Fernando Bossi Rojas
Cuando sonaron los disparos y se escucharon los gritos “¡La Guardia! ¡Todo el mundo a tierra!», Luis Pallais Debayle, primo de Anastasio Somoza y que presidía la sesión de la Cámara de Diputados, pensó que se trataba de un golpe de estado provocado por su propia gente. No le pasaba por su cabeza que se trataba del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Fue el 22 de agosto de 1978 y el comando “Rigoberto López Pérez” realizaba el operativo “Muerte al Somocismo, Carlos Fonseca Amador”. Luego se conoció popularmente como “Operación Chanchera”. El jefe del grupo guerrillero era Edén Pastora, quien de ahí en más pasó a ser conocido mundialmente como el “Comandante Cero”.
El Palacio Nacional albergaba en esos momentos a cerca de 3 mil personas, pero el contingente revolucionario, compuesto por 25 miembros y vestidos con uniformes de la guardia nacional, había irrumpido anunciando el inminente arribo a las instalaciones del presidente Somoza.
A partir de la audaz estratagema, los sandinistas desarmaron a las fuerzas de seguridad y tomaron completamente el Palacio, ubicándose en lugares estratégicos y capturando a los más prominentes personajes que allí se encontraban: el ministro de gobernación Antonio Mora; conocidos diputados somocistas; Luis Pallais Debayle y José Somoza Abrego, hijo del general José Somoza –un medio hermano del dictador–, entre otros.
Con intermediación de la iglesia se alcanzó un acuerdo. Unos 50 guerrilleros presos fueron liberados, entre ellos el comandante Tomás Borge; medio millón de dólares tuvo que entregar el gobierno a las fuerzas insurgentes; se difundieron varios comunicados del FSLN en los medios escritos, radiales y televisivos y se garantizó la salida del país de los miembros del comando sandinista.
El golpe que recibió la dictadura fue contundente y el FSLN se posicionó a nivel nacional e internacional como una fuerza político-militar que legitimaba su lucha ante las arbitrariedades de un régimen entreguista, criminal y corrupto.
La Toma del Palacio Nacional fue el inicio de la caída de Somoza y también el comienzo de la ofensiva sandinista que coronará su lucha el 19 de julio del año siguiente.