
Garsha Vazirian | Tehran Times
* Pezeshkian promulga ley que exige a Irán suspender su cooperación con el OIEA. Irán ve con profunda sospecha y alarma las demandas inmediatas de Rafael Grossi de acceso a los lugares bombardeados. Es obvio que quiere completar el trabajo de Inteligencia para sus patrones.
Teherán – La pluma del presidente Masoud Pezeshkian puede haber trazado los contornos de la ruptura de Irán con una institución vista cada vez más no como un guardián, sino como un saboteador geopolítico, con la sangre de cientos de iraníes en sus manos.
El miércoles, el presidente iraní promulgó formalmente la «Ley que obliga al Gobierno a suspender la cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)», un trueno legislativo que resonó en los pasillos de la diplomacia nuclear.
No se trata de una mera pausa burocrática; es la declaración de Teherán de que el OIEA, bajo el mando del director general Rafael Grossi, ha abandonado su manto imparcial para convertirse en una combinación de instrumento de recopilación de inteligencia y de presión política empleado por los Estados Unidos y el régimen israelí contra Irán.
Lo que exige la ley
La ley ordena la “suspensión inmediata de toda cooperación” con el OIEA realizada en virtud del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y sus acuerdos de salvaguardias asociados.
Esta medida es una respuesta directa a la “violación de la soberanía nacional y la integridad territorial de la República Islámica de Irán por parte del régimen sionista y los Estados Unidos de América” a través de sus ataques a las instalaciones nucleares pacíficas de Irán, acciones que han puesto en peligro los “intereses nacionales supremos” de Irán.
Fundamentalmente, la suspensión podría no constituir una retirada permanente. La cooperación permanecerá congelada hasta que se cumplan dos condiciones innegociables, como detalló Ebrahim Azizi, presidente de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento:
I. Seguridad garantizada: El Consejo Supremo de Seguridad Nacional (CSNS) de Irán debe verificar el restablecimiento de la seguridad absoluta de las instalaciones nucleares del país y de los científicos que las operan, un escudo contra futuras agresiones.
II. Reforma fundamental del OIEA: El Organismo debe experimentar una transformación demostrable, poner fin a sus prácticas discriminatorias y reconocer inequívocamente los derechos inalienables de Irán en virtud del derecho internacional, en particular el artículo IV del Estatuto del OIEA, que garantiza explícitamente a todos los Estados miembros el derecho a desarrollar tecnología nuclear con fines pacíficos.
Azizi subrayó la gravedad de la situación en una entrevista el martes, declarando sin rodeos: «¿Cómo podemos cooperar con una organización que elabora informes sesgados y políticos e ignora los derechos inherentes de Irán? La Agencia debe actuar sin discriminación y dentro del marco del derecho internacional hacia Irán. Hasta que se concrete este cambio de comportamiento, la ley de suspensión seguirá vigente».
La ley estipula además que «cualquier acción u omisión que conduzca a una violación de esta ley se considera un delito y será punible».
La furia de una nación codificada
El recorrido de la ley refleja una nación que se tambalea por la traición y una guerra impuesta.
Tras el bombardeo no provocado por parte de Estados Unidos de las instalaciones nucleares civiles de Irán en Natanz, Fordow e Isfahán el 22 de junio –en sí mismo una escalada descarada después de que el régimen israelí lanzó su guerra contra Irán el 13 de junio, atacando a comandantes, científicos y civiles–, el Parlamento de Irán (Majlis) actuó con urgencia volcánica.
El proyecto de ley, presentado con “doble estatus de emergencia”, fue una respuesta directa a los ataques y al papel del OIEA en posibilitarlos.
El 25 de junio, el proyecto de ley se sometió a votación en el Parlamento iraní. Reflejando el consenso y la indignación nacional, fue aprobado con un apoyo abrumador, probablemente unánime.
El proceso legislativo avanzó rápidamente y el organismo de control constitucional de Irán, el Consejo de Guardianes, revisó y aprobó la ley al día siguiente.
Esta rápida ratificación subrayó la profunda violación de la confianza que Teherán percibe. La promulgación del presidente Pezeshkian el 2 de julio fue el sello definitivo de este bastión legislativo.
