Oswaldo Cardosa | Prensa Latina
De todas las formas de engañar, el disfraz de justicia es el que hace más estragos y el expresidente brasileño Luiz Inácio da Silva por lo visto reconoció la maestría de los fiscales de la operación Lava Jato para encantar, lo cual solo resulta el arte de mentir.
Después de recurrir a múltiples conjuras para condenar y mantener en prisión a Lula, al menos 15 agentes públicos de la Lava Jato, cual devotos guardianes de la ley, solicitaron inesperadamente el 27 de septiembre en una nota firmada, incluso por el coordinador Deltan Dallagnol, que el exsindicalista pasara al régimen semiabierto.
Tal condición le permitiría al fundador del Partido de los Trabajadores (PT) salir de la cárcel durante el día para trabajar y regresar después en la noche a dormir. Especialistas indican que en este escenario las precauciones de seguridad son más bajas, con una mayor libertad de movimiento, un importante instrumento de transición del prisionero al régimen de libertad.
Sin embargo, esta mayor autonomía no significa que el recluso pueda ir a donde quiera. Aunque las restricciones son menores y las reglas de disciplina deben ser menos estrictas, sigue siendo la ejecución de una pena bajo una libertad aún restringida.
La fuerza de tarea de la Lava Jato argumentó que el exjefe de Estado ya cumplió una sexta parte (tiempo mínimo en régimen cerrado) de la condena y debe progresar para una situación más blanda, tal y como determina la ley penal brasileña.
Desde el 7 de abril del pasado año, Lula permanece en la cárcel de la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba, capital del sureño estado de Paraná, para cumplir una condena de ocho años y 10 meses en el llamado caso triplex de Guarujá.
Sin pruebas concretas se culpa al exgobernante de supuestamente haber recibido un apartamento de lujo en ese balneario de Sao Paulo a cambio de favores políticos a la constructora OAS, acusación que niega en todo momento.
Para la petición del régimen semiabierto, los fiscales declararon que ‘el buen comportamiento de la prisión fue certificado (requisito subjetivo) por el Superintendente de la Policía Federal en Paraná y escuchó la defensa (exigencia formal)’.
LIBERTAD PLENA
Convencido de la falsedad y doble intención de los procuradores, Lula desistió del beneficio al que tenía derecho por progresión de la pena y clamó por el restablecimiento pleno de su libertad.
Una vez más dejó en claro que no cambiará nunca su dignidad por libertad y no aceptará prebendas. “Ahora depende de la Corte Suprema corregir lo que está mal para una justicia independiente e imparcial”, escribió en una carta leída por su abogado Cristiano Zanin Martins a la salida de la sede de la Policía Federal de Curitiba.
En la misiva, Lula señala que los fiscales de la Lava Jato deberían ofrecer disculpas al pueblo brasileño, “a los millones de desempleados y a mi familia, por el mal que le hicieron a la democracia, a la justicia y al país”.
Refiere que demostró que son falsas las imputaciones contra él y el exjuez y ministro de Justicia, Sérgio Moro, quien lo condenó, Dallagnol y la Lava Jato son los que ‘están presos en las mentiras que contaron a Brasil y al mundo’.
El expresidente reconoce en el mensaje que tiene plena conciencia de las decisiones que tomó y recalca que no descansará hasta tanto la verdad y la justicia vuelvan a prevalecer.
Zanins Martins reafirmó por su parte que el exsindicalista no reconoce la legitimidad del juicio y la condena impuesta por Moro. “No acepta ninguna condición impuesta por el Estado. Esta es la posición de Lula, materializada en una carta, para ser muy claro”.
Según el jurista, Lula procura el reconocimiento de que fue “víctima de procesos corrompidos por nulidades”, como la sospecha de parcialidad de Moro cuando fungía como magistrado federal.
DESCONFIANZA
A las claras no hay confianza en los miembros de la Lava Jato, operación cada vez más desgastada por las diversas irregularidades que salen a flote desde junio en filtraciones del sitio digital The Intercept.
Tampoco la propuesta, firmada por Dallagnol, responde a la demanda de Lula para la revocación completa de su arbitrario arresto.
Llama la atención a muchos analistas “la sinceridad” de la solicitud para que Lula pase a régimen semiabierto, más aún cuando ese grupo de acusadores de la Lava Jato siempre pidió mayores penas en cada condena contra el exjefe de Estado.
Algunas respuestas parecen dar en el blanco, como que la Lava Jato está en jaque, contra las cuerdas, pues se ventilan de cara al sol sus métodos y errores, y el Supremo Tribunal Federal (STF) no puede esquivar la mirada.
De igual manera si se respeta el orden constitucional y la justicia, el STF no tendrá más opción que reconocer la parcialidad de los procesos contra Lula, quien enfrenta una persecución judicial y política sin precedentes en la historia nacional.
“Quienes le ofrecen la mitad de la libertad son los que lo encarcelan. El presidente Lula no está a favor, está a favor de su inocencia. Dijo que no se irá de aquí (la cárcel) con la cabeza encorvada”, indicó Emidio de Souza, de la dirección nacional del PT.
Mientras que el exministro Paulo Vannucnhi apuntó que ‘Lula se comprometió a cobrar caro por la injusticia y la violencia que ha sido la víctima. Solo dejará Curitiba con un certificado de inocencia. No aceptará ninguna condición que afecte su dignidad, reconocida mundialmente’.
El abogado, investigador y miembro de la Asociación Brasileña de Juristas para la Democracia, Sérgio Graziano cree que, como prisión política, las solicitudes y decisiones del caso no deben evaluarse de manera eminentemente legal.
Para Lula, la solicitud es “una especie de truco” de los fiscales, que intentan pasar una lectura como un preso ordinario. “Cualquiera aceptaría eso (ir al régimen semiabierto), pero Lula no es nadie. Es la encarnación de la violación de los derechos humanos. Así que no es solo un prisionero, no solo un prisionero político, él representa mucho más que eso”, detalló Graziano.
En más de una ocasión el expresidente ha dicho que no está dispuesto a llevar una tobillera electrónica, como ladrón o paloma mensajera, y como expresó, desde antes de su condena, en su primer enfrentamiento cara a cara con Moro: los miembros de Lava Jato son rehenes de sus mentiras.
Denunció que están condenados a mentir, pues el carácter no parece ser la capacidad de estos personajes para asumir que violaron leyes e hicieron uso político de la justicia para lograr sus objetivos ideológicos.