Dmitry Orlov
(Tito Andino): Tema controversial, causará polémica (la versión original en inglés ya lo ha hecho), pero es ineludible plantearlo ante una audiencia de habla castellana en estos momentos convulsos de política internacional donde el pan nuestro de cada día es la perversidad de la invasión rusa y la inocencia ucraniana, conforme los medios globales de embrutecimiento intensivo.
El autor del tema central es ruso, por lo mismo, no sería una fuente de confianza absoluta, ya que es altamente probable que su apellido, lugar de nacimiento y supuesta inclinación «ideológica» (?) sea suficiente para descartar esta lectura. Le recomiendo estimado lector: No se apresure. Dmitry Orlov -«Saker»-, es un gran intelectual, bloguero desde 2007 (con miles de visitas cada día), no en Rusia sino en Estados Unidos donde emigró en 2002 junto a su familia para convertirse en un ‘don nadie’ anónimo. Por supuesto, difiero (y muchos de ustedes lo harán) con ciertas apreciaciones del autor. El lector debe armarse de paciencia para leer las siguientes líneas, pero, sobre todo, entender el contexto sin apasionamiento.
Saker (Orlov) expresaba en noviembre de 2014, en su blog: «estar plenamente consciente de lo fácil que es distorsionar y parafrasear en otras palabras lo que escribí anteriormente, y cuántas conclusiones feas y desagradables se pueden sacar. Como mínimo, me llamarás hipócrita o delirante. Me han demostrado una y otra vez que este es un precio a pagar por la honestidad. No intenté hacer este texto a prueba de calumnias y si quieres usarlo para criticarme aún más, está bien. Solo quiero que sepas que lo acepto y que no te tengo miedo».
En cuanto al artículo de hoy, «The Goldilocks War» (La Guerra de los Ricitos de Oro), podemos complementarlo con las siguientes líneas.
Putin simplemente no podía ignorar como si de un problema interno de un país vecino se tratara la cuestión de los ruso hablantes del Donbass. ¿Qué otra actitud puede asumir un jefe de estado de una nación cristiana y musulmana al observar la presencia, la expansión de bases militares, instalación de sistemas balísticos en sus fronteras occidentales por parte de la OTAN; la exaltación del nazismo para perseguir a los rusos y, en general la incitación por parte de potencias extranjeras a un país (Ucrania) para provocar un conflicto?
Explicación: El ucraniano uniformado es Dmytro Kotsyubaylo, nombre de guerra: «Da Vinci», sirve en la milicia paramilitar del ultranacionalista partido político Sector Derecho (Pravy Sector), estas y otras milicias neonazis vienen combatiendo a la región separatista desde 2014. El 1 de diciembre del 2021, el joven capitán de 26 años, Dmytro Kotsyubaylo, se convirtió en el primer condecorado con la Orden de la Estrella Dorada por sus acciones en el campo de batalla (guerra contra los separatistas del Donbass, la operación militar rusa inició a finales de febrero 2022). Este acto controvertido es la aprobación del estado ucraniano al uso masivo de unidades políticas extremistas entrenadas militarmente. La fotografía (derecha) capta a «Da Vinci» estrechando la mano del presidente Zelensky en la ceremonia de condecoración en el parlamento ucraniano (1 dic 2021), un acto que ratifica como el presidente judío de Ucrania, Volodymyr Zelensky, fue presionado a hacer las paces con los paramilitares neonazis incluso antes de la guerra con Rusia (un futuro post sobre Zelensky aclarará mejor la cuestión).
Rusia dejó en claro que no iba a cometer el error de 1941 (con el antecedente de 1939 y el pacto de no agresión nazi-soviético). Aunque nos pese aceptarlo, Rusia tenía razón al anticiparse a los programas bélicos de la OTAN-Ucrania. Nadie puede negar la buena fe -ingenuidad diplomática rusa, de siempre- en otorgar confianza a sus «socios» occidentales, primero intentando resolver las desavenencias a través de la negociación diplomática plasmada en los acuerdos de Minsk.
Y, ¿quién reconoce que los Acuerdos de Minsk era un burdo timo? Son varios los líderes occidentales que lo aceptan. El caso más reciente: Angela Merkel, en entrevista al medio alemán Zeit, el 7 diciembre 2022, la ex canciller alemana fue rotunda: «el acuerdo de Minsk de 2014 fue un intento de darle tiempo a Ucrania. También utilizó este tiempo para volverse más fuerte, como se puede ver hoy. La Ucrania de 2014-2015 no es la Ucrania moderna… estaba claro para todos», el conflicto permaneció stand- by; acota Merkel: «sin embargo, esto fue lo que le dio a Ucrania un tiempo invaluable», expresando que los estados de la OTAN no podían haber apoyado a Kiev en 2014 al nivel que lo hacen en este momento. Merkel fue parte de los acuerdos de Minsk para resolver la guerra de Donbass (2014-2015). Los acuerdos fracasaron porque las partes beligerantes OTAN (EEUU)-Ucrania querían una excusa para establecer una presencia militar permanente en Ucrania y planificaron una guerra relámpago para volver a tomar Crimea, solo que los rusos se adelantaron… (Por favor repasar el articulo «La gran guerra de las flechas. Estrategia rusa en Ucrania», en que se detalla el plan OTAN/Ucrania para la operación militar en Crimea).
La diplomacia made in USA no va a detener su viejo sueño colonial de fragmentar Rusia, mismo deseo para la República Popular de China, «China es consciente que no puede eludir su deber por temor a derramar sangre o perder prestigio», y está uniéndose a Rusia más allá del discurso político. Está clarísimo que los EEUU no van a persuadirse de desestabilizar Rusia económica y militarmente, hasta forzando la cuestión religiosa al incitar el extremismo político islamista. ¿Vale la pena insistir cuántos millones de inocentes ha matado EEUU en naciones que se interponen en su camino?
