Miguel de Castilla Urbina
Los correligionarios de los asalariados de la derecha golpista, cuyas disputas se mueven entre las formas de repartición del botín que les llega de U.S.A y las candidaturas a alcaldes y diputados, urgen la elaboración de un programa de gobierno que le de norte a su apuesta.
Buscando responder a esta demanda, el exministro de Educación Humberto Belli, recientemente ha presentado lo que sería la política de financiamiento de las Universidades Públicas en Nicaragua, si eventualmente, en un acto de magia y prestidigitación, lograsen ganar las elecciones de noviembre del 2021.
La idea presentada por el exministro Belli no es nueva en Nicaragua. Corrían los años de inicio del túnel neoliberal (1990-2006) y había un trio selecto de la intelectualidad del gobierno pro imperialista de la Unión Nacional de Opositora, integrado por un diputado de apellido Ramírez, un viceministro de la Presidencia de nombre Toni Ibarra y el exministro Belli, con Milton Friedman como ideólogo, que concertadamente encabezaron una cruzada propagandística en contra de las Universidades Públicas, miembros del Consejo Nacional de Universidades, con el propósito oculto de privatizarlas, igual que en esos momentos su gobierno estaba haciéndolo con la energía, la telefonía, la salud y las mismas escuelas públicas.
Milton Friedman, un economista y estadístico estadounidense de origen judío, ganador del Premio Nobel de Economía en 1976 y profesor de la Universidad de Chicago, fue junto a su esposa Rose, autores de la obra clásica de la economía neoliberal titulada Libertad de elegir. Esa obra, fue copiada en esos días con sus puntos y comas para ser presentada como política pública de los gobiernos neoliberales, ante estudiantes universitarios y padres de familia, para el financiamiento de las Universidades Públicas nicaragüenses.
La propuesta de los discípulos de Friedman, en palabras de Belli, presentadas el 6 julio pasado en un medio local, fue el llamado “Sistema de váuchers”. La propuesta, “consistiría en trasladar el seis por ciento constitucional a váuchers o vales académicos, que financien directamente a los estudiantes. Sería un cambio revolucionario de paradigma, según Belli. En sus propias palabras: hoy el seis por ciento asignado a las universidades alimenta la oferta de estudios, es decir, a la burocracia que maneja la UNAN (al CNU y sus compinches). Pero podría, en cambio, alimentar la demanda, es decir, asignarse no a las universidades sino a los universitarios.
Supongamos, para entenderlo mejor, que el seis por ciento en un año dado fuese doscientos millones de dólares y los estudiantes cien mil. Corresponderían así dos mil dólares anuales a cada uno ($166 mensuales). Estos podrían entonces recibir esta cantidad en vales y aplicarla a la universidad de su preferencia, sea ésta pública o privada. En la práctica el sistema sería regulado conforme la capacidad económica del aspirante a la educación superior y al tipo de carrera deseada. Uno pobre que quisiese estudiar Medicina, recibirá más que uno no pobre (por ejemplo; el que pagaba cien dólares mensuales en su bachillerato) que además busca estudiar derecho”.
En lenguaje claro y llano, el “sistema de váuchers” consistía (y consistiría) en que el seis por ciento constitucional para las Universidades Públicas nicaragüenses, no se le ofreciera a las Universidades, sino que se le entregara directamente a los estudiantes mediante vales o váuchers, los que serían entregados a estos a través de los bancos, para pasar luego a matricularse a la Universidad de su elección, ejerciendo así su “libertad de elegir”, según la receta de Friedman.
En este contexto: ¿en qué consistía y en qué consiste la trampa de los vales del señor Belli?, la trampa era y es que las Universidades Públicas, al no recibir su financiamiento mensual para el pago de salarios de profesores y trabajadores administrativos y el funcionamiento de la actividad académica, o cerraban sus puertas y desaparecían, o los Consejos Universitarios se organizaban en cooperativas, e igual que las otras Universidades Privadas comunes y corrientes, competirían con éstas por el pastel del seis por ciento, convirtiéndose por esta razón en Universidades Privadas como un negocio más. La UNAN (Managua y León), la UNI, la UNA, la URACCAN y la BICU como universidades privadas.
No obstante, la fortaleza y organización del movimiento popular sandinista, que había decidido “gobernar desde abajo” y no escuchar cantos de sirenas falsos, tramposos y mentirosos, simultáneamente a que maestros, padres de familia y organizaciones del campo educativo se oponían al proceso de privatización de las escuelas públicas; las Comunidades Universitarias de las Universidades Públicas, Consejos Universitarios, estudiantes, profesores y trabajadores administrativos en las calles también se oponían a la trampa privatizadora de sus Universidades.
Esta lucha fue de años. Del tiempo diario para la vida académica de las Universidades Públicas en León, Managua, Rivas, Estelí, Matagalpa, Jinotepe y Juigalpa, sólo una parte era para clases, el resto era para luchar en las calles y oponerse al desatino neoliberal.
Al final vino noviembre del 2006 y el Frente Sandinista ganó las elecciones, y en enero del 2007 eliminó de raíz las pretensiones privatizadoras de la derecha neoliberal, de las escuelas primarias, los institutos de la educación secundaria y las Universidades Públicas.
Hoy después de 13 años de gozo revolucionario, las nuevas generaciones de universitarios nicaragüenses, que expulsaron de la UNAN-Managua en julio del 2018 a los terroristas que incendiaron el preescolar Arlen Siú, y cuando de nuevo el próximo año hay elecciones generales en Nicaragua, no pueden darse el lujo de que aquella historia vuelva a repetirse.