Kaja Kallas: ¿la mujer más peligrosa de Europa?

Kaja Kallas, alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores… contra Rusia.

 

Thomas Fazi | La Haine

* Nadie mejor que ella encarna la tóxica mezcla de incompetencia tecnocrática, desdén democrático, hipocresía, fanatismo ideológico, irrelevancia global y estupidez absoluta de la UE

He escrito para UnHerd sobre la «diplomática» más imprudente e incompetente del mundo —Kaja Kallas— y cómo encarna el colapso de la UE en la kakistocracia: esto es, el gobierno de los peores, los menos cualificados y los más inescrupulosos.

En un momento en que la guerra en Ucrania es, sin duda, el principal desafío de política exterior de Europa, es difícil imaginar a alguien menos idóneo para el cargo que Kallas, cuya profunda hostilidad hacia Rusia roza la obsesión. En su primer día en el cargo, durante un viaje a Kiev, tuiteó: «La Unión Europea quiere que Ucrania gane esta guerra», una declaración que inmediatamente causó inquietud en Bruselas, donde los funcionarios la consideraron contraria al lenguaje establecido de la UE dos años después del inicio de la guerra. «Sigue actuando como una primera ministra», comentó un diplomático.

Apenas unos meses antes de su nombramiento, propuso dividir Rusia en «pequeños estados» y, desde entonces, ha exigido repetidamente la restauración completa de las fronteras de Ucrania de 1991, incluida Crimea, una postura que, en la práctica, descarta las negociaciones. Si bien incluso Trump ha reconocido que la adhesión de Ucrania a la OTAN es imposible, Kallas insiste en que sigue siendo un objetivo, a pesar de haber sido una línea roja para Rusia durante casi dos décadas.

Kallas incluso ha declarado que «si no ayudamos más a Ucrania, todos deberíamos empezar a aprender ruso». Sin importar que Rusia no tenga motivos estratégicos, militares ni económicos para atacar a la UE. A principios de este año, denunció los esfuerzos de Trump por negociar el fin de la guerra, calificándolos de «trato sucio», lo que explica por qué el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, canceló abruptamente una reunión programada con ella en febrero.

La obsesión de Kallas con Rusia la ha llevado a un silencio prácticamente absoluto sobre cualquier otro tema de política exterior. Como observó el exdiplomático británico Ian Proud, quien trabajó en la Embajada Británica en Moscú de 2014 a 2019, se presenta como una «Alta Representante dedicada a un solo tema» cuyo único objetivo es mantener la política europea de no compromiso con Rusia, vigente desde hace una década, sin importar el coste económico.

Su retórica agresiva y unilateral, a menudo emitida sin consultar previamente a los Estados miembros, ha distanciado no solo a los gobiernos abiertamente euroescépticos y otanescépticos de Hungría y Eslovaquia, sino también a países como España e Italia, que, si bien se alinean ampliamente con la política de la OTAN hacia Ucrania, no comparten la evaluación de Kallas de que Moscú representa una amenaza inminente para la UE. «Si la escuchas, parece que estamos en guerra con Rusia, lo cual no coincide con la línea de la UE», se quejó un funcionario de la UE.

Técnicamente, la función de la Alta Representante es reflejar el consenso de los Estados miembros como una extensión del Consejo, no actuar como una responsable política supranacional autónoma. Sin embargo, Kallas interpreta su papel de otra manera, actuando repetidamente como si hablara en nombre de todos los europeos: un enfoque verticalista y antidemocrático, sintomático de una tendencia autoritaria más amplia, impulsada por von der Leyen.

A pesar de sus proclamas sobre la defensa de la democracia, Kallas carece de mandato democrático. No solo nunca fue elegida para su cargo actual, sino que su partido, el Partido Reformista de Estonia, obtuvo menos de 70.000 votos en las últimas elecciones al Parlamento Europeo, lo que representa menos del 0,02 % de la población europea. Sin embargo, Von der Leyen ha llenado su Comisión con estos funcionarios bálticos afines —procedentes de una región de poco más de seis millones de habitantes— para ocupar puestos clave en defensa y política exterior.

Estos nombramientos reflejan una alineación estratégica entre las ambiciones centralizadoras de von der Leyen y la visión ultraconservadora de la clase política báltica. Ambos comparten un compromiso inquebrantable con la línea de la OTAN y una profunda hostilidad a cualquier tipo de diplomacia con Moscú.