A pesar del casi probable triunfo ruso en Ucrania, tampoco es probable que Estados Unidos ceda un ápice en sus intenciones de globalizar la economía mundial para su provecho. No nos engañemos, EEUU no cederá, nunca. Por otro lado, hay que descartar la infantil idea de que Rusia y China deben derrotar militarmente a EEUU, eso «también es un insulto a la inteligencia de todos. ¿Estaría Putin tan tranquilo y despreocupado, y su índice de aprobación sería del 80%, si una guerra entre Rusia y los EE. UU. fuera mínimamente probable?» (las comillas son una cita de un comentario al artículo de Orlov).
Rusia se mueve cautelosamente en Ucrania, precautela los factores humanos (a pesar de lo que digan los medios atlantistas). Más importante, además de la vida de sus soldados y civiles, maneja la escalada con la OTAN. No persigue el riesgo de un choque directo con la OTAN, que no es una perspectiva real desde Georgia/Osetia del Sur 2008 (salvo la propaganda alarmista de Occidente). «La opción nuclear siempre está ahí, y aunque es poco probable, es una posibilidad, sin importar cuán distante sea. Entonces, Rusia va con cuidado, con mucho cuidado». Los “prorrusos” en el mundo hablan de progreso lento, ¿progreso hacia qué? si los neonazis están siendo aniquilados tácticamente, su número de bajas en estos largos meses de conflicto es un cataclismo del que no podrán recuperarse. En el área de operaciones, Rusia tiene el control de una gran franja geográfica, «¿cuál es el problema? Lo que Rusia necesitaba vitalmente de la antigua Ucrania lo tiene, y lo que podría hacer está a centímetros de distancia, Rusia también lo obtendrá, tal como van las cosas. Rusia se está imponiendo de manera independiente, evitando una guerra civil tramada por Occidente y evitando una confrontación directa con las fuerzas militares de Occidente. Ahora viene quizás el mayor desafío de todos, cambiar y transformar Rusia desde adentro, de ser una protocolonia occidental a ser una verdadera civilización rusa». (comentario reflexivo al artículo de Orlov con que terminamos esta nota de introducción).
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Nota del Editor del Blog: El titulo del articulo «Ricitos de Oro», desconcierta, ciertamente, ¿La guerra de los ricitos de oro?, ¿por qué ese ridículo titular? A pesar de lo peculiar, «The Goldilocks» ha sido utilizado anteriormente en el ámbito económico como metáforas de alimentación (papilla ni muy caliente ni muy fría) y los tres osos (que pueden ser retratados en política internacional como potencias económicas). El cuento de hadas tiene varias versiones para el destino de «Ricitos de Oro» (varía en diferentes versiones), en una casi es devorada por los osos, en otras corre hacia el bosque y es rescatada por su madre, en otras «Ricitos» promete ser una buena niña y simplemente retorna a su hogar. En economía, lo que suceda con la narrativa «Ricitos de Oro» en los mercados es un escenario idílico para las Bolsas, una incógnita sobre el flujo y perspectivas del sistema financiero. En los últimos años se habla de recesión de EEUU, de una desaceleración extrema en la zona euro, un tiempo de desindustrialización. Expectativas comunes desde hace algunos años, profundizada con el conflicto ruso/ucraniano-OTAN, que paradójicamente le viene bien a una economía estadounidense movida por la producción de la industria militar. Las variantes económicas pueden variar o volverse una nueva mezcla de «no demasiado caliente ni demasiado frío» de crecimiento e inflación a nivel mundial. En ese sentido «Ricitos de Oro» es frágil, pero la constante es que se mantendrá hasta el final. En esta crítica década del siglo XXI seguimos observando un lento crecimiento global con riesgos a la baja, pero al mismo tiempo una moderada política monetaria contrarrestando esto. Se aprecia los riesgos, las cosas se muevan hacia una «desaceleración sincronizada» o, por el contrario, a una «reflación». (reflación, escenario donde el Estado estimula artificialmente la economía con el fin de superar una recesión. Para ello, se utiliza la política fiscal y/o monetaria) ¿Cómo termina Ricitos de Oro? (resumido de un análisis financiero de BNP Paribas Asset Management, 2020).
¿Está contento con la forma en que va la guerra en la antigua Ucrania? La mayoría de las personas no lo están, por una u otra razón.
Algunas personas odian el hecho de que haya una guerra allí, mientras que otras la aman, pero odian el hecho de que aún no ha sido ganada, ni por un bando ni por el otro. Cantidades abundantes de estos dos tipos de enemigos se encuentran a ambos lados de la nueva Cortina de Hierro que se está construyendo apresuradamente en Eurasia entre el Oeste colectivo y el Este colectivo. Esto parece razonable; después de todo, odiar la guerra es un procedimiento estándar para la mayoría de la gente (la guerra es un infierno, ¿no lo sabes?) y, por extensión, una guerra pequeña es mejor que una grande y una guerra corta es mejor que una larga. Y además tal razonamiento es banal, trillado, tópico, insípido, predecible, poco imaginativo y… bromídico (según el English Thesaurus).
Rara vez se encuentra un observador de guerra que esté contento con el progreso y la duración de la guerra. Por suerte, la televisión estatal rusa emite uno muy significativo de estos casi a diario. Es el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Después de haberle prestado atención durante más de veinte años, puedo afirmar con confianza que nunca ha estado tan imbuido de una serenidad tranquila y segura de sí misma, fermentada con un humor jocoso. Este no es el comportamiento de alguien que se siente en riesgo de perder una guerra. Los altos mandos del Ministerio de Defensa parecen severos y sombríos ante la cámara, un comportamiento propio de hombres que envían a otros hombres a luchar y posiblemente a ser heridos o morir; pero fuera de cámara se muestran rápidas sonrisas de Mona Lisa. (Los hombres rusos no dan estúpidas sonrisas con dientes de pez al estilo estadounidense, rara vez muestran los dientes cuando sonríen, y nunca en presencia de lobos u osos).
