Luis Varese
Efectivamente, Francisco I, el Papa, me cae bien. Alguna de sus encíclicas son documentos modernos, serios, valiosos y muy avanzados. Claro que faltan muchos temas por ser tocados y modernizarse, uno de ellos y probablemente el más revolucionario en este tiempo, sería el sacerdocio para las mujeres y el matrimonio de sacerdotes y/o sacerdotas (sacerdotisas me suena muy “pagano”).
Me formé católico y abracé desde muy joven la Teología de la Liberación. No reniego de ello, aunque no soy practicante y hace mucho que trato de no ser sectario en materia ni política ni religiosa, no siempre lo logro. Sí milito en la laicidad del Estado y creo firmemente en los gobiernos no confesionales. Por supuesto con Jesús y los apóstoles soy irreductiblemente antiimperialista. No hay vuelta que darle. No hay imperio ni colonialismo bueno, sea cual sea, incluso si tratamos de sublimar los imperios Maya, Azteca o Inca. A ningún pueblo le gusta ser dominado.
Lástima las palabras desmedidas de Francisco, el papa, contra Daniel, el comandante Ortega. La defensa de su obispo, pasó a ser la defensa de la Iglesia de los ricos, contra la Iglesia de los Pobres, las Comunidades Cristianas de Base. La Iglesia que defiende la igualdad, la solidaridad, el amor cristiano, lo revolucionario, el Hombre y la Mujer Nuevos. Cometió en dos o tres frases, un grave error político que llevó a una respuesta de Estado a Estado.
No voy a ponerme a describir los horrores de la Inquisición, ni hablaré del Banco Ambrosiano, la Logia P2, o peor aún la pedofilia institucionalizada. No es el tema. El tema es el derecho de Nicaragua y su gobierno a ser y permanecer libres y soberanos. Ese es el tema.
La deportación de los 222 actores contrarrevolucionarios ha sido un acto generoso. El retiro de su ciudadanía nicaragüense, es un acto discutible, pero el comandante Ortega, la dirección del FSLN y el poder judicial de Nicaragua, sabrán bien por qué lo han hecho.
La gravedad de los hechos del intento de golpe y la creación de una cabeza de playa para colocar un gobierno afín a los Estados Unidos; el asesinato y tortura de civiles, de sandinistas y de personal de la Policía Nacional no puede quedar impune de ninguna manera. No en Nicaragua, ni en ninguna parte del mundo.
Ya antiguos amigos critican esta posición. No hay duda dónde está la línea y ésta es contra el “enemigo de la humanidad”, como reza el Himno del FSLN: el imperialismo yanqui. Claro que hay discrepancias, pero sobre esto no puede haber dudas, los amigos del imperio son enemigos de los pueblos. No hay término medio en esto, si no, pregúntenle a Sandino.
Seguimos firmes con Daniel y su vicepresidenta Rosario, es decir, con el Gobierno legítimo de Nicaragua, y no dejaremos de expresarlo. Respondiendo a los de la “izquierda light”, que quieren quedar bien con Dios y con el Diablo, les cuento que ha pasado demasiada agua bajos los puentes demostrando que esto no es posible, que ya podrían haber aprendido algo.
Por ello, la defensa de Nicaragua es tan valiosa como la lucha contra el fascismo, que hoy inaugura su encuentro en Lima, en nombre de la democracia, la libertad y de Dios. Los mismos argumentos usados durante el franquismo y por todas las mafias habidas y las que habrá.