Occidente fascista y libertad de expresión

 

Stephen Sefton

El cinismo e hipocresía de las élites que controlan los gobiernos norteamericanos y europeos sigue llegando a niveles cada vez más agresivos y demenciales contra sus propios pueblos, y muy peligrosos para los pueblos del mundo. Casos notorios como la persecución de Julián Assange han confirmado que la represión y censura en las sociedades occidentales siempre han estado latentes debajo del superficial barniz de la aparente libertad de expresión permitida por las oligarquías gobernantes.

Las sociedades norteamericanas y europea se han caracterizado durante décadas por la concentración del control de los medios en manos de cuatro o cinco empresas privadas de clara ideología neoliberal.

Hay que recordar la censura y la brutalidad policial que estos gobiernos desplegaron contra miles de personas que protestaron contra las extremas medidas de cierre económico durante la pandemia del Covid-19, por ejemplo, en Canadá y Holanda. Entre 2020 y 2022, los gobiernos occidentales ensayaron diversas técnicas de censura directa de los medios de televisión y radio y de censura indirecta por medio de las grandes empresas privadas transnacionales de las redes sociales y de internet.

En el Reino Unido el gobierno creó una unidad de guerra psicológica llamado SPI-B, como parte de su Grupo de Asesoría Científica para Emergencias. El objetivo específico de SPI-B fue infundir suficientes niveles de miedo entre la población para hacer a las personas más dispuestas a cumplir con las represivas normas del cierre económico que el gobierno implementaba.

Esta política de guerra psicológica en Reino Unido fue reforzada por medidas de represión policial contra las personas que criticaban a las autoridades en las redes sociales. Los métodos de represión de la libertad de expresión, probados por los gobiernos occidentales y las grandes empresas de comunicación durante la pandemia del Covid-19, se intensificaron desde febrero 2022 con el inicio de la operación especial militar de Rusia en defensa de la población rusa en Donbass.

Ahora, desde la operación Inundación Al Aqsa de la Resistencia Palestina del 7 de octubre 2023, el clima de represión y censura en Norteamérica y Europa se ha empeorado todavía más. Parece que hay una relación inversa entre los reveses a nivel internacional de las élites gobernantes de Estados Unidos y sus países satélites y el aumento de la censura y la represión contra sus propias poblaciones.

Tanto en Norteamérica como Europa se va extendiendo la censura de las personas que critican y cuestionan la política exterior de sus gobiernos, especialmente en relación a los criminales regímenes genocidas de Ucrania e Israel. Un aspecto altamente siniestro, pero a la vez previsible, de este proceso es cómo se ha confirmado la unión fascista entre los gobiernos y las empresas transnacionales de la comunicación digital, la cual ha reforzado la corrupta unión fascista estructural entre los gobiernos occidentales y las grandes empresas de los armamentos y la alta tecnología militar.

En efecto, se han privatizado la censura y la supresión de la información disidente e inconveniente, de manera que las empresas de las grandes plataformas del internet han llegado a ser cómplices esenciales para hacer cumplir los tipos de censura tradicionalmente asociados con los gobiernos. Todo esto es parte de la agenda de las élites occidentales para destruir la capacidad de las naciones estados soberanas de resistir el poder de las grandes empresas capitalistas.

En verdad, estas enormes corporaciones transnacionales de inversión, notoriamente las norteamericanas Blackrock, Vanguard y State Street y sus homólogas europeas como Allianz, Amundi o UBS, garantizan las políticas estatales que quieren ver implementadas por medio de cooptar, de una manera u otra, a la clase política y la alta burocracia gubernamental.

El ejemplo descubierto más reciente de este tipo de corrupción, fue el acuerdo ilícito de un contrato valorado en miles de millones de euros entre Ursula von de Leyen, Presidenta de la Comisión Europea y la empresa transnacional farmaceútica Pfizer. Es difícil de concebir la enorme riqueza calculada en millones de millones de dólares manejada por estas gigantes corporaciones que influyen en las grandes empresas de todos los sectores, de energía, de farmaceútica, de armamentos, de agronegocios e incluso de poderosos conglomerados financieros como Goldman Sachs o J.P.Morgan-Chase.

Es notorio que Blackrock, para tomar un ejemplo, ha comprado 30% del territorio de Ucrania y sin duda ya tiene planificada su futura inversión en el territorio de Gaza donde las y los políticos occidentales que controlan siguen facilitando la genocida limpieza étnica de la población palestina. Es imposible exagerar la maldad antihumana del capitalismo occidental, lo cual explica su violento choque con las posiciones humanistas y genuinamente democráticas de los gobiernos de países como la Federación Rusa y la República Popular China.

Los gobiernos de estos países defienden los principios de la no intervención, la soberanía, la autodeterminación y el respeto e igualdad entre las naciones y los pueblos. En los últimos cinco años de creciente conflicto internacional y persistentes bajos niveles de crecimiento económico a nivel nacional en el Occidente, se calcula que el uno por ciento más rico del mundo ha tenido ganancias de alrededor de un millón quinientos mil millones de dólares mientras la mayoría de la población mundial ha perdido un monto casi igual.

