Magda Lanuza
En tiempos de la pandemia, la rutina de los/as trabajadores de la salud en Nicaragua tiene dos tendencias: 1) La mayoría de las enfermeras y médicos que trabajan día a día, sin descanso, bajo estrés absoluto, pero con mucho cariño y empeño para salvaguardar vidas con ética y total responsabilidad. 2) Y otro grupo de médicos que tampoco descansa desde el 18 de marzo de 2020, cuando salió el primer caso de Covid-19, para hacer lo contrario que hace el primer grupo. Estos últimos no están en los hospitales, sino que trabajan en una campaña de odio sin tregua, liderados por especialistas en batas blancas, pero con oscuras intenciones.
Primera etapa: «¡El gobierno no está haciendo nada!»
La primera etapa de campaña fue: EL GOBIERNO NO ESTA HACIENDO NADA. Para ello recurrieron al miedo, haciendo uso de sus títulos de especialistas para dar “opiniones” a medios golpistas y haciendo uso de las redes sociales. Repiten y aseguran que el pueblo nicaragüense está en total abandono por las autoridades y por lo tanto, desprotegido ante esta pandemia. Sus cálculos matemáticos (sacados de las mangas de alguna camisa) servían para alarmar a la población. Para el 10 de mayo predijeron habría 23,000 muertos y 238,00 infectados. Las cifras al 09 de junio de 2020 son 1,464 casos con 55 muertos solamente.
La segunda etapa, ha sido el constante intento para desacreditar a las autoridades del MINSA y a los colegas que trabajan para el sistema de salud. Para este fin, aparecen detrás de nombres pomposos de organizaciones como la Asociación Médica Nicaragüense (activa desde el intento de golpe de 2018), un Comité Científico Multidisciplinario (activada en tiempos de Covid-19), la Sociedad Médica de Estelí y otras más recientes.
Todas alimentan a la advenediza organización Observatorio Ciudadano, solo conocida desde abril de 2020. Esta organización de especialistas tiene otra “especialidad” y es la de dar números de muertos y enfermos, por cienes y miles, sin que digan las fuentes ni nombres, pues no pueden tener acceso a las estadísticas oficiales. Sus números solo tienen una lógica maquiavélica, poner cada día cienes y miles de enfermos, muertos y entierros. Acusan al MINSA de no haberse preparado para la emergencia y que el sistema de salud es anaquel desmantelado, por lo que para la población la mejor opción es morirse en sus casas.
La etapa más reciente de su campaña estratégica es la del pájaro de mal agüero: hablar, repetir y llamar hasta la saciedad a la muerte. Han sacado listas de muertos de los hospitales públicos (no de quienes mueren en sus hospitales privados), y como si no les bastara, sacaron una lista de médicos y enfermeras que, según ellos, han muerto hasta la primera semana de junio.
En esa lista de sus propios excolegas, sacaron las fotografías, pero como era de esperarse, médicos que no han enfermado ni han muerto como el Dr. Rubén Flores Villavicencio y la Dra. Guadalupe Joya y otros más, han desmentido y demandado legamente a quienes están detrás de la campaña de muertos. Esto no es nada nuevo, también lo hicieron en abril de 2018.
Todas estas acciones forman parte de la demencia y el odio que tiene la oposición en Nicaragua. La estrategia está diseñada para hacer creer y en el mejor de los casos convencer a la población nicaragüense, que estos “médicos” sí están preocupados y trabajando por la salud del pueblo, y se atreven a hacer recomendaciones de salud pública (jugando a ser las autoridades de salud), a dar órdenes y hacer llamados a cuarentenas.
Esta táctica pretende alcanzar la siguiente expectativa: “Lo que la intentona golpista no hizo en abril de 2018, lo hará la pandemia: sacar al Presidente electo para octubre de 2020”. Lo importante para la oposición es aprovecharse de la pandemia y hacer uso de los más de US$ 16 millones que han recibido para “combatir” el Covid-19 en Nicaragua. Con esta agenda es que un grupito de médicos especialistas, organizados, financiados y con cobertura mediática desde las redes sociales hasta las agencias de noticias internacionales, al unísono repite uno tras otro el mismo mensaje.
Así como algunos estudiantes fueron muy útiles para iniciar el golpe fallido en abril de 2018; ahora con pandemia, la oposición política entró en alianza perfecta con el grupito de médicos. Cada uno de ellos que trabaja para este ¨golpe sanitario¨, tiene una historia clara de resentimiento, están saturados de odio, faltan a su ética médica y en vez de dar asistencia médica, están especializándose en campañas de difamación y de activismo político.
