Carlos Fonseca Terán
Un tema al que quería referirme es el de las detenciones hechas por la Policía Nacional a los sospechosos de practicar torturas y asesinatos, incendiar edificios y casas, entre otros actos terroristas, y también de destruir propiedad pública y demás delitos cometidos durante el fallido Golpe de Estado.
La derecha denuncia secuestros de manifestantes pacíficos, pero la Policía no secuestra, sino que detiene sospechosos de cometer delitos. Ellos sí secuestraron, torturaron, desaparecieron gente, asesinaron, amedrentaron. La derecha dice pues, que el gobierno está encarcelando a la gente por ejercer el derecho a la protesta pacífica, e incluso La Prensa se atrevió a decir que una reciente detención de un grupo de aproximadamente cinco personas se debió a que éstas habían participado en no sé qué marcha.
Sin embargo, los detenidos en la actualidad son cuando mucho, unas cuantas decenas de presuntos autores de delitos en el marco de la crisis que vivió el país y que fue creada por la derecha golpista, pero si la causa de las detenciones fuera el ejercicio pacífico de la protesta los detenidos serían muchísimos más, o sea toda la gente que la derecha logró manipular en determinado momento y que ya no la respaldan en sus marchas y plantones, y todos sabemos que esos miles de ciudadanos que de forma manipulada, se manifestaron pacíficamente en algún momento contra el gobierno, están tranquilos llevando su vida en paz, sin que nadie los moleste.
Es más, el colmo es que casi ninguno de los más connotados voceros de la oposición golpista ha sido detenido, porque ni siquiera se detiene a quienes estuvieron al frente del intento de golpe, sino a los autores directos – materiales e intelectuales – de delitos como los que hemos mencionado antes, con lo cual incluso estamos casi permitiendo ciertos márgenes de impunidad, ya que la responsabilidad de los autoproclamados líderes golpistas en lo sucedido es muy grande y deberían ser sancionados si se aplicara la ley con rigor; pero por el contrario, no pocos de ellos han sido vistos en centros comerciales, centros nocturnos recreativos, playas, etc., disfrutando de la normalidad que niegan y que quisieron arrebatar al pueblo en cuyo nombre abusivamente hablan.
Si los actuales detenidos, sospechosos de actos delincuenciales y criminales fueran presos políticos, pregunto: ¿quiénes son entonces los que incendiaron edificios y casas, destruyeron, secuestraron y desaparecieron gente, torturaron, asesinaron? ¿Dónde están esos torturadores que se filmaron a sí mismos mientras aplicaban torturas a los secuestrados sandinistas o a los desaparecidos, como Bismarck Martínez, o mientras profanaban los cadáveres de sus víctimas o los despedazaban atrozmente como siniestras aves de rapiña?
El cuento de que los manifestantes pacíficos están siendo secuestrados por las autoridades es parte del desesperado afán de presentar la imagen de un país sumido en la violencia y en el caos que ellos mismos impusieron por un tiempo, pero que ya fue superado por la fuerza contundente del pueblo organizado y conducido por su vanguardia revolucionaria, el FSLN. Con su estrategia basada en presentar un país en zozobra, la derecha golpista crea condiciones para legitimar a nivel internacional la intervención extranjera y de paso, para justificar la raquítica concurrencia a sus marchas en la actualidad, razón por la que sus seguidores son conocidos popularmente como “minúsculos” o “puchitos”, mientras a las convocatorias del sandinismo acuden decenas y cientos de miles de personas.
Así, cuando reconocen que la gente no va a sus marchas (cosa que a veces ridículamente niegan), los golpistas dicen que es por miedo, pero eso es absurdo, porque significa que cuando no hay muertos hay miedo, y no había miedo cuando la derecha presentaba manipuladoramente los muertos que había como si hubieran sido masacrados, cuando en realidad eran muertos de ambos bandos en enfrentamientos provocados por los propios golpistas primero y después, en el contexto de la ofensiva que ellos nos obligaron a realizar cuando usaron el diálogo como instrumento de campaña política y de presión y no como un mecanismo para la solución pacífica de la crisis, que era nuestro objetivo inicial, aunque es oportuno señalar que la cantidad de muertes en relación con la intensidad de los enfrentamientos disminuyó drásticamente cuando nosotros pasamos a la ofensiva, lo cual dice mucho de la estrategia criminal de la oposición golpista.
La verdadera razón de la ausencia de gente en sus marchas y plantones es que ya la derecha perdió la posibilidad de manipulación que en algún momento llegó a tener, y que la llevó al autoengaño de creer que era posible derrocar al gobierno, razón por la cual apostó todo a esta ilusión, escapándosele de las manos su verdadero posible éxito, que hubiera sido arrancar concesiones estratégicas al gobierno en el momento más complicado de la crisis, pero esto sólo habría sido posible si la derecha hubiera tomado el diálogo como lo que en realidad quería el gobierno que fuera, o sea un instrumento de negociación para la solución de una crisis que ya no le es posible a la derecha volver a crear, porque el gigante sandinista despertó y sabe ahora cómo enfrentar esta nueva modalidad de enfrentamiento.
De ahí la actual desesperación de la derecha golpista y su negacionismo de la nueva realidad; negacionismo que le llevará del fracaso al desastre y de éste a la extinción, ya que su estupidez le impedirá darse cuenta de esto.
Finalmente pues, los detenidos no son presos políticos, sino sospechosos de terribles crímenes, graves actos contra la propiedad pública y contra toda una serie de derechos de los ciudadanos, tales como la libre circulación, el trabajo, entre otros, y esos mal llamados presos políticos no son en consecuencia, secuestrados, sino secuestradores ellos mismos y detenidos por tal razón entre otras, por parte de las autoridades legalmente establecidas para ello, tal como es legal la participación voluntaria y organizada del pueblo en la defensa de la patria y de la seguridad pública, en subordinación a las autoridades legalmente competentes a cargo de tales misiones, y no como fuerzas paralelas a las instituciones armadas.
Los que sí actuaron como fuerzas de choque organizadas fueron los golpistas y que por tal razón han sido correctamente catalogadas como paramilitares por el Comandante Daniel Ortega en sus entrevistas, así como se ha definido el intento de derrocamiento de nuestro gobierno como un frustrado golpe de Estado, debido al carácter ilegítimo de tal propósito que se planteó a corto plazo la oposición, la cual adicionalmente se ha hecho delirantes ilusiones con un golpe de Estado clásico, ignorando el carácter patriótico de unas fuerzas armadas que surgieron de la lucha revolucionaria y que no están bajo la influencia perniciosa del poder que antes tuvo la derecha y que estimuló la traición de algunos ex militares a la causa sandinista, lo que los llevó a su involucramiento en la organización y dirección de los actos de violencia que fueron llevados a cabo por la oposición durante esta crisis que ha sido superada victoriosamente por el sandinismo a la vanguardia del pueblo y en beneficio de la paz, la patria y la Revolución.