La hipocresía del golpismo: El Nuevo Diario y las pensiones en Brasil

Jorge Capelán

Un congreso corrupto y golpista aprueba la reforma del sistema de pensiones de un presidente írrito en un país gobernado por la ultraderecha, y para El Nuevo Diario todo está en orden. Esa, claro está, no fue la actitud que tomó ese medio cuando el Gobierno sandinista el año pasado aprobó su ley de pensiones.

«La reforma de las pensiones da un gran paso y dispara la bolsa de Brasil», es el titular que escoge el medio golpista para la noticia de la aprobación por el Congreso de Brasil este miércoles de la reforma jubilatoria propuesta por el Gobierno de Jair Bolsonaro, que ha sido cuestionada por varios sectores de la población al denunciar que coloca obstáculos para acceder a ese derecho básico.

Según la propuesta del Gobierno de Bolsonaro, la edad mínima de jubilación será para las mujeres de 62 años y para los hombres de 65 años (en la actualidad no hay edad mínima de jubilación), mientras que determina un tiempo de contribución de unos 40 años (actualmente es de la mitad) para quienes deseen el beneficio completo.

Esa propuesta para El Nuevo Diario es buena para «los mercados», que en realidad quiere decir para los grandes capitales, que son los dueños de los mercados.

Recordemos que la reforma del sistema de pensiones que introdujo el Gobierno aquí en Nicaragua, y que fue el pretexto para el fallido «golpe suave» que El Nuevo Diario apoyó, era muy distinta a la de Bolsonaro.

La propuesta del Gobierno sandinista era reducir las jubilaciones en un 5%, aumentando levemente la cuota de los asegurados trabajadores y aumentando fuertemente la de las empresas y la de aquellos con los ingresos más altos.

La idea era salvar un sistema solidario e incluyente con el aporte de todos, pero especialmente de los sectores más pudientes. De esa reforma, El Nuevo Diario decía dos cosas: Primero, que era un golpe para los sectores populares, y segundo, que era mala para la economía del país.

Por otro lado, la propuesta del FMI y de la irresponsable dirigencia empresarial del país era subir la edad de jubilación duplicando el número de años cotizados, reduciendo una gran cantidad de costos y privatizando el sistema, de modo que solo los grupos con alto poder adquisitivo tuvieran derechos.

Es decir, la reforma de Bolsonaro en Brasil. De esa propuesta, El Nuevo Diario dice que es buena para la economía. Sobre lo de los sectores populares ¿a quién le interesan?, ciertamente no a El Nuevo Diario.

Decíamos que Bolsonaro es un presidente írrito y a continuación lo explicamos: El juez Sérgio Fernando Moro lideró la universalmente cuestionada investigación Lava Jato que metió en la cárcel a Lula, el candidato más popular a la presidencia.

Gracias a que Lula no pudo correr como candidato por estar preso, Bolsonaro ganó las elecciones y como premio puso a Moro de Ministro de Justicia.

Eso no se puede llamar de otra manera que corrupción, y a un presidente electo en esas condiciones, ilegítimo. Es un golpe, una conspiración contra las instituciones, algo con lo que El Nuevo Diario ha dado pruebas de identificarse plenamente.

Con esta breve exposición, a nadie le puede quedar la menor duda de dónde están los dueños de los mercados y dónde están los pueblos en esta historia.

El lugar de El Nuevo Diario es el mismo lugar en el que está Bolsonaro, y el tipo de «modelo» que los golpistas aplicarían en Nicaragua (si pudieran, pero no pudieron ni podrán) sería el mismo que Bolsonaro le está tratando de imponer al pueblo brasileño.

PD: Esto escribía el año pasado El Nuevo Diario sobre la reforma del INSS, que fue usada como pretexto para el fallido «golpe suave» contra el pueblo de Nicaragua: “INSS sube cotizaciones sin consenso”.

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