El descenso del OIEA
La acusación condenatoria de Teherán describe la imagen de una agencia que ha abandonado catastróficamente su mandato. La afirmación principal es contundente: el OIEA, en particular bajo la dirección general de Rafael Grossi, se ha transformado en un instrumento de doble propósito: espionaje y coerción política, al servicio de las agendas de Washington, Tel Aviv, Londres, París y Berlín. Esta transformación se evidencia en una cadena de acciones destructivas:
I. La información politizada como pretexto
El informe de mayo de Grossi sobre Irán, aunque luego admitió en una entrevista con la CNN que el OIEA «no poseía ninguna evidencia o indicación de que el programa nuclear de Irán estuviera avanzando hacia la militarización», estaba plagado de ambigüedad y afirmaciones no verificadas.
Funcionarios iraníes, incluido el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, afirman que esto fue deliberado: «Mediante esta acción maligna, [Grossi] facilitó directamente la adopción de una resolución políticamente motivada contra Irán por parte de la Junta de Gobernadores del OIEA (JdG), así como los bombardeos ilegales israelíes y estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes. En una flagrante traición a sus deberes, además, no ha condenado explícitamente estas flagrantes violaciones de las salvaguardias del OIEA y su Estatuto».
Esta resolución del BoG del 12 de junio, impulsada por el E3 (Reino Unido, Francia, Alemania) y los EE.UU., se convirtió en la hoja de parra diplomática para la agresión.
II. Facilitación de la guerra por omisión y acción
Teherán ve una línea directa entre el informe defectuoso de Grossi y la posterior resolución del BoG y los ataques militares.
Los ataques israelíes del 13 de junio y el bombardeo estadounidense del 22 de junio no fueron sólo violaciones del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas, sino, en opinión de Irán, la manifestación física de un proceso que el OIEA facilitó.
Es fundamental que la negativa de Grossi a condenar estos descarados ataques a instalaciones protegidas —una flagrante violación de los acuerdos de salvaguardias y del Estatuto de la Agencia— equivalga a un respaldo tácito y lo convierte en cómplice de los delitos.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Esmaeil Baqaei, articuló la magnitud de la traición: «Teníamos una modesta expectativa de que el OIEA, el Director General y la Junta de Gobernadores condenaran inequívocamente los ataques israelíes y estadounidenses contra nuestras instalaciones nucleares pacíficas. Esta condena no se produjo, y aún esperamos que lo hagan. Es su responsabilidad responder a tales injusticias».
Esto sigue a la correspondencia formal del jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI), Mohammad Eslami, condenando a Grossi.
III. Acceso post-ataque: ¿Espionaje disfrazado de salvaguardias?
Irán ve con profunda sospecha y alarma las demandas inmediatas de Grossi de acceso a los lugares bombardeados.
Teherán presenta estas solicitudes como necesarias para verificar las garantías y las interpreta como misiones de recopilación de inteligencia apenas veladas para los mismos agresores que llevaron a cabo los ataques.
Teniendo en cuenta el pésimo desempeño pasado de Grossi, los objetivos parecen escalofriantemente claros:
– Evaluación de daños para los agresores: proporcionar a Estados Unidos e Israel evaluaciones detalladas sobre el terreno de la efectividad de sus ataques: información de inteligencia crucial de la que carecen actualmente.
A pesar de los alardes de figuras como el presidente estadounidense Donald Trump, quien afirmó que los sitios fueron «arrasados», la inteligencia estadounidense e israelí se enfrenta a un vacío legal en cuanto al daño real infligido, como lo demuestran las filtraciones de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Washington a sus taquígrafos, que se hacen pasar por periodistas, en CNN y el New York Times. El acceso del OIEA les permitiría evaluar la magnitud del daño e informar a los agresores.
La búsqueda de uranio: Descubrir la ubicación actual del uranio altamente enriquecido (HEU) de Irán, que la OEAI declaró explícitamente que fue trasladado antes de los ataques. Localizar este material es una prioridad absoluta para la inteligencia occidental e israelí, decidida a detener el programa nuclear civil de Irán.
– Obtener información para futuros ataques: reunir información granular sobre el programa nuclear civil reconstituido de Irán (sus vulnerabilidades, nuevas ubicaciones, medidas defensivas) para facilitar la planificación de una posible acción militar futura.
Por lo tanto, desde el punto de vista de Irán, conceder acceso a la misma organización que facilitó activamente los recientes bombardeos no provocados ahora equivale a invitar a los mismos espías que orquestaron el ataque a volver a planificar futuros ataques a su vital infraestructura civil.