Jorge Capelán y Stephen Sefton
En un reciente artículo “Washington: nuevo intento de derrocar al gobierno nicaragüense”, Pablo Jofre Leal reconoce que Nicaragua es blanco de la agresión imperialista de los Estados Unidos y sus peones regionales, más que nunca en este año electoral. También nota lo absurdo de la declaración yanqui de que Nicaragua es un peligro para la seguridad nacional de EE.UU. y observa cómo los medios de comunicación, de manera rutinaria, describen falsamente a Nicaragua como una dictadura, enfocando su campaña de odio más que todo en el Presidente Comandante Daniel Ortega.
Jofre Leal resume de manera precisa y correcta que Nicaragua, igual que Bolivia, Cuba y Venezuela, es objeto de una conspiración entre EEUU y sus aliados europeos para desestabilizar el país por medio de guerra económica, guerra psicológica, y el financiamiento de organizaciones y políticos opositores.
Luego, su artículo pasa a enunciar una serie de problemas que en su opinión el gobierno del Presidente Daniel Ortega tiene que superar, pero lo hace en base a un artículo completamente falso de la realidad nicaragüense. Jofre Leal documenta sus reservas en relación al gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional y del Presidente Ortega por medio de una referencia a ese artículo de Tomás Andino Mencia, en el que ese autor demuestra su total ignorancia sobre la realidad de Nicaragua.
Que personas inteligentes acepten esta clase de falsedades promovidas por la oposición nicaragüense y sus secuaces regionales indica una falta de rigor intelectual en sectores de la izquierda latinoamericana en relación a Nicaragua. Casi todas estas falsedades tienen su origen en personas y organizaciones financiadas por los gobiernos imperialistas, principalmente sus apéndices no gubernamentales en Nicaragua.
Solamente ese hecho es suficiente para indicar la naturaleza falsa de esas fuentes de información. Es instructivo que en general tanto las fuentes oficiales del gobierno sandinista, como sus medios afines y aún medios independientes que apoyan la revolución sandinista, en efecto son rutinariamente ninguneadas e invisibilizadas.
Por cierto, tanto los propios revolucionarios nicaragüenses como los compañeros de la solidaridad internacional dentro y fuera de Nicaragua, a lo largo de los años, hemos producido una considerable cantidad de material sobre la realidad del país desde todos los ángulos imaginables.
Por ejemplo, los libros “Nicaragua 2018 – ¿Levantamiento popular o golpe de Estado?” y” “La Revolución no se detendrá” o escritos de autores internacionales como Fabrizio Casari, Dick Emanuelsson, Brian Willson, Giorgio Trucchi, Max Blumenthal, Rick Sterling, John Perry, Alex Anfruns, Steve Sweeney o Dan Kovalik. Llama la atención que generalmente la mayoría de los analistas de izquierda prefieran ignorar esta producción solidaria con la revolución sandinista a favor de material de un origen y veracidad más que sospechosos.
En relación al tema de la solidaridad con Nicaragua frente a la agresión de Estados Unidos y sus aliados, Jofre Leal cita la solidaridad de gobiernos de la región y movimientos como el Foro Sao Paulo. Esta solidaridad enfatiza la defensa de conceptos fundamentales del derecho internacional como la no intervención y la autodeterminación.
Debemos aclarar que Nicaragua no es un simple objeto de la solidaridad del Foro de Sao Paulo, es un actor de primera fila en esa instancia de coordinación de la izquierda latinoamericana: Junto con Brasil es el país que más veces ha organizado los encuentros del Foro, y de no haber sido por la pandemia de la Covid-19, la cita de este año se habría celebrado en Managua por cuarta vez.
Jofre Leal plantea que la histérica obsesión del gobierno estadounidense contra Nicaragua indica el fracaso de la política imperial en la región y, luego de mencionar las palabras del Presidente Ortega denunciando la intromisión constante del Embajador estadounidense en Nicaragua, termina sosteniendo:
“El gobierno y el pueblo de Nicaragua pueden encontrar de forma independiente la solución pacífica a sus dificultades que han surgido en aras de garantizar el desarrollo socioeconómico sostenible de la sociedad, respetando las normas y principios constitucionales, con el respeto de los derechos humanos y las libertades civiles pero el combate sin cuartel contra el golpismo.
Para ello también el gobierno de Ortega debe profundizar en reformas sociales que permitan satisfacer las necesidades sociales y ello implica transitar por una vía, que no sea sólo mantener un modelo que otros países de nuestra América han demostrado sus falencias”.
Es bueno que Jofre Leal se preocupe tanto de Nicaragua y su pueblo como para ofrecer consejos de buena voluntad al Presidente Ortega. Sin embargo, ignora los tremendos esfuerzos del gobierno de Nicaragua de fomentar un diálogo nacional los cuales siguen hasta la fecha sin una respuesta seria de parte de la oposición política del país. En cambio, la oposición en Nicaragua se ha ocupado en solicitar la agresión económica contra su propia patria de parte de los poderes imperialistas y promover la intervención de Luis Almagro, Secretario General de la OEA.
Por otro lado, algunos sectores de la empresa privada que nunca se aliaron con los golpistas mantienen excelentes relaciones con el gobierno. Entonces, no es por falta de voluntad a dialogar que el gobierno sandinista no ha podido llegar a un nuevo consenso después de que el consenso anterior al 2018 se rompió.