Dado que el índice de aprobación de Putin se mantiene firme en torno al 80% (un número fuera del alcance de cualquier político occidental), es razonable suponer que es solo la punta visible de un gigantesco iceberg de 100 millones de rusos que esperan con calma la conclusión exitosa de la operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar la antigua República Socialista Soviética de Ucrania (así que por favor ni siquiera lo llamen guerra). Rara vez se sabe de estos 100 millones de rusos, y cuando hacen ruido, es para protestar contra la pereza burocrática y la lentitud o para recaudar fondos privados con los que remediar la escasez de algunos equipos especiales solicitados por las tropas: gafas de visión nocturna, cuadricópteros, miras ópticas y todo tipo de equipo táctico elegante.
Mucho más ruido está haciendo el uno o dos por ciento cuyo plan de negocios entero ha sido arruinado por la aparición repentina de la Nueva Cortina de Hierro. Los más tontos de ellos pensaron que huir al oeste o al sur (a Turquía, Kazajstán o Georgia) de alguna manera solucionaría mágicamente su problema; no lo ha hecho, y no lo hará. Las personas que esperaríamos que gritaran más fuerte son los activistas LGBTQ+, quienes pensaron que iban a usar el dinero de las subvenciones occidentales para construir el este de Sodoma y el este de Gomorra. Han sido obstaculizados y amordazados por las nuevas leyes rusas que los etiquetan como agentes extranjeros y prohíben su tipo de propaganda. De hecho, el mismo término LGBTQ+ ahora es ilegal, así que supongo que tendrán que usar PPPPP+ en su lugar («P» es para «pídor», que es el término ruso genérico para cualquier tipo de pervertido sexual, degenerado o desviado). Pero yo divago.
La portada del 11 de junio de 2018 de «National Review» lleva a un ‘Putin cruzando los Alpes’, al mejor estilo de un clásico retrato de Napoleón.
Se puede observar bastante fácilmente que aquellos que están menos contentos con el curso de la campaña rusa son también los que tienen menos probabilidades de ser rusos. Los menos felices de todos son los buenos muchachos del Centro de Operaciones Políticas e Informativas del Servicio de Seguridad de Ucrania, que están encargados de crear y mantener el Fantasma de la Victoria Ucraniana. Estos son seguidos por personas en Washington y sus alrededores, que están bastante enfurecidas por la pereza y la demora de los rusos. También se han visto presionados para demostrar que los ucranianos están ganando mientras que los rusos están perdiendo; con este fin, han retratado cada reposicionamiento táctico ruso o retirada táctica como una enorme y humillante derrota personalmente para Putin y cada implacable y suicida ataque ucraniano contra las posiciones rusas como una gran victoria heroica.
Para ser justos, los juegos tácticos rusos del gato y el ratón en este conflicto han sido poco menos que exasperantes. Los rusos pasaron algún tiempo recorriendo Kiev para alejar a las tropas ucranianas del Donbass y evitar un ataque ucraniano; una vez hecho esto, se retiraron. ¡Gran victoria ucraniana! También pasaron algún tiempo recorriendo la costa del Mar Negro cerca de Odessa, amenazando con una invasión marítima, para atraer a las fuerzas ucranianas en esa dirección, pero nunca invadieron. ¡Otra victoria ucraniana! Los rusos ocuparon una gran parte de la región de Kharkov que los ucranianos dejaron en gran parte sin defensa, luego, cuando los ucranianos finalmente prestaron atención, se retiraron parcialmente detrás de un río para conservar los recursos. ¡Otra victoria ucraniana! Los rusos ocuparon/liberaron la capital regional de Kherson, evacuó a todas las personas que querían ser evacuadas, luego se retiró a una posición defendible detrás de un río. ¡Victoria otra vez! Con todas estas victorias ucranianas, es realmente una maravilla que los rusos hayan logrado ganar alrededor de 100 km2 de las propiedades inmobiliarias más valiosas de la antigua Ucrania, más de 6 millones de habitantes, aseguraron una ruta terrestre a Crimea y abrieron un canal vital que suministra riego, agua que los ucranianos habían bloqueado hace algunos años. Eso no parece una derrota en absoluto; parece un excelente resultado de una única campaña de verano limitada.
Rusia ya ha logrado varios de sus objetivos estratégicos; el resto puede esperar. ¿Cuánto tiempo deben esperar? Para responder a esta pregunta, debemos mirar más allá del alcance limitado de la operación especial de Rusia en Ucrania. Rusia tiene peces más grandes para freír, y freír pescado lleva tiempo porque comer pescado poco cocido puede provocar parásitos desagradables como tenia y trematodos hepáticos. Por eso, me gustaría invitarlos a la cocina secreta de la Madre Rusia, para ver qué hay en la tabla de cortar y estimar cuánto procesamiento térmico se requerirá para convertirlo todo en una comida segura y nutritiva.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, revisa los modernos sistemas portátiles antitanque proporcionados por USA/OTAN antes del conflicto con Rusia, durante unos ejercicios militares en la ciudad de Rivne (CREDIT Ukrainian Defense Ministry, UPI, Alamy Live News)
Mezclando nuestras metáforas de comida, permítanme presentarles a Ricitos de Oro con sus tres osos y su papilla ni muy caliente ni muy fría. Lo que Rusia parece estar haciendo es mantener su operación militar especial avanzando a un ritmo constante, ni demasiado rápido ni demasiado lento. Ir demasiado rápido no permitiría suficiente tiempo para cocinar los distintos pescados; ir demasiado rápido también aumentaría el costo de la campaña en bajas y recursos. Ir demasiado lento les daría tiempo a los ucranianos y a la OTAN para reagruparse y rearmarse y evitar el procesamiento térmico adecuado de los distintos peces.
