Israel hace lo que hace porque siempre estuvo planeado así

 

Alastair Crooke

* Todo lo que Israel está haciendo a los palestinos en Gaza, en Cisjordania y en El Líbano fue iniciado en Vietnam… El comportamiento amable no cambiará el paradigma. El fracaso sí

Con el asesinato de Sayed Hassan Nasrallah y de varios altos dirigentes de Hizbulá en Beirut -expresamente sin previo aviso al Pentágono- Netanyahu dio el pistoletazo de salida a una ampliación implícita de la guerra por parte de Israel a los «tentáculos del pulpo», terminó israelí para referirse a Hizbulá en el Líbano, Yemen, Siria y las fuerzas iraquíes de Hash’ad A-Shaabi.

Bueno, después del asesinato de Ismail Haniyeh y parte del liderazgo de Hizbulá (incluyendo un alto general iraní), Irán -demonizado como la «cabeza del pulpo»- entró en el conflicto con una andanada de misiles que apuntaron a aeródromos, bases militares y a el cuartel general del Mossad, pero no causaron muertes intencionalmente.

Israel convirtió así a EEUU (y a la mayor parte de Europa) en socios o cómplices de una guerra que ahora se presenta definitivamente como una guerra neoimperialista contra todo el mundo no occidental. Los palestinos -los íconos globales de la lucha por la liberación nacional- debían ser aniquilados de su territorio: la Palestina histórica.

El bombardeo de Beirut y la respuesta de Irán enfrentan ahora a Israel, respaldado y apoyado materialmente por EEUU, contra Irán, respaldado y apoyado materialmente por Rusia. Israel, advierte el corresponsal militar Yedioth Ahronoth, «debe volverse loco y atacar a Irán, porque atacar a Irán ‘pondrá fin a la guerra actual'».

Es evidente que se acaba el «juego limpio» (el de ir escalando de forma incremental, un paso calculado tras otro), como si se estuviera jugando al ajedrez con un oponente que calcula de forma similar. Ahora ambos amenazan con golpear el tablero con un martillo. «El ajedrez se terminó».

Parece que Moscú también entiende que no se puede jugar al ajedrez cuando el oponente no es un adulto, sino un sociópata temerario dispuesto a arrasar con el tablero y a apostarlo todo en una efímera jugada de gran victoria.

Si se mira desapasionadamente, o bien los israelíes están invitando a su propia desaparición al extenderse demasiado en siete frentes, o su esperanza reside en invocar la amenaza de su desaparición como medio para atraer a EEUU. Como en el caso de Zelensky en Ucrania, no hay ninguna esperanza a menos que EEUU sume su poder de fuego de manera decisiva, como suponen Netanyahu y Zelensky.

Así, en Asia occidental, EEUU está apoyando nada menos que una guerra contra la humanidad en sí y contra el mundo. Es evidente que esto no puede ser en beneficio de los intereses estadounidenses. ¿Se dan cuenta sus poderosos «Panjandrums» [fallida bomba autopropulsada británica de 1943] de las posibles consecuencias que puede tener enfrentarse al mundo en un acto de crasa inmoralidad? Netanyahu está apostando su casa -y ahora la de Occidente- al resultado de una «apuesta» en la ruleta.

¿Existe entre los «panjandrums» la sensación de que EEUU está apostando por el caballo equivocado? Aunque parece que hay algunos opositores en puestos de alto nivel en el ejército estadounidense que tienen reservas -porque en cada «juego de guerra» EEUU pierde en Oriente Próximo-, sus voces son pocas. La clase política en general clama venganza contra Irán.

El profesor Michael Hudson ha abordado y explicado porqué hay tan pocas voces de oposición en Washington. Hudson explica que las cosas no son tan sencillas; que falta contexto. La respuesta del profesor Hudson se parafrasea a continuación a partir de dos de sus comentarios:

«Todo lo que sucede hoy fue planeado hace 50 años, en 1973 y 1974. En esos años trabajé en el Instituto Hudson durante unos cinco años. Asistí a reuniones con Uzi Arad, quien se convirtió en el principal asesor militar de Netanyahu después de dirigir el Mossad. Trabajé muy de cerca con Uzi … Allí se elaboró toda la estrategia que llevó a los EEUU a no querer la paz, sino a aspirar a que Israel se apodere de todo el Cercano Oriente. Esta estrategia tomó forma gradualmente.

