Oscar Rotundo
* “También en Cuba, Venezuela y Nicaragua, la unidad, la lucha y la esperanza se complementan para evitar la tragedia neoliberal que ha azotado a Colombia, Argentina y Brasil y que mantiene cautiva a Paraguay y Chile bajo el yugo de la represión y la miseria, y que lamentablemente ha sacudido al Uruguay y a El Salvador”.
En Nuestra América, nuestro Aby Ayala, sacrificado, laborioso y combativo, vivimos en una lucha constante e histórica por lograr la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, tratando de desmontar el rol asignado por los centros imperiales del poder capitalista que concebían al mundo civilizado excluyendo nuestras necesidades y voluntades.
Desde que llegaron los conquistadores, hace más de quinientos años, concibieron a nuestros pueblos como mercancías poseedoras de riquezas y tomaron con engaños y violencia aquellas cosas que valoraban, sin tener en cuenta la vida que los rodeaba. Saquearon, explotaron y asesinaron, se apropiaron de la tierra y la fuerza de trabajo, mancillaron las creencias y culturas, pero no pudieron arrebatar la esperanza.
La esperanza se construye, y como expresa la sentencia “cuando el mundo dice que te rindas, la esperanza susurra que lo intentes una vez más”, así, nuestros pueblos se han abierto camino entre la injusticia y la violencia para construir su destino. El camino no ha sido fácil y la esperanza ha tenido diferentes expresiones que le han dado vida, una de ellas ha sido la unidad; la unidad ha demostrado ser una de las fortalezas de la esperanza, porque la división forma parte de las tácticas indispensables para derrotar a un enemigo.
Divide y triunfarás, ha sido una consigna y una estrategia con la que se ha minado la esperanza de generaciones enteras, pero las circunstancias y la sabiduría popular, han permitido que esos obstáculos siempre representen un desafío frente a la realidad. La unidad alimenta a la esperanza, en el combate por la construcción de un futuro mejor y esa unidad, no solo se manifiesta en lo organizativo, también se manifiesta en el salto cualitativo de las conciencias en aquellos que son capaces de avanzar salvando las diferencias.
Las luchas por nuestra independencia forjaron la esperanza de concretar la Gran Colombia, el Libertador Simón Bolívar proclamaba “Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa” alimentando la esperanza de que la derrota del imperio colonialista español fuera el inicio de un futuro de prosperidad.
La unidad, la lucha y la esperanza en Bolivia derrotaron al golpe fascista y devolvieron la democracia al país, para consolidar a un gobierno popular que trabaja arduamente para salvar la vida de su pueblo y para restablecer la justicia y el estado de derecho masillado por el anacrónico egoísmo de las minorías reaccionarias.
También en Cuba, Venezuela y Nicaragua, la unidad, la lucha y la esperanza, se complementan para evitar la tragedia neoliberal que ha azotado a Colombia, Argentina y Brasil y que mantiene cautiva a Paraguay y Chile bajo el yugo de la represión y la miseria, y que lamentablemente ha sacudido al Uruguay y a El Salvador.
Este 2021 del siglo XXI, un virus letal ha puesto en jaque la superestructura del capitalismo acelerando un proceso de desigualdad social que empuja a los centros de poder a un nivel de descontrol imprevisto y coloca el foco en una realidad que rebasa las especulaciones y monta en la escena a diversos actores que ellos pensaban poder controlar o neutralizar.
China, Rusia, Irán y los gobiernos progresistas y revolucionarios del planeta están más vivos que nunca y desafían la hegemonía mundial imperialista con nuevas reglas del juego y un poder desafiante en todos los terrenos.
Justamente, esto se da en momentos en que en América del Sur cruje el armazón de mentiras y manipulaciones con el que la derecha neoliberal se montó en varios gobiernos de la región y en este proscenio la lucha y la unidad vuelven a sustentar esa esperanza que los pueblos guardan en lo más íntimo de su convicción.
La dinámica de los procesos que nos llevan hacia la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, nos hace combatir en todos los terrenos y por ellos, muchas veces se accede a la gobernabilidad que nos permite remediar muchas de las injusticias del sistema, pero ese no es el final del camino, ni el fin de la confrontación.
La gobernabilidad es una estación en la que se pueden plasmar aspectos de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, pero siempre será el nivel en donde la confrontación con los poderes facticos serás más agresiva.
Los pueblos luchan por la independencia contra los esclavos de la dependencia, los representantes del egoísmo, de la xenofobia, contra los temerosos del cambio, de lo desconocido y diferente, contra aquellos que sin el control se sienten débiles o lo que es peor, iguales a sus semejantes, entonces se vuelven violentos, terribles e impredecibles.
En el mundo existen 2.755 multimillonarios. Según un “pronóstico inmediato” (estimación preliminar) sobre 2020 en el que se incorporan los efectos de la pandemia de COVID-19, se calcula que esta empujará a entre 88 millones y 115 millones más de personas a la pobreza extrema, con lo que el total se situará entre 703 millones y 729 millones … “Según estimaciones de nuevos estudios, el cambio climático llevará a la pobreza a entre 68 millones y 135 millones de personas para 2030”.
Con este panorama por delante es indispensable redoblar la unidad, esforzarse en la lucha y alimentar la esperanza, todos y todas somos importantes para construir con solidaridad una fuerza poderosa que derrote la injusticia y la ignorancia, salve la vida de los sectores vulnerables y ponga a andar a las fuerzas del trabajo.
Este 11 de abril en varios países de nuestro Aby Ayala habrá elecciones, en cada una de ellas se expresan lo nuevo y lo de siempre, las fuerzas de la esperanza y las de la resignación, las de la independencia y la soberanía y las de la sumisión.
El triunfo de los movimientos populares en esta oportunidad electoral nos acercará a la consolidación de nuestro proyecto histórico y reforzará la esperanza de aquellos hermanos que sufren todavía el yugo de la dependencia en países gobernados por los mercenarios del imperio rapaz y genocida.
Este 11 de abril recordaremos la saña asesina de los golpistas en la Patria de Bolívar y como la esperanza se hizo futuro el día 13 de la mano de su pueblo. Este 11 de abril la tierra de Manco Capac podrá sacudirse el yugo milenario que la postró en la miseria, consagrando a una hija del pueblo en los destinos del porvenir. Este 11 de abril el Estado Plurinacional del Bolivia dará un paso más en la dignificación de su futuro. Este 11 de abril la esperanza retornará con orgullo en Ecuador.
Y de esta manera el Tahuantinsuyo revivirá con el corazón de la Pachamama, latiendo con esperanza, preparándonos para las nuevas luchas, más combativos, más unidos y más solidarios.