En un esfuerzo por encontrar el ritmo óptimo para el conflicto, Rusia inicialmente comprometió solo una décima parte de sus soldados profesionales en servicio activo, luego trabajó duro para minimizar la tasa de bajas. Optó por comenzar a apagar las luces en toda la antigua Ucrania solo después de que el régimen de Kiev intentara volar el puente del Estrecho de Kerch que unía Crimea con el continente ruso. Finalmente, convocó solo al 1% de los reservistas para aliviar la presión de las tropas de primera línea y prepararse potencialmente para la siguiente etapa, que es una campaña de invierno, por la cual los rusos son famosos.
Con esta información de fondo presentada, ahora podemos enumerar y describir los diversos objetivos secundarios que Rusia planea lograr en el transcurso de esta Guerra de Ricitos de Oro. El primer y quizás más importante conjunto de problemas que Rusia tiene que resolver en el curso de la Guerra de Ricitos de Oro es interno. El objetivo es reorganizar la sociedad, la economía y el sistema financiero rusos a fin de prepararlos para un futuro desoccidentalizado. Desde el colapso de la URSS, varios agentes occidentales, como el National Endowment for Democracy, el Departamento de Estado de los EE. UU., varias fundaciones propiedad de Soros y una amplia variedad de subvenciones y programas de intercambio occidentales han hecho incursiones serias en Rusia. El objetivo general era debilitar y eventualmente desmembrar y destruir Rusia, convirtiéndolo en un servidor obediente de los gobiernos occidentales y las corporaciones transnacionales que les proporcionarían mano de obra barata y materias primas. Para ayudar en este proceso, estas organizaciones occidentales hicieron todo lo posible para llevar al pueblo ruso hacia una eventual extinción biológica y reemplazarlo con una raza más dócil y menos aventurera.
Desde hace más de 30 años, las ONG occidentales se dedicaron a corromper las mentes de los jóvenes rusos. No se escatimaron esfuerzos para denigrar el valor de la cultura rusa, falsificar la historia rusa y reemplazarlos con la cultura pop occidental y las narrativas propagandísticas. Estas iniciativas lograron un éxito limitado, y la URSS y la cultura de la era soviética se han mantenido siempre populares incluso entre aquellos que eran demasiado jóvenes para haber experimentado la vida en la URSS de primera mano. Donde el daño ha sido más severo es en la educación. Excelentes libros de texto de la era soviética que enseñaban a los estudiantes cómo pensar de forma independiente fueron destruidos y reemplazados por importaciones. Estos fueron, en el mejor de los casos, útiles para capacitar a expertos en campos estrechamente definidos que pueden seguir procedimientos y recetas previamente definidos, pero no pueden explicar cómo se llegó a estos procedimientos y recetas o crear otros nuevos. Los profesores rusos, que veían su trabajo no solo en educar sino en criar a sus alumnos para que fueran buenos rusos que aman y aprecian a su país, fueron reemplazados por educadores formados en Occidente que vieron su misión en proporcionar un servicio competitivo basado en el mercado para llevar ¡consumidores cualificados, competentes…! ¿Quiénes son esas personas? Bueno, afortunadamente, Internet recuerda todo, y hay muchos otros trabajos para estas personas, como palear nieve y avivar hornos. Pero identificarlos y reemplazarlos lleva tiempo, al igual que encontrar, actualizar y reproducir los excelentes libros de texto más antiguos.
Pero, ¿qué pasa con los jóvenes dejados atrás por esta ola de destrucción? Por suerte, no todo está perdido. La operación militar especial les está brindando algunas lecciones muy valiosas que sus ignorantes educadores omitieron: que Rusia, una aglomeración única y milagrosa de muchas naciones, idiomas y religiones diferentes, se ha preservado y expandido a lo largo de los siglos gracias a los esfuerzos de los héroes, cuyos nombres no solo se recuerdan, sino que se veneran. Es más, algunos de ellos están vivos hoy, luchando y trabajando en el Donbass. Una cosa es visitar museos, leer libros antiguos y escuchar historias sobre las grandes hazañas de los abuelos y bisabuelos durante la Gran Guerra Patria; otra muy distinta es ver cómo se desarrolla la historia a través de los ojos de tu propio padre o hermano. Dale otro año o dos, y los jóvenes de Rusia aprenderán a mirar con desdén los productos de los traficantes de cultura de orientación occidental de Rusia. Sus mayores ya lo hacen: las encuestas de opinión muestran que una gran mayoría de los rusos ven la influencia cultural occidental como algo negativo.
¿Y qué hay de estos traficantes de cultura rusos que han estado adorando todo lo occidental desde que tienen memoria? Aquí sucedió una cosa de lo más curiosa. Cuando se anunció por primera vez la operación militar especial, se pronunciaron en contra y a favor de los nazis ucranianos; una estupidez, pero pensaron que era bueno y apropiado mantener sus opiniones políticas armonizadas con las de sus patrocinadores e ídolos occidentales para permanecer en sus buenas gracias. Algunos de ellos protestaron contra la guerra (ignorando el hecho de que ya llevaba ocho largos años). Y luego muchos de ellos huyeron del país con una prisa indecorosa.