“En una ocasión llevé a mi mentor, Terrence McCarthy, al Instituto Hudson para hablar sobre la cosmovisión islámica y, cada dos frases, Uzi me interrumpía: «No, no, tenemos que matarlos a todos», afirmaba… Y otras personas, miembros del Instituto, también hablaban continuamente de matar árabes.

La estrategia de utilizar a Israel como ariete regional para alcanzar los objetivos estadounidenses (imperiales) fue elaborada esencialmente en la década de 1960 por el senador Henry «Scoop» Jackson. Jackson era apodado «el senador de Boeing» por su apoyo al complejo militar-industrial. Y el complejo militar-industrial lo respaldó para convertirse en presidente del Comité Nacional Demócrata. También fue dos veces candidato fracasado a la nominación demócrata para las elecciones presidenciales de 1972 y 1976.

Bueno, también fue respaldado por Herman Kahn, quien se convirtió en el estratega clave para la hegemonía estadounidense.

En un principio, Israel no tenía un papel importante en el plan de EEUU; Jackson (de ascendencia noruega) odiaba al comunismo, odiaba a los rusos y contaba con un gran apoyo en el Partido Demócrata. Pero cuando se estaba preparando toda esta estrategia, el gran logro de Herman Khan fue convencer a los constructores del imperio estadounidense que la clave para lograr su control en Oriente Medio era confiar en Israel como su legión extranjera.

Y ese acuerdo permitió a EEUU desempeñar el papel, dice Hudson, de «policía bueno», mientras que Israel se encargaba de desempeñar su papel de despiadado brazo armado. Y es por eso que el Departamento de Estado entregó la gestión de la diplomacia estadounidense a los sionistas: el objetivo era separar y distinguir la conducta israelí de la pretendida probidad del imperialismo estadounidense.»

El profesor Hudson aclara: Herman Khan no era judío, pero era un defensor del complejo militar y un firme oponente del sistema de control de armamentos que estaba en marcha.

Jackson luchó contra el control de armamentos: «Tenemos que hacer la guerra», afirmaba… y procedió a atiborrar el Departamento de Estado y otras agencias estadounidenses de neoconservadores (Paul Wolfowitz, Richard Pearl, Douglas Fife, entre otros), quienes, desde el principio, planearon una guerra mundial permanente. La toma de control de la política gubernamental estuvo encabezada por los antiguos ayudantes de Jackson en el Senado.

El análisis de Herman era un análisis de sistemas: primero hay que definir el objetivo general y luego trabajar a la inversa. «Bien, se puede ver cuál es la política israelí hoy en día. En primer lugar, se aísla a los palestinos en aldeas estratégicas. En eso se ha convertido Gaza durante los últimos 15 años».

«El objetivo siempre ha sido matarlos. O, hacerles la vida tan desagradable que acaben emigrando. Ésa es la manera fácil. ¿Por qué querría alguien quedarse en Gaza con lo que le está sucediendo a los palestinos? Se van a tener que ir. Pero si no se van, vas a tener que matarlos, idealmente mediante bombardeos porque eso minimiza las bajas en el ejército israelí», señala Hudson.

«Y nadie parece haberse dado cuenta de que lo que está sucediendo ahora en Gaza y Cisjordania se basa en la idea de las ‘aldeas estratégicas’ de la guerra de Vietnam: el objetivo era que se pudiera dividir todo Vietnam en pequeñas partes, colocando guardias en todos los puntos de transición de una parte a otra. Todo lo que Israel está haciendo a los palestinos en Gaza y en otras partes de Israel fue iniciado en Vietnam».

Si analizamos a estos neoconservadores, relata Hudson,

«Eran una especie de religión. Conocí a muchos en el Instituto Hudson; algunos de ellos, o sus padres, eran trotskistas. Y retomaron la idea de Trotsky de la revolución permanente, es decir, una revolución que se desarrolla, mientras que Trotsky dijo que había comenzado en la Rusia soviética y que se extendería por todo el mundo. Los neoconservadores adaptaron esto y dijeron: ‘No, la revolución permanente no. Es el imperio estadounidense, el que se va a expandir y expandir y nada podrá detenernos, por todo el mundo'».

