámica, como se establece en el Artículo 152 de la Constitución: «La política exterior de la República Islámica de Irán se basa en defender los derechos de todos los musulmanes, no alinearse con superpotencias hegemónicas y mantener relaciones pacíficas con todos los estados no beligerantes».

Evidentemente, la negociación, considerando que es responsabilidad constitucional del CSSN definir políticas que afectan a la defensa y la seguridad, implica una colaboración entre el gobierno y otras instituciones para diseñar e implementar políticas que resulten más ventajosas para la República Islámica en el ámbito de las relaciones exteriores.

Finalmente, resulta interesante detenerse y analizar las críticas que muchos medios de comunicación occidentales y expertos dirigen contra las elecciones en Irán, calificándolas de «irrelevantes» debido a la creencia de que el presidente carece de verdadero poder de decisión dentro de la arquitectura institucional de la República Islámica. La noción de que Irán opera bajo una figura única en la cúspide que controla todos los asuntos nacionales y manipula a otros como títeres, es una explicación que no se ajusta a la realidad.

El rol del jefe del poder ejecutivo y sus funciones son fundamentales para el destino del país en asuntos de política exterior. La existencia de ciertas «líneas rojas políticas» simplemente indica que, dentro de este marco, hay diferentes enfoques para abordar cuestiones políticas mientras se mantiene la visión expresada en el mencionado Artículo 152.

En otras palabras, el poder ejecutivo tiene verdadera influencia en la toma de decisiones, y la noción de que, por ejemplo, toda la política exterior escapa al control del presidente es otra distorsión. En realidad, lo que existe es un continuo proceso de negociación que subraya la operación de las dos facetas —republicana y divina— que juntas conforman la República Islámica.

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