Tenga en cuenta que estos no son ni cirujanos cerebrales ni científicos espaciales: son personas que se pavonean en el escenario mientras hacen ruidos con las manos y la boca; o son personas que se sientan allí mientras los maquilladores les hacen cosas en la cara y el cabello, y luego repiten interminablemente líneas escritas para ellos por otra persona. Estas no son personas que tengan la capacidad de analizar una situación política complicada y tomar la decisión correcta. En una era anterior, más sana, sus opiniones serían completamente ignoradas, pero tal es el efecto de Internet, las redes sociales y todo lo demás, que cualquier idiota histérico puede grabar un pequeño video y millones de personas, sin tener nada mejor que hacer con su tiempo, lo verán en sus teléfonos y harán comentarios.
El hecho de que estas personas estén limpiando voluntariamente el espacio de los medios rusos de su presencia es un desarrollo positivo, pero lleva tiempo. Si la operación militar especial terminara mañana, no hay duda de que intentarían volver y pretender que nada de esto sucedió. Y entonces la cultura popular rusa seguiría siendo un pozo negro al estilo occidental lleno de personajes vacíos que buscan glorificar cada pecado capital en aras de la notoriedad y la ganancia personal. Rusia tiene mucha gente talentosa ansiosa por tomar su lugar, ¡si tan solo se mantuvieran fuera el tiempo suficiente para que todos se olvidaran de ellos!
Particularmente dañino para el futuro de Rusia ha sido el surgimiento y preeminencia de élites económicas y financieras prooccidentales. Desde la privatización fortuita y en muchos casos criminal de los recursos estatales en la década de 1990, ha surgido toda una cohorte de poderosos agentes económicos que no tienen en mente los intereses de Rusia. En cambio, estos son actores económicos puramente egoístas que hasta hace poco pensaban que sus ganancias mal habidas les permitirían ingresar a la elegante sociedad occidental. Estas personas suelen tener más de un pasaporte, tratan de mantener a sus familias en algún enclave rico fuera de Rusia, envían a sus hijos a escuelas y universidades en Occidente, y su único uso para Rusia es como un territorio que pueden explotar para crear sus esquemas de extracción de riqueza.
Cuando en respuesta al inicio de la operación militar especial de Rusia, Occidente montó un ataque especulativo contra el rublo, lo que obligó al banco central de Rusia a imponer estrictos controles de divisas, estos miembros de la élite rusa se vieron obligados a comenzar a pensar en tomar una decisión trascendental. Podrían quedarse en Rusia, pero luego tendrían que cortar sus lazos con Occidente; o podrían mudarse al Oeste y vivir de sus ahorros, pero luego se verían privados de la fuente de su riqueza. Su elección fue facilitada por los gobiernos occidentales que trabajaron duro para confiscar las propiedades de los ciudadanos rusos ricos, congelar sus cuentas bancarias y someterlos a otras indignidades e inconvenientes.
Aun así, es una elección difícil para ellos darse cuenta de que, a pesar de su riqueza a veces fabulosa, para el Occidente colectivo son solo algunos rusos a los que se les puede robar. Muchos de ellos no están mentalmente preparados para compartir su suerte con su propia gente, a quienes les han enseñado a despreciar y explotar para beneficio personal. Una victoria rápida en la operación militar especial de Rusia les permitiría pensar que sus problemas eran de naturaleza temporal. Con el tiempo suficiente, algunos de ellos huirán para siempre, mientras que otros decidirán quedarse y trabajar por el bien común en Rusia.
Los siguientes en la fila son varios miembros del gobierno ruso que, habiendo sido educados en la economía occidental, son incapaces de comprender la transformación económica que está ocurriendo en Rusia, y mucho menos ayudarla. La mayor parte de lo que pasa por pensamiento económico en Occidente es solo una elaborada cortina de humo sobre este dicho fundamental: “Se debe permitir que los ricos se vuelvan más ricos, se debe mantener a los pobres en la pobreza y el gobierno no debe tratar de ayudarlos (mucho)”. Esto funcionó mientras Occidente tenía colonias para explotar, ya sea a través de la conquista imperial a la antigua, el saqueo y la rapiña, o a través del neocolonialismo financiero de los «sicarios económicos» de Perkins, o, como recientemente lo han admitido a regañadientes varios altos funcionarios de la UE, aprovechando la energía rusa barata.
Eso ya no funciona, ni en Occidente, ni en Rusia ni en ningún otro lugar, y la mentalidad tiene que adaptarse. Hay mucha inercia en los nombramientos para cargos gubernamentales, donde hay muchos intereses creados que compiten por el poder y la influencia. Se necesita tiempo para que ideas tan básicas se filtren en el sistema como el hecho de que la Reserva Federal de EE. UU. ya no tiene el monopolio planetario de la impresión de dinero. Por lo tanto, ya no es necesario que el banco central de Rusia tenga dólares en reserva para cubrir sus emisiones de rublos para defenderse de un ataque especulativo, ya que ya no es necesario que el banco central de Rusia permita que los especuladores de divisas se desenfrenen y organicen ataques especulativos.
Pero ya se han logrado algunos resultados, y son nada menos que espectaculares: en los últimos meses, solo unas pocas desviaciones bien escogidas de la ortodoxia económica occidental han convertido al rublo en la moneda más fuerte del mundo y han permitido a Rusia obtener más ingresos por exportaciones exportando menos petróleo, gas y carbón, y le han permitido reducir la inflación a casi cero. Desde el comienzo de la operación militar especial, Rusia ha podido reducir su deuda nacional en gran medida y aumentar los ingresos del gobierno. Un final rápido de la operación militar especial de Rusia puede significar el final de tales milagros y un retorno muy desagradable al insostenible statu quo anterior.