Los neoconservadores de Scoop Jackson fueron instalados en posiciones de poder, para hacer exactamente lo que están haciendo hoy: fortalecer a Israel como representante de EEUU , conquistar los países productores de petróleo y convertirlos en parte de un Israel más grande.

«Y el objetivo de EEUU siempre fue el petróleo. Eso significaba que EEUU tenía que asegurar el Cercano Oriente y tenía a dos ejércitos aliados para hacerlo. Y esos dos ejércitos luchan juntos como aliados, hasta hoy. Por un lado, los yihadistas de Al Qaeda, por el otro, sus dirigentes, los israelíes, van de la mano».

«Lo que estamos viendo es una farsa. Eso de que lo que está haciendo Israel es ‘todo culpa de Netanyahu’ no es exacto – Desde el principio los neoconservadores israelitas fueron promovidos, apoyados con enormes cantidades de dinero, les entregaron todas las bombas que necesitaban, todos los armamentos que necesitaban, toda la financiación que necesitaban… Todo eso se les dio precisamente para hacer exactamente lo que están haciendo hoy».

«No, no puede haber una solución de dos Estados porque Netanyahu ha dicho: ‘Odiamos a los habitantes de Gaza, odiamos a los palestinos, odiamos a los árabes; no puede haber una solución de dos Estados y aquí está mi mapa… aquí está Israel: no hay nadie que no sea judío en Israel; somos un Estado judío’; lo ha dicho directamente ante las Naciones Unidas».

El profesor Hudson llega entonces al meollo del asunto y nos señala el factor decisivo: por qué a EEUU le resulta difícil cambiar su estrategia. La guerra de Vietnam había demostrado que cualquier intento de reclutamiento de la juventud por parte de las democracias occidentales no era viable. En 1968, Lyndon Johnson tuvo que retirar su candidatura a las elecciones precisamente porque dondequiera que iba había manifestaciones incesantes para detener la guerra.

El fondo del asunto, subraya Hudson, es que las élites comprendieron que las «democracias» occidentales ya no pueden desplegar un ejército mediante el reclutamiento. «Y lo que eso significa es que las tácticas actuales se limitan a bombardear, pero no a ocupar países. Por lo tanto, Israel -cuyas fuerzas son limitadas- puede lanzar bombas sobre Gaza y Hezbolá, y tratar de destruir lugares, pero ni el ejército israelí ni ningún otro ejército sería realmente capaz de invadir y tratar de apoderarse de un país, o incluso solo el sur del Líbano -como lo hicieron los ejércitos en la II Guerra Mundial-, de modo que EEUU aprendió la lección y recurrió a intermediarios, a países proxies».

«Entonces, ¿qué le queda a EEUU? Bueno, creo que sólo hay una forma de guerra no atómica que las democracias pueden permitirse, y es el terrorismo [es decir, la búsqueda de enormes cantidades de muertes colaterales]. Y creo que se debería considerar a Ucrania e Israel como la alternativa terrorista a la guerra atómica», sugiere Hudson.

En definitiva, señala, ¿qué pasará si Israel sigue insistiendo en involucrar a EEUU en su guerra regional? EEUU no va a enviar tropas. No puede hacerlo. Los cuadros gobernantes han intentado el terrorismo y el resultado del terrorismo es alinear al resto del mundo contra Occidente, horrorizado por las matanzas sin sentido y por la violación de todas las reglas de la guerra.

Hudson concluye: «No veo que el Congreso sea razonable. Creo que el Departamento de Estado, la Agencia de Seguridad Nacional y la dirigencia del Partido Demócrata, con su base en el complejo militar-industrial, están absolutamente comprometidos con esta política».

Parece que podrían decir: «Bueno, ¿quién quiere vivir en un mundo que no podemos controlar? ¿Quién quiere vivir en un mundo donde otros países son independientes, donde tienen su propia política? ¿Quién quiere vivir en un mundo donde no podemos desviar su excedente económico para nosotros? Si no podemos dominar el mundo, bueno, ¿quién quiere vivir en ese tipo de mundo?»

Esa es la mentalidad con la que nos enfrentamos: «portarse bien» no cambiará ese paradigma. El fracaso sí lo hará.