También es difícil de entender lo que Jofre Leal quiere decir cuando sugiere que Nicaragua debe de “transitar por una vía, que no sea sólo mantener un modelo que otros países de nuestra América han demostrado sus falencias.” En relación a eso, uno podría decir que los intelectuales suramericanos tienen una idea muy superficial de lo que pasa aquí en Nicaragua.
De hecho, está claro que si se toma como referencia las fantasías de escritores como Tomas Andino Mencia no se puede tener la menor idea de que aquí en Nicaragua se está desarrollando un modelo revolucionario.
Una de las razones por las que hay compañeros que tienen dificultad para percibir ese modelo revolucionario de la Nicaragua sandinista en sus verdaderas dimensiones es porque para la Revolución Sandinista en Nicaragua el desarrollo de la economía real es una tarea central.
Desgraciadamente, las izquierdas en América Latina y el Caribe, y en el mundo, tienen problemas para visualizar eso. En el peor de los casos, tienden a no ver más allá de la mera redistribución de la renta o, a lo sumo, apoyan alguna que otra versión del capitalismo de Estado.
Pero el socialismo es más que eso, es control de los productores directos sobre los medios de producción. Eso es lo que estamos construyendo en Nicaragua, donde las empresas asociativas, cooperativas y familiares hoy en día responden por una parte decisiva de la economía. La oligarquía todavía está en el país, pero ya no controla las alturas estratégicas de la sociedad y por más que lo intenta, no puede destruir el poder del pueblo.
El artículo de Pablo Jofre Leal demuestra que hay compañeros con muy buenas intenciones que nos quieren ayudar, ya que es muy cierto que somos objeto de las agresiones del imperio. Para el Frente Sandinista ser atacado por el imperio de una u otra forma siempre ha sido una realidad permanente, no es solo de ahora. Sin embargo, debemos constatar que a veces ni siquiera nuestros amigos comprenden cuál es nuestra verdadera situación.
No somos meramente víctimas. Dentro de la precariedad de la realidad centroamericana y caribeña, tenemos con qué defendernos y hemos acumulado un rico acervo de experiencias. Se puede argumentar que en estos momentos la Revolución Sandinista y el FSLN están más fuertes que nunca antes en estos últimos 17 años. Y eso es cierto a pesar de la destrucción que sufrió la economía como consecuencia del «golpe blando» de abril 2018, seguido por los tremendos efectos de la pandemia y de los dos huracanes más fuertes de los últimos 20 años.
¿Cómo es posible haber logrado ese nivel de resiliencia? Sencillamente, porque en Nicaragua manda una Revolución Sandinista. En Nicaragua no manda el neoliberalismo, porque si así fuera:
• No habría educación ni salud públicas, no solo gratuitas, sino de una calidad antes impensada en el país.
• No habrían servicios básicos fuertemente subvencionados y de calidad para los sectores populares.
• No habría una constante mejora en la infraestructura de un país que a pesar de ser de entre los más pobres de América Latina es también uno de los que cuenta con las mejores carreteras.
• No se producirían prácticamente todos los alimentos de consumo popular.
• No se prohibiría la siembra de alimentos transgénicos.
• No sería líder mundial en la participación de mujeres a nivel de gabinetes de Gobierno y tampoco uno de los que más mujeres tiene en el parlamento.
• No sería uno de los países que más ha empoderado económicamente a las mujeres.
• No sería un país en el que los pequeños y medianos propietarios controlan el 80% de la tierra.
• No sería un país en el que esos pequeños y medianos productores son los que efectivamente sacan adelante la economía del país.
Hay un problema de fondo que a muchos les impide entender cuál es el «milagro» de Nicaragua. Creen que la revolución de 1979 pasó y siguió de largo. Eso no es cierto. Lo que ha sucedido en Nicaragua desde 1979 hasta la fecha es parte de un solo proceso que tuvo que superar en condiciones sumamente adversas las secuelas de la guerra impuesta por Estados Unidos además de las secuelas de 16 años de ataque constante por los gobiernos neoliberales a los logros del primer período de gobierno revolucionario del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Las lecciones de los años 80 fueron asimiladas, y lo que hoy se está haciendo, parte de esas enseñanzas, ahora en el contexto no de una guerra, pero sí de una economía regional todavía estrangulada por la mano muerta del capitalismo occidental. El Frente Sandinista, con el Comandante Daniel a la cabeza, entendieron muy profundamente que el desarrollo de la economía real debe ser y es la tarea fundamental de las y los revolucionarios hoy en día.
En un mundo en el que el capital controlado por los monopolios financieros occidentales, no quiere producir, es necesario que las y los trabajadores devenidos en sujetos económicos, prioricen y desarrollen su capacidad productiva. Para lograr esa emancipación de la capacidad productiva del pueblo nicaragüense se ha implementado una democratización verdadera en todos los aspectos de la vida nacional.
El gobierno del Presidente Ortega ha fomentado una economía con políticas de infraestructura, con un sistema de salud, con un sistema de educación que funciona todos juntos de una manera integrada a favor de las y los productores pequeñas y medianas, tanto rurales como urbanas, a favor de las mujeres, a favor de los pueblos indígenas y afrodescendientes, a favor de la juventud.
La opinión latinoamericana y caribeña no percibe esta realidad porque, a menudo inconscientemente, tiende a aceptar de manera acrítica las mentiras producidas a escala industrial por una oposición nicaragüense orientada y financiada por sus amos norteamericanos y europeos. Si se quiere opinar sobre la realidad nicaragüense con mayor rigor y seriedad, la mejor manera de hacerlo es de visitar el país y ver por uno-mismo.