Más allá del mundo intangible de las finanzas, se han producido cambios igualmente significativos en toda la economía física rusa. Anteriormente, muchos sectores económicos, como la venta de automóviles, la construcción y el mejoramiento del hogar, el desarrollo de software y muchos otros, eran de propiedad extranjera y las ganancias de estas actividades salían del país. Y luego se tomó la decisión de bloquear la expatriación de dividendos. En respuesta, las empresas extranjeras vendieron sus activos rusos, asumiendo una gran pérdida y privándose del acceso al mercado ruso. El cambio ha sido bastante impresionante. Por ejemplo, a principios de 2022, las empresas automovilísticas occidentales poseían una gran parte del mercado automovilístico ruso. Muchos de los automóviles que se vendieron se ensamblaron dentro de Rusia en plantas de propiedad extranjera y las ganancias de estas ventas se expatriaron. Ahora, menos de un año después, los fabricantes de automóviles europeos y estadounidenses prácticamente se han ido de Rusia, reemplazados por una industria automotriz nacional que renace rápidamente. Los fabricantes de automóviles chinos se hicieron con una gran cuota de mercado de inmediato, mientras que Corea del Sur siguió comerciando con Rusia y ha conservado su cuota de mercado.
Igualmente sorprendentes han sido los cambios en la industria aeronáutica. Anteriormente, las aerolíneas rusas volaban Airbus y Boeing, la mayoría de ellos alquilados. Después del inicio de la operación especial, los políticos occidentales exigieron que se rescindieran estos contratos de arrendamiento y que se devolvieran las aeronaves a sus propietarios, sin tener en cuenta el hecho de que esto sería ruinoso desde el punto de vista financiero (saturando el mercado de aeronaves usadas en los años venideros y destruyendo la demanda para aeronaves nuevas) y, además, físicamente imposible, dado que no había forma de efectuar el traslado de la aeronave. En respuesta, las aerolíneas rusas nacionalizaron el registro de aeronaves, dejaron de volar a destinos hostiles donde sus aeronaves podrían ser arrestadas y comenzaron a realizar pagos de arrendamiento en rublos a cuentas especiales en el banco central ruso.
Luego llegó la noticia de que Aeroflot planea comprar más de 300 aviones de pasajeros nuevos, todos МС-21, SSJ-100 y Tu-214 rusos, todos antes de 2030, con las primeras entregas programadas para 2023. Ha habido una lucha para reemplazar casi todos los componentes de origen occidental, como compuestos para el ala de fibra de carbono del MC-21 y motores a reacción, aviónica y mucho más para todo lo anterior. Durante este período, muchos de los Boeings y Airbuses arrendados anteriormente se irán eliminando, pero la participación de mercado de estas empresas en el país más grande de la Tierra desaparecerá para siempre. Los daños a los fabricantes de aeronaves occidentales serán igualados por los daños a las aerolíneas occidentales. Al comienzo de las hostilidades, el Occidente colectivo cerró su espacio aéreo a Rusia, y Rusia correspondió. El problema es que Europa es pequeña y fácil de volar, mientras que Rusia es enorme y volar lleva un día entero. Las aerolíneas europeas descubrieron repentinamente que no pueden competir en las rutas a Japón, China o Corea.
Tras el cierre del espacio aéreo vinieron otras sanciones, tanto de la Unión Europea como de Estados Unidos, todas ellas ilegales, ya que el Consejo de Seguridad de la ONU es el único órgano facultado para imponer sanciones. En este momento, la Unión Europea está trabajando en el noveno paquete de sanciones, todas las cuales han sido denominadas «sanciones del infierno». Hablando del infierno, en el “Infierno” de Dante Alighieri hay nueve círculos del infierno, así que tal vez el gigante de las sanciones esté a punto de seguir su curso.
Se suponía que estas sanciones habrían destruido rápidamente la economía rusa y habrían causado tanta agitación social y sufrimiento que la gente se reuniría en la Plaza Roja y derrocaría al temido dictador Putin (o eso pensaban los expertos en política exterior occidentales). Claramente, nada de eso ha sucedido y el índice de aprobación de Putin es más alto que nunca. Por otro lado, la buena gente de la Unión Europea está empezando a sufrir. Ya no pueden permitirse el lujo de calentar sus hogares o tomar duchas calientes con regularidad, la comida se ha vuelto escandalosamente cara para ellos y tantas otras cosas van mal que enormes multitudes de manifestantes se han estado reuniendo en toda Europa exigiendo, entre otras cosas, un fin de las sanciones contra Rusia, normalización de las relaciones con Rusia y vuelta a la normalidad. Es poco probable que se cumplan sus demandas.
Pero hay una razón más importante por la que se mantendrán las sanciones: el regreso a los negocios como de costumbre, significaría que Rusia una vez más proporcionaría energía y materias primas a Europa a bajo precio, al tiempo que permitiría que las empresas europeas se beneficien del trabajo de los rusos. Esto es bastante poco atractivo y, por lo tanto, es poco probable que suceda. Rusia está utilizando las sanciones como una oportunidad para reconstruir su industria nacional y reorientar su comercio lejos de las naciones hostiles y hacia naciones amigas que sean justas y comprensivas en sus tratos con Rusia. También está trabajando arduamente para eliminar gradualmente el uso de monedas que Dmitry Medvedev llamó “tóxicas”; a saber, el dólar estadounidense y el euro.
Agregue a esta lista una nueva y maravillosa innovación rusa llamada «importación paralela». Si alguna empresa, en cumplimiento de las sanciones contra Rusia, se niega a vender sus productos a Rusia o a reparar o actualizar sus productos en Rusia, entonces Rusia comprará estos productos y las actualizará a un tercero, cuarto o quinto sin el permiso de los EE. UU., la UE o el fabricante. Si un determinado producto de marca deja de estar disponible, los rusos simplemente cambian el nombre de la marca y fabrican el mismo producto ellos mismos, o hacen que los chinos u otro socio comercial lo hagan por ellos. Y si Occidente se niega a licenciar su propiedad intelectual a Rusia, entonces esa propiedad intelectual se vuelve libre en Rusia.
