Jorge Capelán
El bluff al final no sirvió. Tanto decir que no iban a regresar a la mesa y ahí están, diciendo que «coinciden plenamente» con los planteamientos de la Unión Europea de volver a las negociaciones con el Gobierno. Ahora tendrán que discutir un calendario y unas reformas al sistema electoral en los términos de lo ya acordado con la OEA.
Entre los miembros de la autodenominada «Alianza Cívica» al final se impuso el sentido de la realidad de que el país sigue avanzando por el sendero de la paz y la reconciliación sin ellos. El Gobierno siguió adelante con su propio cronograma basado en los primeros acuerdos logrados al inicio de las negociaciones emitiendo una amplia amnistía a los golpistas presos e impulsando una serie de leyes y procesos que buscan reconciliar a la sociedad real, no a la construida por los medios de la derecha.
Esa agenda, la del gobierno, funciona. La otra agenda, la de los medios golpistas, no funciona. Por eso ahora salen directivos de grupos como la Cámara Americana-Nicaragüense de Comercio (AmCham), muchos de cuyos miembros fueron severamente afectados por la aventura golpista de sus mandamases, diciendo que quieren volver a sentarse a la mesa. Como lo decíamos en los días anteriores, el que persista en desconocer la institucionalidad del país se está condenando a la más completa irrelevancia.
Ahora reclaman que entre los liberados faltan 89 delincuentes que han sido detenidos desde abril hasta la fecha y que no estaban en las listas consensuadas con el Gobierno y los garantes. Ese problema se va a arreglar antes del martes 18 cuando venza el plazo para el cumplimiento de todos los puntos de la agenda planteados por el Gobierno.
Hoy en día en Nicaragua, para los golpistas, todo detenido, sea expendedor de drogas, narco, asesino o violador, es un «activista político». La lista de 89 nombres que reclaman los golpistas será revisada con el nuncio papal, la OEA y el Gobierno, y quién sabe si de ellos quedará alguno que pueda ser amparado por la Ley de Amnistía aprobada hace hoy una semana.
Luego, llorarán, patalearán, golpearán la mesa, demandarán elecciones adelantadas, pero al final terminarán aceptando el cronograma electoral establecido.
Mientras tanto, seguirán dilapidando el precioso tiempo que queda de aquí añ 2021, sin poder presentar una propuesta creíble, sencillamente porque no la tienen y nadie se las puede dar desde afuera, porque el antisandinismo, especialmente la variante fascista que ellos propugnan, no es y no podrá ser jamás un programa político:
En primer lugar, porque el sandinismo es un movimiento político apoyada por millones de nicaragüenses, y en segundo lugar, porque al país hay que gobernarlo con políticas productivas, sociales y de todo tipo, y en ninguno de esos campos los golpistas pueden ponerse de acuerdo entre sí (excepto en su amor incondicional por todo lo que venga de Miami).
No sabemos qué va a pasar con la Nica Act, pero lo cierto es que el país sigue avanzando. Empresas como Wrangler dejan México para mudarse aquí, inversionistas como el mexicano Carlos Slim dicen que no piensan para nada en retirarse de Nicaragua y la industria turística tanto en Europa como en Estados Unidos da señas de seguir respaldando a nuestro país como destino.
A lo interno, las organizaciones de las Mipymes y de los trabajadores por cuenta propia, que generan más del 80% del empleo y la mitad o más del PIB, profundizan sus alianzas de la mano del Gobierno sandinista.
Más allá de las retóricas altisonantes, hay que ver las realidades y Centroamérica no está para más desestabilización. El acuerdo migratorio de Trump con el presidente mexicano López Obrador pasa por la estabilidad de nuestra región, eso es alguien que cualquiera entiende. No se puede controlar la emigración hacia el Norte desestabilizando el istmo.
Con Honduras en medio de un proceso avanzado de protestas populares, que algunos incluso califican de insurrección, con Guatemala con un sistema político en el que nadie cree y con un El Salvador en el que la luna de miel de la que goza el recientemente electo presidente Nayib Bukele es cada vez más frágil, apostar por la desestabilización de Nicaragua parece una muy mala idea.
Si los Estados Unidos quisieran resolver su crisis de legitimidad en la región desestabilizando Nicaragua podrían obtener un resultado opuesto al deseado: Unir a todos los pueblos del istmo en su contra.
En medio de ese fluctuante panorama, el Gobierno sandinista avanza pegado a su pueblo y levantando las banderas de toda la sociedad para todos y todas.