No estaba contento el piloto genocida de la guardia somocista Roberto Amador, con la sangre que había derramado durante sus incursiones aéreas en los barrios de Managua en 1979 lanzando bombas de 500 libras, ni con su participación en la Contra. Quería más nicaragüenses sacrificados, por lo que fue presa fácil del narcoestafador y asesino confeso, Gerardo Sánchez.
El narcoasesino lo convenció de que tenía posicionado a su imaginario ejército en diferentes puntos estratégicos de Nicaragua y que iba a elaborar un proyecto para enviarlo al Instituto Republicano de Investigación (IRI), a fin de solicitarles cooperación.
Dicho proyecto con el IRI consistiría en que les dieran asistencia en lo político y en diversos temas sobre derechos humanos, además, por supuesto, ayuda económica para que la virtual Coordinadora Guerrillera siguiera con sus actividades delictivas, y que para ello contaban con personería jurídica (¿?).
Ante la credulidad inexplicable de un sujeto que fue engendro de una dictadura corrupta y asesina como la de Somoza y luego perteneció a un grupo no menos delincuencial como la Contra, el narcoestafador “Voz Solidaria” no solo hizo gala de su personería jurídica fantasma a Amador, sino que le hizo creer que contaba con una cédula empresarial judicial para poder montar un negocio en Costa Rica, que incluiría la importación de armas desde Estados Unidos.
Extracto de uno de los diálogos entre el narcoasesino Gerardo Sánchez y el piloto genocida Roberto Amador: