Nicaragua hacia un escenario global más complejo

Manuel S. Espinoza Jarquín*

Por muy extraño, que parezca, nuestro país libra todo un conjunto de acciones a lo interno y en el plano exterior, para insertarse en un sistema internacional cada vez más complejo y harto difícil.

Por un lado, en el frente principal, libra una batalla político-económica con los EE.UU de Norteamérica y sus aliados principales como Canadá, la Unión Europea y un sinnúmero de países vasallos de nuestro continente. Ya ni se diga con instrumentos multilaterales como la OEA y todo el enjambre de medios masivos de información de alcance global a su servicio. Nosotros sabemos, que el adversario no es nuevo y su forma de actuar tampoco.

Por otro lado, en un segundo frente libra todo una batalla repleta de acciones diplomáticas, económicas, financieras y comerciales, en función de procurar a futuro la supervivencia y la posibilidad de desarrollo nacional en un mundo inseguro e inestable, tras dos años de pandemia del Covid-19.

Hasta ahora la batalla en el frente nicaragüense-usa, sin temor alguno está siendo librada con éxito y excelentes resultados. Prácticamente fue desarticulada su estrategia de impedir la victoria del FSLN en las pasadas elecciones presidenciales. Ningún país ha logrado tal triunfo contra los EEUU y eso, aun manteniendo “relaciones bilaterales cuasi normales” ante la vista de muchos.

Y aunque también en el segundo frente nuestros pasos han sido acertados, un Nuevo Orden Internacional (NOI), se apresura día a día a tomar forma y a estructurarse para un periodo de enfrentamiento mayor entre las potencias, que disputan la supremacía global y regional para dominar en la segunda mitad del siglo XXI.

Aunque conocemos que fue la guerra comercial de Trump contra China y la aplicación de la estrategia de sanciones, lo que terminó de marcar el reinicio de una Guerra Fría ahora entre ambos países, muchos desconocemos las causas reales del inicio de tal fisura entre China y los EE.UU.

De igual manera ha surgido una nueva dinámica de difíciles relaciones entre Rusia y los Estados Unidos. Por eso los EE.UU., han reenfocado toda su estrategia y accionar por el planeta en función de detener el ímpetu demostrado de estas dos potencias a la vez. El rápido y contundente accionar de cada uno de estos tres actores potenciales del sistema internacional, hace más complejo el análisis sobre las ventajas tácticas y estratégicas que cada uno de estos logra a diario.

Otro elemento de complejidad analítica es que Nicaragua, en sus relaciones internacionales, tiene diversos tipos de relaciones con ambos países que adversan con claridad el poderío norteamericano, lo que nos ubica en el blanco de la agresión USA en términos de desestabilización y control hegemónico.

No es que nos asusten los yanquis, sino, que un mejor entendimiento de las líneas de proyección en la gestación NOI, nos ayudaría a evitar el hecho de que a diez años de la revolución sandinista, la URSS y el campo socialista se desintegró y nos agarró por sorpresa en medio de una batalla sangrienta contra la administración de Ronald Reagan.

Lo anterior es válido inclusive para aquellos que piensan que el declive norteamericano es pura fantasía y que resultará vencedor ante China y Rusia. De ahí, a todos nos es necesario comprender donde estamos y con qué actor potencial caminamos hoy y mañana, cuando producto del deterioro del sistema de seguridad y decisiones colectivas internacional se debiliten aún más.

El poderío económico, militar y tecnológico está entrando en niveles de seria competitividad sin precedentes entre los tres principales contendientes geopolíticos. Ya ni se diga en el campo de novedosas guerras como la híbrida, que integran cisnes negros como el COVID-19, el fin de la globalización, la caída del dólar, el cambio climático y el deterioro ambiental.

No hay duda de que las potencias se preparan para una etapa de mayor calentamiento y no necesariamente tiene que ver con el medio ambiente o el clima. Desde el Mar Negro hasta Ucrania. Desde el Mar del Sur de China hasta el estrecho de Ormuz, o entre la frontera de Colombia y Venezuela, los “flash points” parecen marcar el pulso del enfrentamiento geopolítico actual.

El Dilema de las Contradicciones de la Quíntupla Potencial.

