Se trata de la rica Europa, sometida a cumplir con lo que diga Estados Unidos, aunque las medidas antirrusas sean un bumerán que los afecte directamente
Puede ser en Francia, como respuesta popular a una ley de jubilación que eleva la edad de 62 a 64 años, donde han salido a las calles a manifestarse cientos de miles de personas durante más de diez jornadas.
De acuerdo con un despacho noticioso de Sputnik, «prácticamente todos los sindicatos del país se han pronunciado en contra, y convocado a huelgas y manifestaciones contra la reforma».
Señala dicho medio que en dos meses en esa nación se declararon ocho huelgas generales y centenares de manifestaciones organizadas por los sindicatos.
Diversos sectores productivos como el del gas, petroleros, controladores aéreos, basureros, trabajadores ferroviarios y del metro de París, burócratas en áreas administrativas, maestros y estibadores se han movilizado.
El 68 % de los franceses, según los sondeos, está en contra de la reforma del presidente Emmanuel Macron.
También en otras ciudades de la desarrollada Europa se exige aumento salarial, la aplicación de mayores impuestos para los que más ganan, o la rebaja de los encarecidos servicios de salud, energía y otros.
La guerra en Ucrania ha hecho su aporte adverso, con la política de sanciones impuestas a Rusia y la suspensión de la compra de gas y petróleo, además de la supresión de la compra de granos, a sabiendas del alto nivel de dependencia de esos recursos importados desde Moscú.
Por todo ello no es casual leer en los carteles que portan muchos manifestantes: «Amor, no guerra», en clara referencia a los millonarios gastos en armas para Ucrania, por parte de muchos gobiernos de la región.
No se trata –para nada– de países del llamado Tercer Mundo, necesitados de alimentos, atención sanitaria y otros beneficios sociales, sino de la rica Europa, sometida a cumplir con lo que diga Estados Unidos, aunque las medidas antirrusas sean un bumerán que los afecte directamente.
También las noticias llegadas de Gran Bretaña reflejan un ambiente de confrontación en grandes jornadas de huelgas.
Escuelas cerradas, trenes paralizados, funcionarios ausentes en múltiples ministerios, constituyen una especie de retrato hablado en la mayor jornada de huelgas de los últimos 11 años, en los cuales suman más de 500 000 los parados, debido a una inflación del 11,5 % anual, no respaldada salarialmente, aunque se trate de un país desarrollado.
El ingrediente añadido a las protestas en países del continente europeo guarda relación directa con la carestía y falta de gas para la calefacción y la cocción de alimentos, por el cierre a la compra de combustible ruso, todo como parte de las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra Moscú.
En España el paro en el sector de la Salud sumó un alto por ciento de los profesionales, que exigen condiciones para una atención médica de calidad.
Alemania no ha quedado fuera de las jornadas de huelgas y protestas, y los sindicatos del país han convocado a un paro a gran escala que involucra el transporte por ferrocarril, aeropuertos, puertos y otros.