Bolivia asumió a partir del 14 de enero la Presidencia pro-témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), institución que fue creada en 2010 producto de la voluntad política de sus 33 líderes, que, unidos en la diversidad, tomaron conciencia del papel que podría desempeñar la región en el mundo y para sí misma.
Presidir la CELAC implica asumir la defensa de los intereses de la Patria Grande latinoamericana y caribeña, lo cual es un desafío diplomático y político de grandes dimensiones.
Bolivia deberá buscar factores de cohesión de la región en un ambiente profundamente desfavorable, donde el eje formado por la Secretaría de la OEA, que encabeza Luis Almagro y el llamado grupo de Lima, pretende suplantar las ahora debilitadas instituciones de integración latinoamericana.
El mundo hoy sufre una arremetida de concepciones supremacistas, donde no se vislumbra una reducción de las tensiones entre potencias militares y financieras y esa es una razón por la que se hace más necesaria la Celac.
El vecino del norte, Estados Unidos, ha decidido recuperar los espacios que percibe haber ‘perdido’ y eso trae como consecuencia un gravísimo peligro: que la región retroceda en la soberanía ganada y se vuelva a convertir en el patio trasero yanqui.
Por tanto, una de las tareas más importantes de la CELAC bajo la Presidencia pro-témpore de Bolivia, será la de preservar y sostener a América Latina y el Caribe como Zona de Paz, zona libre de armas nucleares, tal cual se estableció en el Tratado de Tlatelolco, y el tema crucial será disuadir a sus miembros sobre la instalación y expansión de bases militares estadounidenses y de la OTAN.
La aparición de movimientos racistas y xenófobos ya no solo en Europa, sino lamentablemente en América Latina, convoca a los países, ante todo a la sociedad civil de la CELAC, a liderar esa lucha por la solidaridad.
En la agenda de la CELAC existen muchos temas en los que profundizar, como el plan ‘para garantizar la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la CELAC 2025’, en concordancia con la Declaración Especial sobre Seguridad Alimentaria y Erradicación del Hambre y que contribuirá al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que aspiran a erradicar la pobreza en el mundo para el 2030.
El proceso de paz en Colombia, el problema mundial de las drogas, son otras de las tareas pendientes que deben continuar su camino en el marco de este importante organismo regional. Otros temas, dadas las actuales circunstancias, deberán tal vez esperar mejores condiciones para su desarrollo.
La tarea para Bolivia es ardua y complicada, y más cuando el mecanismo de toma de decisiones es el consenso.
Abstenerse de usar la CELAC para temas unilaterales, evitar el enfrentamiento e impulsar los aspectos que cohesionan en la búsqueda del bien común son los equilibrios que deberá buscar la Presidencia pro-tempore 2019 en estos tiempos tan convulsos.