Esto funciona particularmente bien con el software: las copias gratuitas de software de marca son tan buenas como las copias pagas, y si el soporte técnico, la capacitación u otros servicios asociados no están disponibles en Occidente, los rusos simplemente organizan los suyos. La propiedad intelectual de varios tipos constituye una gran parte de la riqueza teórica occidental, y las sanciones occidentales están teniendo el efecto de permitir que Rusia haga uso de ella de forma gratuita. Gracias a la tecnología digital moderna, también funciona bastante bien con hardware. En lugar de productos de ingeniería inversa minuciosa, ahora se puede lograr el mismo efecto comprando los modelos 3D en una memoria USB e imprimiéndolos en 3D o generando automáticamente las rutas de fresado y perforación para crearlas en una fresadora NC. A Putin le gusta usar la expresión “tsap-tsarap” para describir este proceso. Es difícil de traducir directamente, pero se refiere al acto de un gato que arrebata a su presa con sus garras. En pocas palabras, lo que antes Rusia tenía que pagar ahora, gracias a las sanciones, es gratis para ella.
Dado que la Guerra de Ricitos de Oro es, después de todo, una especie de guerra, necesitamos discutir brevemente sus aspectos militares. Aquí, también, un enfoque firme sobre la marcha parece ser el más copacético. El objetivo declarado es desmilitarizar y desnazificar a la antigua Ucrania, y hasta cierto punto esto ya se ha logrado: la mayor parte de los blindados y la artillería que Ucrania había heredado de la URSS ya se han destruido; la mayoría de los batallones nazis acérrimos están muertos o son una sombra de lo que eran. También se han ido la mayoría de los voluntarios que una vez lucharon en el lado ucraniano. Después de que más de 100.000 soldados ucranianos “han sido muertos” desde febrero de 2022 (como declaró abiertamente, y luego negó tímidamente, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen), y después de quizás medio millón de bajas, decenas de hombres en edad de servicio sobornando para salir del país y varias rondas del draft, son pocas ganancias. Con más de cien bajas ucranianas por día, las ganancias se reducirán aún más con el tiempo. Se han utilizado mercenarios extranjeros para llenar el vacío (anglos, polacos, rumanos), pero hay un gran problema con ellos: como señaló Julio César, muchas personas están dispuestas a matar por dinero, pero nadie quiere morir por dinero, excepto un idiota, añadiría. Y en el frente ruso de la OTAN, un idiota y su vida pronto se separan. La información actualizada sobre las bajas rusas es un secreto de Estado y el único número divulgado por el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, a fines de septiembre de 2022 fue de 5937 muertos desde el comienzo de la campaña. Se dice que las tasas de bajas han sido significativamente más bajas desde entonces.
En la actualidad, todavía no hay escasez de idiotas en el lado ucraniano, todavía, y tampoco hay escasez de armamento occidental donado. Primero llegaron los tanques usados de la era soviética y otros sistemas de armas donados de toda Europa del Este; luego vinieron los sistemas de armas occidentales reales. Y ahora en toda la OTAN se escuchan gritos lastimeros de que no les queda nada que puedan dar a los ucranianos: el armario está vacío. Tampoco pueden fabricar más armas a toda prisa. Para comenzar a producir armas al mismo ritmo que lo está haciendo Rusia, estos miembros de la OTAN primero tendrían que reindustrializarse, y no hay ni los recursos humanos ni el dinero para hacerlo. Y así, el ejército ruso avanza, desmilitarizando a Ucrania y al resto de la OTAN con él. En el proceso, está perfeccionando el arte de librar una guerra terrestre contra la OTAN, no es que un solo país de la OTAN siquiera consideraría tal idea.
Tal vez se trate de un avance lento de la misión, o tal vez este ha sido el plan todo el tiempo, pero lo que Rusia está haciendo en este momento es destruir la OTAN. Puede recordar que hace un año Rusia exigió que EE. UU. cumpliera con ciertas garantías de seguridad que hizo como condición para permitir la reunificación pacífica de Alemania; es decir, que la OTAN no se expandiría hacia el este. “Ni una pulgada hacia el este”, decía el acta oficial de la reunión. Gorbachov y Shevardnadze no lograron poner este trato en papel y lo firmaron, pero un trato verbal es un trato. Hace un año la oferta de Rusia fue bastante moderada: que la OTAN se retirara a sus fronteras anteriores a 1997, cuando se expandió a Europa del Este.
Pero, como suele ocurrir cuando se negocia con los rusos, su oferta inicial suele ser la mejor. Por lo que sabemos, según cómo vayan las cosas en Ucrania, la mejor y última oferta de Rusia puede requerir que la OTAN se disuelva por completo. Después de todo, el Pacto de Varsovia se disolvió hace 31 años, pero la OTAN todavía existe y es más grande que nunca; ¿para qué? ¿Para luchar contra Rusia? Bueno, entonces, ¿qué están esperando? ¡Ven y cógelo! Es posible que esto ni siquiera tome la forma de una negociación. Por ejemplo, Rusia podría decir, darle un golpe rápido a Letonia (se merece uno o dos golpes por abusar de su gran población nativa rusa al estilo nazi) y luego dar un paso atrás y decir: «Vamos, OTAN, ven y muere heroicamente en ¡Nuestra puerta para la pobre pequeña Letonia! En este momento, los oficiales de la OTAN permanecerán unidos, pero en silencio, examinando cuidadosamente sus propios zapatos y los de los demás.
