Misión Verdad
El protagonismo que viene tomando la Organización de Estados Americanos (OEA) en el conflicto boliviano, no parece tener algún signo de improvisación. La institución regional tomó para sí los anticipos de «fraude» por parte de la oposición local y lo volcó hacia una prerrogativa electoral imposible de cumplir.
Algunos países convocaron a una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA que se dio el miércoles 23 de octubre, en la que hubo quienes defendieron las mociones de «fraude», mientras otros sospecharon de la legitimidad de sus denuncias sobre el reciente proceso electoral en el país andino-amazónico.
Del informe preliminar
En dicha reunión extraordinaria se presentó el informe preliminar de la Misión de Observación Electoral de la OEA, a cargo de Antonio González, excanciller tico, en la que se toman conclusiones derivadas de las quejas opositoras sobre todo el proceso antes de los comicios y «la falta de confianza en el órgano electoral».
Los aspectos técnicos en el retraso de la transmisión de los resultados preliminares por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE), fueron el ancla de la OEA para confirmar las denuncias, lo que no es suficiente prueba de fraude alguno.
Sin embargo, el informe presenta el anterior motivo como el móvil del incremento «de las tensiones en la calle», y no la convocatoria partidista de Carlos Mesa y demás organizaciones, que han llamado a las desestabilización en propio terreno boliviano.
Para la Misión de Observación Electoral, si los resultados no reflejan los datos de medición que tiene en las manos y las denuncias adelantadas de la oposición boliviana, lo mejor es «convocar a una segunda vuelta»:
«Los resultados de una elección deben de ser creíbles y aceptables para toda la población no solo para un sector. En estos momentos, con 96,78% de las actas computadas, el cómputo definitivo marca una diferencia de 9,48% entre los binomios más votados, lo que de mantenerse significaría una segunda vuelta. En el caso de que, concluido el cómputo, el margen de diferencia sea superior al 10%, estadísticamente es razonable concluir que será por un porcentaje ínfimo. Debido al contexto y las 5 problemáticas evidenciadas en este proceso electoral, continuaría siendo una mejor opción convocar a una segunda vuelta».
La OEA trae a colación este informe preliminar antes de publicarse los resultados definitivos, en un intento por consolidar a nivel hemisférico la línea narrativa que pone en entredicho la victoria electoral de Evo Morales previo a cualquier anuncio oficial del TSE. De esta manera la correa de influencia política, institucional mediática de los Estados Unidos en la región, gira su atención hacia Bolivia mientras se impone una especie fabricada.
Del Consejo Permanente
En Washington, sede de la OEA y escenario de la reunión extraordinaria, hubo reacciones diversas al informe preliminar.
1. El embajador estadounidense, Carlos Trujillo, dijo que su gobierno apoya el informe presentado y que es importante vigilar de cerca el desarrollo de los eventos. Opinó que la supuesta suspensión del conteo de votos fue porque el partido del presidente Morales no iba ganando.
2. La representante de Nicaragua, Ruth Tapia, dijo tajantemente que «no es competencia de la OEA intervenir en asuntos internos de países soberanos». Su país se opone a cualquier tipo de injerencia.
3. La embajadora de México, Luz Elena Baños, dijo que el informe debió esperar el conteo completo de las actas electorales, criticó el pronunciamiento de la OEA, recordó que esta institución representa a un organismo imparcial. Advirtió mayor prudencia porque este tipo de convocatorias debilita y fractura a la organización.
4. Gerardo de Icaza, director del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral de la OEA, expuso en la sesión que la diferencia de puntos entre Morales y Mesa, así como la reciente renuncia del vicepresidente del TSE, «debilita la institucionalidad y pone en duda la legitimidad de los comicios». Para la institución, la diferencia porcentual es «escasa» aunque el cómputo dé más del 10% de diferencia entre ambos candidatos al cierre de esta nota.
Además, el Consejo Permanente le dio voz a Carlos Mesa a través del enviado de Juan Guaidó ante la OEA, Gustavo Tarre Briceño, quien leyó un comunicado del candidato presidencial boliviano en el que expone su postura ante el conflicto boliviano:
«Estas acciones del TSE están generando un estado de convulsión en mi país porque el ciudadano percibe una maniobra de fraude, para evitar la realización de la segunda vuelta impidiendo elegir el próximo presidente de Bolivia».
Así, Tarre Briceño «representó» en la OEA a dos presidentes que no existen: uno autoproclamado en Venezuela y otro en Bolivia que pretende serlo con el apoyo de Washington.
Del golpe en curso
En horas de la madrugada de este 24 de octubre, se confirmó oficialmente la victoria definitiva de Evo Morales en primera vuelta, tendencia irreversible.
El presidente reelecto dio declaraciones ante sus seguidores para celebrar los resultados, donde volvió a denunciar el «golpe de Estado interno y externo». La estrategia del gobierno boliviano en el plano exterior se basa en llamar a la OEA para su involucramiento en el conteo final de los votos, una auditoría que la institución regional exige sea «vinculante».
Aunque se haga la auditoría y las conclusiones sean la reelección de Evo Morales, tanto la oposición local como la OEA construyeron un ambiente de tensión en torno a la exigencia de una segunda vuelta que anuncia una posible profundización del conflicto en Bolivia.
En ese sentido, Carlos Mesa y 11 políticos opositores crearon la Coordinadora de Defensa de la Democracia, como una especie de bloque de presión ante las instituciones bolivianas, con la elevación de plano de las denuncias de «fraude» sin pruebas, pero con cierta movilización de comités civiles y partidos políticos nucleados en esta Coordinadora.
La misma Coordinadora de Defensa de la Democracia apoya su fundación en el informe preliminar de la OEA; la «segunda vuelta» es un «deber» del TSE, según la declaración.
Mesa dijo luego de reunirse con los otros opositores para formar dicha plataforma: «El señor Morales, en su mensaje a la nación, comenzó por hablar de un golpe de Estado y claramente nos señaló, a mí en particular, como responsable. Mi primera respuesta clara y categórica a esa increíble acusación, es que si hay alguien que ha roto y rompe sistemáticamente el orden constitucional de Bolivia se llama Evo Morales».
Bajo esta dirección, la irrupción de la OEA (el «golpe externo») dio pie para que el «golpe interno» tomara mayor músculo y se encaminara hacia el discurso de criminalización sobre lo que hace o no el gobierno de Evo Morales.
Esta maniobra semántica traslada la responsabilidad de cualquier interrupción del hilo constitucional al gobierno boliviano por «no atender la voluntad ciudadana», como dice el mentado informe preliminar.
Con estas consignas como marco, la OEA toma la vanguardia de la desestabilización en Bolivia, con una agenda que irrumpe en el escenario electoral y pone en la palestra el tan manido «fraude» como excusa para el golpe de Estado.