La adicción de don Jaime hacia los mangos

El director de La Prensa, don Jaime Chamorro Cardenal, es una persona que no resiste ver unas tajadas de mango pelado, con un poquito de sal. Se la hace agua la boca cada vez que pasa por los semáforos de La Robelo en Managua y sufre, sufre bastante, porque su organismo no tolera esa deliciosa fruta, Cada vez que lo prueba sale directo para los  servicios higiénicos.

 

Don Jaime eso lo sabe. Pero su deseo de comer mango con sal es superior a su voluntad y, aunque está conseciente que le hace mucho daño, su adicción hacia esa deliciosa fruta es tan alta que lo hace recaer con muchísima frecuencia.

El colmo de su atracción faltal por los mangos es que escribió una simpática nota donde revela lo que sufre cuando mira esas frutas y confiesa todas las consecuencias que le acarrea cada vez que la consume.

 Lea la notas titulada El Mango, escrita por don Jaime Chamorro Cardenal.   

 

El Mango

Las que pelan y cortan mango,  mas unos diez vendedores se alinean una cuadra antes de los semáforos de la Robelo en Carretera Norte, muy cerca de La Prensa. Así que cada día, de ida o de regreso a mi casa, como a eso de las seis de la tarde, mientras oigo el Ángelus en la radio, la boca se me hace agua, y tengo que hacer un gran esfuerzo para no gastar los de cinco pesitos en una bolsa de suculentas tajadas de mango con su puño de sal.

Los cinco pesos salen caros. Hace como un año aún sabiendo que esas tajadas traicionan a mi aparato digestivo, caí en la tentación de otra bolsa más. Por lo que con mucha frecuencia  andaba medio mal del estómago para decirlo de una forma más elegante. Entonces consulté con el doctor Gastroenterólogo  Leonel Lacayo, mi sobrino político, y él me dio un tratamiento y me prohibió las tajadas de mango.

-No comas en la calle- Me dijo el doctor mi sobrino.

-¡Pero si la Angelita Góngora come hojuelas en la calle!-

-Pero si son limpitas- le dije al doctor, figúrese que para prepararlas llevan en la mañana un balde de agua limpia donde desde la mañanita la que pela los mangos se lava las manos en el balde, luego cada mango que va a preparar lo mete en el balde y lo lava bien, y lo pela, luego lo tajadea,  y las tajadas van cayendo en una mesa limpia y después las van recogiendo y las van metiendo en bolsitas plásticas y así van lavando en el balde cada mango que van a preparar  y si reciben dinero por la venta se lavan nuevamente las manos en el balde, así que mire doctor no puede haber un proceso donde hayan tantos lavados y relavados y además cada día cambian el agua del balde.

Nada de eso convenció al doctor, así que tuve que dejar de degustar esos manjares y seguí las instrucciones de Leonel y por mucho tiempo no volví a padecer de retorcijones, empanzamientos vientos huracanes y otras cosas parecidas.

Pero después de tanto tiempo de estar bien un día de tantos y por causas desconocidas ya casi a la hora que salgo de la oficina tuve una recaída  estomacal súbita, así que como no tenía esas medicinas en La Prensa, decidí  irme a mi casa lo más pronto a tomar las mismas medicinas que me aliviaron la vez pasada, cuando iba por la cuadra de los mangos una muchacha me ofreció un bolsa, rápidamente pensé, la medicina que voy a tomar para lo que tengo tiene que servir también para este mango delicioso mil veces lavado y limpito, aunque digan que no, así que le dije a la muchacha:- dame una bolsa de mango con su puño de sal!-

 

Jaime Chamorro Cardenal

San Juan  del Sur  7 de Julio de 2008        

 

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