La avaricia de las élites occidentales no tiene límites. Para ellas el genocidio de pueblos enteros es meramente un costo externo más de hacer negocios, algo que no afecta para nada sus ganancias. Les ayudan sus políticos cooptados como Joe Biden, Donald Trump, Keir Starmer, Emmanuel Macron, Olaf Scholz, sus organizaciones no gubernamentales y sus fichas en instituciones multilaterales como el señor Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas.

Para encubrir la realidad de su prácticamente total cooptación, las y los dirigentes políticas occidentales ocupan la interminable falsa jerga de las oligarquías norteamericanas y europeas sobre los derechos humanos, la libertad de expresión, la supuesta separación de poderes, los inexistentes medios independientes y su misterioso amigo secreto, el orden-basado-en-las-reglas.

Se ocupan desde los métodos más crudos, hasta las técnicas más sofisticadas. Por ejemplo, Youtube ha practicado la eliminación total en sus servidores de los videos de varios reporteros que han probado y expuesto la falsa cobertura de los medios occidentales de los temas internacionales.

Youtube borró todos los cientos de videos de nuestro hermano Dick Emanuelsson, entre los cuales eran numerosos videos de la lucha popular contra los gobiernos fascistas de Colombia y Chile, el golpe en Honduras y sus secuelas, además de varias entrevistas con sobrevivientes de los atentados asesinos de los golpistas en Nicaragua durante 2018. Las y los hermanas y hermanos de nuestra Red de Comunicadores y Juventud Presidente, también conocen muy bien las técnicas de censura aplicadas por plataformas como Youtube, Facebook, Instagram y Twitter en aquellos momentos.

Youtube también eliminó otros cientos de videos de la compañera Eva Bartlett, que revelaron los crímenes de los cómplices occidentales terroristas en Siria y la realidad genocida de la ocupación sionista de Palestina. En Europa ahora, el gobierno del Reino Unido está aplicando la Ley Anti-Terrorista contra reporteros acreditados para acusarlos de haber apoyado el terrorismo.

El pasado mes de agosto, el compañero británico Richard Medhurst fue arrestado por un grupo de policías antiterroristas en el aeropuerto de Londres de Heathrow, detenido por 24 horas, interrogado y acusado de haber apoyado a una organización terrorista por haber reportado los crímenes sionistas en Palestina. Todos sus dispositivos fueron confiscados y fue liberado bajo fianza con la condición de reportarse periódicamente a la policía.

Una semana después del arresto de Richard Medhurst, otra reportera acreditada como periodista, la compañera británica Sarah Wilkinson, fue arrestada en su casa por un grupo de dieciséis policías antiterroristas, algunos armados y con la cara cubierta. La compañera ha informado que estos policías la maltrataron físicamente, destruyeron su propiedad, robaron más de doscientos libras esterlinas en efectivo y su pasaporte, y profanaron las cenizas de su madre, echándolas al piso de la casa.

La compañera fue detenida en una estación de policía donde le negaron el medicamento que ella toma para una crónica condición dolorosa gastrointestinal. La acusaron de terrorismo por haber compartido reportes de periodistas en Gaza. La dejaron libre bajo fianza con la condición de reportarse a la policía periódicamente y que entregue su pasaporte, lo cual los policías se habían llevado al allanar su casa, junto con su dinero en efectivo y todos sus dispositivos digitales.

Una condición extrema de la fianza de Sarah Wilkinson es que ella no debe tocar ningún dispositivo digital, ni su teléfono, una cámara, una computadora o una grabadora. La compañera vive en un lugar rural remoto donde casi no hay transporte público y ella no tiene vehículo, así que las autoridades saben que es prácticamente imposible para ella cumplir con las condiciones de su fianza. Ambos, Richard Medhurst y Sarah Wilkinson enfrentan 15 años de cárcel por haber cumplido con su legítimo trabajo periodístico al reportar sobre el genocidio sionista en Palestina, lo cual el gobierno británico apoya con armamentos.

A esta escalada en la represión contra reporteros profesionales, sigue la criminalización de la protesta en los países europeos, donde ahora en muchos casos es ilegal llevar la bandera palestina o gritar lemas palestinos como “Palestina libre del río al mar”. Cientos de activistas pro Palestina han sido arrestados en Europa por este tipo de gesto de protesta, que ahora en países como Alemania y Reino Unido se trata como un delito criminal. Lo que se nota especialmente en los casos de Sarah Wilkinson y de Richard Medhurst es la saña con que las autoridades actuaron contra dos personas pacifistas, lo cual indica una clara orientación política de alto nivel de hacerles daño, de provocarlas y humillarlas.

En Estados Unidos también este tipo de represión contra personas disidentes va escalando. Varios hermanos solidarios con Nicaragua son también muy activos en apoyo a la causa de Palestina o a la revolución bolivariana de Venezuela y critican el apoyo occidental al régimen nazi de Ucrania. Muchos de ellas y ellos ahora son detenidos e interrogados por las autoridades cada vez que regresan a Estados Unidos de una visita al extranjero.