Esta quíntupla está representada por EE.UU, China, Rusia, la Unión Europea y la India. Un primer análisis es las relaciones de hostilidad entre ellas y las posibilidades de alianzas existentes y a futuro. Sobre todo con otros actores de medio y menor potencial internacional.

Los norteamericanos tratan de aparentar, que por ahora el “Adversario Principal”, de los EE.UU es China y no Rusia. Los EE.UU se acercan a Rusia con presión en el flanco europeo, sobre todo con el impulso de la OTAN en Ucrania, con sanciones económicas y se retiran de Afganistán para poder incendiar el Cáucaso y el Mar Negro, para obligarla a negociar y así crear una fisura en sus relaciones estratégicas con el país del Dragón.

Con igual propósito antichino, los EE.UU aumentan la alianza “Indo-Pacífico”, crean el AUKUS (la OTAN en Oceanía), mantiene personal militar en Taiwán en plena provocación a China continental y se retiran de Afganistán para interrumpir con guerras de terror y proxis, la ruta de seda y digital euroasiática. El propósito es negociar sus relaciones con Rusia y desacelerar su capacidad económica, comercial y financiera global.

Pero para China los adversarios no son solo los yanquis y los rusos, sino también la India, Japón y Corea del Sur. No atacará Taiwán. Simplemente la absorberá de forma pacífica como ya es Hong Kong. Solo es cuestión de tiempo. Ahora hasta ha entrado en la lista de mayores adversarios Australia. China también está usando el término de “Línea Roja” con Japón, que se ha expresado recientemente a favor de Taiwán. China advirtió que no permitirá el retorno del militarismo (japonés como en la IIGM) en la región y que no crucen la línea roja en sus relaciones con Taiwán.

Para Rusia, los únicos aliados son su ejército, flota y fuerza aérea y misilística nuclear. Sin embargo, hay más relación estratégica ahora entre China y Rusia, lo que tiene más que preocupada a la Casa Blanca. Las naciones de Euro-Asia y la Gran Euro-Asia, resumen las ambiciones de India, Rusia y China ante el resto de zonas de influencia geopolítica.

Rusia jamás permitirá que la OTAN se acerque más a sus fronteras y absorba a Ucrania. El Servicio de Inteligencia Rusa (SVR) ha estado anunciando el serio aumento de tropas de la OTAN a lo largo de la “Línea Roja” que va desde Kaliningrado hasta el Mar Negro. Solo en la zona aledaña a Ucrania se encuentra más de 120 mil tropas de la OTAN. Y suplirle armamento a Ucrania, significa cruzar esa línea, advirtió el presidente Putin esta semana.

La India utiliza a Rusia y a los EE. UU. como socios de pantalla en sus relaciones con China. Las relaciones con Rusia son de vieja data y sobre todo en el aspecto militar y ahora de buenos oficios en la propuesta rusa de que la India sea parte de la Gran Euro-Asia. La unificación de poder, bajo ese concepto, representaría una estocada al poderío norteamericano global, que definirá al NOI en un futuro no tan lejano en el 2030.

También está interesada en que Rusia no sea el aliado estratégico por excelencia de China. Ofrece a Rusia grandes perspectivas de involucramiento en la reactivación de la AAGC, tanto en los vectores de África-Asia, como en el Ártico, para alejar un tanto del proyecto de la ruta de seda y digital chino.

Los EE.UU luchan por impedir esta gran estrategia geopolítica rusa y ofrecen a la India desde un tratado exclusivo de libre comercio, activar el corredor comercial Indo-Japonés para Asia y África (AAGC), que le permita competir económicamente con China. También otra asociación similar con la OTAN, (“QUAD”), de la que la India sea parte. En caso contrario, los EE.UU amenazan a la India con el mejoramiento de las relaciones con Pakistán, adversario de la India, y hasta sanciones por la compra de armamento estratégico como los sistemas tierra –aire S-400, submarinos y aviones modernos de combate.

Hay un grupo de actores de menor calibre regional en Medio Oriente, como Turquía, Irán e Israel, pero que sí pueden ocasionar mayores tensiones en la franja del Magreb y en toda la región en sí, que atraigan a el quíntuplo potencial y los estanque en la situación de inestabilidad prolongada regional.