Finalmente, llegamos a lo que quizás sea la razón menos importante de la Guerra de Ricitos de Oro: la antigua Ucrania misma. En vista de los otros objetivos estratégicos de Rusia, parece más la naturaleza de una pieza de sacrificio en un gambito de ajedrez. Teniendo en cuenta lo que Rusia ya ha logrado en los últimos nueve meses (cuatro nuevas regiones rusas, seis millones de nuevos ciudadanos rusos, un puente terrestre a Crimea, suministro de agua de riego a Crimea), no le queda mucho por lograr militarmente antes de que su campaña militar alcance a la etapa de rendimientos decrecientes. La adición de las regiones de Nikolaev y Odessa y el control total de la costa del Mar Negro serían, por supuesto, muy valiosas; el control de Kharkov y Kiev algo menos. El control de toda la cascada hidroeléctrica de Dniepr es definitivamente agradable de tener. En cuanto al resto, podría dejarse languidecer durante siglos como un páramo desindustrializado y despoblado, etiquetado como «Mayormente inofensivo».
Permítanme divulgar un detalle personal o dos. Dos de mis abuelos eran de Zhitomir, mi padre nació en Kiev, mi primer interés romántico fue una chica de Odessa y, a lo largo de los años, he tenido muchos amigos de Odessa, Kharkov, Lvov, Kiev, Donetsk, Vinnitsa y otros lugares. como en cualquier otro lugar de Rusia. ¿Rusia? Leíste bien: no hay forma de convencerme de que el llamado «territorio ucraniano» de alguna manera no es Rusia o que las personas que viven allí de alguna manera no son rusas, independientemente de lo que les hayan lavado el cerebro recientemente. Lo que, es más, ninguna de estas personas que he conocido a lo largo de los años se consideró en lo más mínimo ucraniano y probablemente verían la idea misma de una identidad nacionalista ucraniana como un síntoma de una condición mental. La etiqueta «ucraniano» era para ellos una tontería bolchevique; desde entonces, la ucranianidad se ha convertido en un método occidental para explotar variaciones étnicas menores con el fin de hacer que un grupo de rusos luche contra otro grupo de rusos.
En caso de que tenga dudas, apliquemos la buena prueba del pato: ¿la gente de allí camina, grazna y se parece a los rusos? Todo ese territorio, con una pequeña excepción en el lejano oeste, fue parte de Rusia durante entre diez y tres siglos; la mayoría de las personas allí, y prácticamente toda la población urbana, habla ruso como lengua materna; su religión es predominantemente ortodoxa rusa; son genéticamente indistinguibles del resto de la población rusa. Entonces, ¿qué pasó con ellos?
Desafortunadamente, una pequeña parte de esta tierra rusa pasó tres siglos en cautiverio del Imperio Austro-Húngaro o como parte de la Gran Polonia, y esto envenenó sus mentes con ideas extranjeras como el catolicismo y el nacionalismo étnico. A diferencia de Rusia, que es un monolito multinacional, multiétnico y religiosamente diverso, Occidente es un mosaico de nacionalismos étnicos, y donde hay nacionalistas puede haber nazis, limpieza étnica y genocidio.
Como una gota de veneno infecta todo el barril de vino, estos ucranianos occidentales, con mucha ayuda y fondos de los nazis alemanes, luego de los estadounidenses y los canadienses, lograron infectar una gran parte del antiguo territorio ucraniano con un falso nacionalismo basado en sobre una historia forjada y una cultura inventada al azar. Las prohibiciones oficiales sobre la enseñanza y, eventualmente, el uso del ruso, han creado una generación de jóvenes que son esencialmente analfabetos en su ruso nativo. Se enseñan en ucraniano, pero la alfabetización ucraniana es casi un oxímoron, ya que nunca se ha escrito o publicado nada de gran importancia en ese idioma y la gran mayoría de las obras literarias ucranianas están, lo adivinaste, en ruso.
La operación militar especial rusa que se lleva a cabo desde febrero de 2022, ha polarizado a toda la población. Aquellos que habían decidido estar con Rusia en 2014 estaban, obviamente, encantados de finalmente recibir ayuda de Rusia. Las ahora regiones rusas de Donetsk, Lugansk, Zaporozhye y Kherson votaron gustosamente para unirse a Rusia. Pero en cuanto al resto del antiguo territorio ucraniano, la polarización es mayoritariamente en la dirección opuesta. Aquellos que querían estar con Rusia en su mayoría votaron con los pies y ahora viven en algún lugar de Rusia.
Esto es algo que solo el tiempo puede arreglar. Eventualmente, la población de la antigua Ucrania se verá obligada a tomar una decisión: pueden ser rusos, o pueden ser refugiados en algún lugar de Europa, o pueden morir luchando contra los rusos en el frente. Tenga en cuenta que incluso Donetsk y Lugansk no tomaron esta decisión de inmediato, como lo hizo Crimea. En ese momento, solo alrededor del 70% de su población estaba a favor de abandonar Ucrania y reincorporarse a Rusia. Fueron necesarios ocho años de incesantes bombardeos ucranianos para convencerlos de tomar esta decisión.
Durante estos años intermedios, los «ucranianos» acérrimos se filtraron, dejando atrás una población que era casi 100% prorrusa. Fue solo entonces que el Kremlin les otorgó el reconocimiento oficial, envió tropas para defenderlos de una invasión inminente y, poco después, los aceptó en la Federación Rusa. Y ahora debe llevarse a cabo el mismo tipo de operación de clasificación en el resto de la antigua Ucrania. ¿Cuánto tiempo tardará? Solo el tiempo lo dirá, pero ya está claro que, en lo que respecta a Rusia, no hay ninguna razón de peso para apresurarse.
Fuente: detectivesdeguerra.com