En verdad, si en Nicaragua estuviéramos llenos de tantos enfermos, con miles de muertos y fuera genuina su preocupación por la salud del pueblo nicaragüense, deberían ponerse a la orden del Ministerio de Salud para trabajar en forma coordinada, dando sus aportes desde dentro del problema de forma responsable. Esto hacen muchos médicos privados en el mundo, pero prefieren pasearse por las televisoras, frente a micrófonos y pasar en las redes sociales escribiendo cualquier cantidad de mentiras para crear pánico en la población.
¿Porque hay tanto odio?
La constitución de Nicaragua garantiza el derecho a la salud pública. Pero en 16 años de 3 gobiernos neoliberales (1990 a 2006), no solo redujeron el presupuesto a la salud, sino que también iniciaron la privatización del sector, en varias etapas; mientras los pacientes se morían en los pisos de los hospitales y tenían que pagar por cualquier servicio, aun en los hospitales públicos.
Para algunos profesionales de la salud, sobre todo los especialistas, fue la oportunidad para aprender a lucrarse desde los hospitales públicos. En 2007, cuando regresó el gobierno sandinista y el derecho a la salud fue restituido; implicó el despido de una cantidad de médicos por deshonestidad y tomar ventaja de los recursos públicos. Ahí empezó su descontento que luego se transformó en odio, aunque les ha ido muchísimo mejor en la medicina privada y en las Universidades como profesores. Algunos han logrado hacerse de hospitales y clínicas privadas de lujo, cuyos servicios se pagan en dólares. Para ellos, la salud dejar de ser un derecho y pasa a ser un producto más del mercado.
A esta generación le siguió otro grupo menor con el intento golpista de abril de 2018. Los del 2007 eran los profesores y mentores de este segundo grupo que trabajaba en los hospitales públicos. Estos abandonaban sus puestos de trabajo de los hospitales del MINSA de León, Jinotepe y Estelí y salían a marchar contra el MINSA y el gobierno. En agosto de 2018 y a presión del pueblo, el MINSA, como cualquier empleador de cualquier país del mundo, en su derecho prescindió de los servicios de más de 100 médicos de estos hospitales.
El empleador estaba en todo su derecho, pues pusieron en riesgo la salud de los pacientes. Sin embargo, aún hoy quedan algunos en los hospitales públicos y desde su puesto de trabajo, alimentan con información falsa mientras descuidan sus labores. Esta es otra estrategia, no dar asistencia a la población que busca ayuda, o dar “mala atención” y así seguir desacreditando al servicio público que es único en Centroamérica con una inversión de 21 por ciento de su presupuesto nacional.
Estas dos olas de médicos están al frente de la nueva campaña política en Nicaragua. No les importa aprovecharse de las circunstancias para desacreditar, alarmar y mentir al pueblo. Son ellos responsables de la salud mental y emocional que ahora está sufriendo el pueblo nicaragüense, pues desde que comenzó la pandemia, cada día rocían sus dosis de locura.
Esto ha traído como resultado la paranoia colectiva, dejando a su paso las negativas consecuencias a la salud de las personas. Sus declaraciones alarmantes y fuera de la realidad se copian sin pudor por las cadenas internacionales. Tratan de fingir preocupación por la salud de los nicaragüenses, cuando se trata de otra patraña para seguir coludidos con las fuerzas opositoras, a quienes nunca les interesó ni les interesa la salud del pueblo.
Es obsceno, pero es un hecho que, a raíz de la campaña en contra del sistema de salud público, los más beneficiados han sido las clínicas y hospitales privados, pues ha sido la oportunidad para vender tratamientos y prometer salud a cambios de dólares. Después que sacan los dólares, y los pacientes con Covid-19 llegan a un estado crítico, llaman para pedir las transferencias a los hospitales públicos.
Es antiético e ilegal desde todo punto de vista que en medio de una pandemia manipulen, mientan y siembren odio. Ningún gobierno, ninguna autoridad de salud y ningún médico del mundo, estuvo preparado para esto. Es letal aprovecharse de las dificultades que pueda tener el sistema de salud después que su economía fuera destruida en 2018 y que ahora quieren seguir ahogándolo más. Junto a esta campaña, siguen solicitando más sanciones para llevar a Nicaragua a un bloqueo económico hasta ahogarlo financieramente.
Es perverso aprovecharse del dolor que está dejando el Covid-19 en todas las familias de nuestro país para sacar réditos políticos y económicos (al mejor estilo de los mafiosos). Su gran empeño radica en despedazar al que piensa diferente y especular que pueden destituir gobiernos electos, al mejor estilo de los pedidos que suenan los fascistas en España.
En tiempos de crisis, conocemos lo mejor y lo peor de los seres humanos. Por eso en esta emergencia, se les ha ido cayendo la careta, pues su juramento Hipocrático lo han tirado por el caño, y solo revelan la miseria humana que habita en ellos. ¡Honor y Gloria al personal de Salud!