Ahora, las autoridades estadounidenses han dictado que el grupo mediático ruso Rossiya Segodnya y sus subsidiarias, Ria Novosti, RT, TV-Novosti, Ruptly y Sputnik, son agentes extranjeros en vez de medios periodísticas. Esto implica que cualquier ciudadano estadounidense que colabora con estos medios corre el riesgo de ser acusado de ser un agente de la Federación Rusa con todas las secuelas legales que pueden enfrentar por ese motivo.

Esta medida afecta a cientos de personas norteamericanas críticas de su gobierno, quienes hasta la fecha han trabajado con los medios rusos como reporteros, comentaristas, escritores o periodistas Así que, en vez de aplicar de manera cruda y brutal las leyes antiterroristas como lo ha hecho el gobierno británico contra disidentes pro-palestinos, los yanquis ocupan su ley sobre agentes extranjeros para poder aplicar la ley criminal al legítimo periodismo.

Esta escalada de la censura y la supresión de la información verdadera, intensifica la censura efectiva aplicada durante décadas por los medios controlados por las élites gobernantes en Norteamérica y Europa. Y es notable que esta escalada acompaña una campaña de parte del señor Elon Musk, dueño de la plataforma digital X, contra las autoridades judiciales de Brasil que han demandado a la gerencia de X por no cumplir con los requisitos de la ley para poder operar en Brasil.

Es impresionante que gran parte de la opinión progresista internacional apoya a la campaña de Elon Musk, supuestamente en defensa de la libertad de expresión. En realidad, se trata de una cínica técnica de captura psicológica de la opinión pública como parte del continuo asalto de las oligarquías occidentales contra la soberanía nacional de nuestros países. El señor Musk y su equipo colaboran íntimamente con las autoridades estadounidenses y sus servicios de inteligencia, como se demuestra por el uso del complejo satelital Starlink en Ucrania y en otras regiones del mundo donde Estados Unidos y sus aliados intervienen. Nunca se debe olvidar que el señor Musk justificó el golpe de estado de 2019 en Bolivia diciendo “Haremos golpes contra cualquiera que queramos…”

Las enormes empresas de la comunicación digital como X, Meta y Alphabet, trabajan de la mano con los gobiernos para manipular el tema de la libertad de expresión a la vez que desarrollan técnicas más y más avanzadas para controlarla, para formar y moldear lo que sus usuarios piensan y creen. Ahora con el uso de la Inteligencia Artificial estos monopolios pueden invadir las mentes de poblaciones enteras con sugerencias que permiten a las personas creer que están pensando libremente, cuando en verdad han sido capturadas emocional, psicológica y políticamente.

Una función fundamental de las redes sociales es suministrar gratis a las grandes empresas toda la materia prima que requieren para poder entrenar sus Modelos de Idioma Grandes (LLMs por sus cifras en inglés). Estos LLMs se ocupan para generar una realidad virtual en que las poblaciones puedan llegar a confiar más la realidad virtual que en la realidad real y verdadera de sus vidas diarias. Así que las élites gobernantes occidentales atacan a sus poblaciones por medio de la represión física y legal tradicional, pero también por medio de las nuevas técnicas altamente sofisticadas de la guerra psicológica.

A la vez, ocupan esta misma guerra psicológica masiva junto con una proliferación de ilegales medidas unilaterales coercitivas, para atacar a las naciones que defienden su soberanía. Es lo que ha ocurrido aquí en Nicaragua, contra Cuba y Venezuela, contra la República Popular China y la Federación Rusa, contra Siria e Irán, contra la República Popular Democrática de Corea y Myanmar, contra Zimbabue y Etiopía y los países del Oeste de África, e incluso contra muchos países más.

Es demás comentar la extrema hipocresía de las y los oligarcas occidentales y sus medios de comunicación. Las élites dueñas del puñado de empresas que dirigen el capitalismo occidental amenazan la paz en todo el mundo. Intentan justificar su insaciable, sádica avaricia con la retórica hueca del libre mercado y la libertad de expresión. Sus medidas coercitivas unilaterales demuestran claramente que ellas no creen para nada en la ficción de un mercado libre. Tampoco creen en la libertad de expresión de las fuentes que proveen información, la cual las oligarquías norteamericanas y europeas consideran inconveniente y no deseada.

Por un lado, previenen el acceso de sus poblaciones a una información veraz y real por eliminar física y jurídicamente las fuentes que lo pueden suministrar. Por otro lado, al promover el acceso libre a sus propias plataformas digitales de control mental masivo, sin trabas legales de parte de los gobiernos soberanos, se asegura el despliegue global de una variedad perversa de la libertad de expresión que las élites controlan totalmente. Se trata de una fase peligrosa y muy avanzada del fascismo occidental, que ahora enfrenta una categórica derrota estratégica en Ucrania y también, más adelante, en Palestina.