Turquía, por ejemplo, es el aliado ideal para que desestabilice el Cáucaso y Asia Central, creando serias amenazas a Rusia y a China. Desde las revoluciones de color hasta la utilización del ejército turco como en los casos de Siria, Iraq y el Kurdistán. Turquía aspira a un nivel de potencialidad continental y juega a varias bandas tratando de obtener la mayor ventaja posible para su estrategia.

Como el lector puede observar, hay muchos intereses encontrados en las potencias de turno, en un mundo de alta competitividad y conectividad. Estas contradicciones son parte integral de la estructura del Nuevo Orden Internacional (NOI) y en gran medida, la pandemia del COVID-19 ha generado mayores posibilidades que la I y la II GM de redistribución global del poder.

Otra realidad coyuntural del NOI, son los procesos de cambio profundo que atraviesa el planeta post Covid-19, mas no post- pandemia con la aparición de una mutación del virus más letal, conocida como “ÓMICRON”. Esta situación mantiene a todos los estados en la incertidumbre de qué dirección tomar, cuál es la ruta mejor a seguir y donde se confunde la decisión táctica y la estratégica.

La Dinámica Centro-Periferia

En el mundo actual, la relación centro-periferia ha sufrido enormes cambios vertiginosos. Si durante el ímpetu de la globalización, el debate giraba sobre la mitigación de sus efectos a nivel mundial, y cómo la periferia podría adaptarse a tal sometimiento de carga, hoy la pregunta en cuestión integra al centro sin duda alguna. Sobre todo, por la carga que desde la periferia se está generando.

Las potencias demostraron impotencia de enfrentar unidas a la pandemia y de ser hegemones al salvar a sus aliados en lo más duro de ésta. Hoy, en el periodo de “inicio de la recuperación”, su influencia no solo es mínima, sino que es ninguna en muchos casos. Más bien persisten en un sistema de conflicto entre sí, olvidando el descalabro económico – estructural en que la periferia sobrevive.

De ahí que se está gestando una especie de transición política-económica estructural global. El neoliberalismo bien atrincherado de normas cuasi bíblicas, se ha ido al traste por lo menos en este periodo de “reinicio” de las economías. Se hace y se valida hoy, todo lo contrario a los mandamientos del capitalismo, pues no pueden contener la demanda de los pueblos.

El Estado y su papel en la organización de la sociedad global, como noción centro del poder local, se ha reposicionado como nunca. Este ahora está en libertad de ir contra la corriente del capital financiero si es necesario para poder sobrevivir esta etapa. Desde el proteccionismo a el aumento de impuestos y la carga fiscal y la búsqueda de aseguramiento social son medidas, que a diario se toman en función de contener la toma de las calles, plazas y hasta gobiernos con el triunfo de la izquierda global.

En América Latina, el potencial de cambio ya existía incluso antes de la pandemia. Las revoluciones vivas del Siglo XXI en nuestro continente, que han venido creciendo a luz intermitente en varios países de la región como: Cuba, Venezuela, conquistados y generados, en detrimento de la condición de lastre neoliberal, han podido poco a poco revertir en el consciente colectivo latinoamericano no solo el impacto de la mentira y la difamación anti-comunista o izquierdista de la ideología neoliberal capitalista financiera, sino en la incapacidad de la organización y la movilidad social.

Hoy el espectro amenazante de una pandemia sin fin, los repuntes posibles, que amenazan a la economía mundial y la incapacidad de los gobiernos demostrada, han generado una movilización de conciencia a todo el nivel del tejido social del continente, donde la búsqueda de las mejores opciones de gobierno y la alianza internacional son de urgencia. De ahí que la aglutinación de diversas fuerzas políticas se una, para lograr el aparato administrativo más coherente para la toma de decisiones estratégicas.

La determinación demostrada por romper con las cadenas locales y extranjeras que nos han atado a la pobreza y el subdesarrollo, así como para enfrentar las adversidades de los diversos y adversos escenarios a futuros es la senda a continuar en unidad de nación y con aliados estratégicos verdaderos.

Nicaragua se posicionó bien con el triunfo electoral de noviembre pasado del FSLN y a su cabeza con el comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo.

Esto sin duda alguna es una premisa básica para enfrentar las realidades reales de la estructura coyuntural del proceso de gestación difícil y compleja de un nuevo orden Internacional.

*Especialista en Relaciones Internacionales

Fuente: Visión Sandinista.

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