Perú: Resultados, al doblar la esquina

Gustavo Espinoza M.

Aunque el Jurado Nacional de Elecciones ha pospuesto su decisión hasta casi el 15 de julio, bien puede decirse que está a la vuelta de la esquina la proclamación del profesor Pedro Castillo Terrones como Presidente de la República para el periodo 2021-2026. Los trámites que faltan, no habrán de cambiar el rumbo de las cosas, de tal modo que bien podría decirse en latín formal: Consumatun Est.

Los últimos estertores producidos por la coalición derechista, no ha hecho sino más penosa su caída. Ella, pudo haber perdido con la dignidad de la derrota, ésa a la que aludiera Jorge Luis Borges; pero cegada por el pánico y enceguecida por el odio, optó por clamar al cielo en procura de venganza y, parafraseando a Marx, finalmente sólo atinó a usar la religión como el opio del pueblo.

En última instancia, hasta el cielo le negó la aceptación de sus recursos; y la jerarquía eclesiástica le aconsejó paternalmente no usar los sentimientos religiosos de la gente como herramienta de orden político partidista o caudillista, como lo intentara. Les dijimos antes que la pólvora que pretendieron usar, estaba ya mojada, y no habría de rendir los frutos por ellos deseados.

En la OEA, todos juntos hicieron simplemente un papelón; en el Congreso vieron reducidas sus expectativas a 20 míseros votos que no les alcanzaron para censurar a nadie; en el Jurado Nacional de Elecciones perdieron todas las apelaciones; y en Palacio de Gobierno dejaron una carta que probablemente les será respondida por el próximo gobierno, después del 28 de julio. En suma, fueron el hazmerreír del barrio.

Claro, todavía no se han jugado todas las cartas. Aun fluyen las palabras del Sócrates de nuestro tiempo que, desde el Ovalo Quiñonez, peripatético como su antecesor, apostrofó recientemente a los uniformados exigiendo que se alcen en armas para impedir “la victoria del terrorismo”.

Alfredo Barnechea -el chicharronero del 2016- no tiene currículo ni prosapia para predicar Democracia ni Patriotismo. Todos saben que -bueno para nada- fue el más holgazán de los miembros de la Célula Parlamentaria Aprista durante el primer gobierno de García. Y que, como golondrina ingrata, voló cuando vio que ese gobierno hacia agua, y se hundía sin remedio.

Después, fue variopinto hasta la muerte de García, cuando quiso reeditar sus viejos oropeles y ganar la postulación presidencial por su partido, que ni siquiera alcanzó a inscribir. Hoy toca desesperadamente la puerta de los cuarteles con la ilusión de encontrar quien le haga caso. Si eso no ocurriera, maldecirá a los uniformados de hoy asegurando que son “velasquistas”.

Barnechea, como algunos otros, bien debiera ser denunciado por un delito muy bien tipificado: Incitación a la Rebelión.

Ese delito no tiene que ver con el documento que suscribieran algunos militares en retiro y que podría ser considerado una simple “opinión”; sino con el hecho que los firmantes resolvieron dirigirse al Comando Conjunto de la Fuerza Armada pidiendo que les hagan caso; es decir, los incitaron a la rebelión. ¿Es difícil entenderlo?

Para los hombres de uniforme, los “retirados” no son nada. Un sargento en actividad tiene más poder de fuego que todos esos generales juntos.

Pero, además, los generales de hoy asoman más sensatos que los que fueron víctimas del proceso de fascistización de la Fuerza Armada que se operó en el Perú en los “años de la violencia”.

A quienes se sumaron al juego sedicioso de la Mafia en aquellos tiempos, finalmente les fue pésimo. Acumularon fortunas que nunca pudieron usar. Y después, sólo conocieron sinsabores.

Hoy están en la cárcel, viejos y enfermos. Y nadie se ocupa de asistirlos. A los fujimoristas de hoy, les importa una higa la situación de Hermoza Rios, Rivero Lazo, Ibárcena o Elesván Bello. Teniendo inmenso Poder en sus manos, ni siquiera tomaron la iniciativa de hacerles más humana la prisión.

Igual les irá mañana a los que piensen sumarse hoy a una aventura sediciosa que no tiene futuro. Es cuestión nomás, de ver el destino de Pinochet, cuya fortuna fuera confiscada por los Tribunales de Chile, a pocos años de la muerte del tirano. Y el ominoso fin de Jorge Rafael Videla, muerto en una prisión bonaerense, convertido en un guiñapo.

Algunos creen hoy ser “Almirantes”. Se les podría encausar por usar un rango que está vedado. En la Marina, no hay Almirantes. El único Almirante, fue Grau. Después de él, todos los demás, son Vice Almirantes. Están por debajo de El Caballero de los Mares. Hay que recordarlo siempre.

Bien podría decirse, entonces, que la suerte está echada y las cartas definidas. No sólo los peruanos lo saben –el 66%- piensa que Pedro Castillo fue electo Presidente; sino que toda la Comunidad Internacional lo admite. Incluso, José Gonzalez, el hombre fuerte de Biden para La Política de Seguridad, lo acaba de confirmar. Y eso, antes lo hicieron el Departamento de Estado, la OEA, la Unión Europea, y muchos gobiernos de diversos continentes.

No ha sido necesario que lo “reconozca” Cuba, Venezuela o Nicaragua. Ellos actuarán siguiendo su invariable política exterior: Respeto a la Libre Determinación de los Pueblos y No Intervención en los Asuntos Internos de los Estados. En otras palabras, el reto está planteado. La Unidad, la Organización, la Conciencia Política y la Lucha más firme, nos esperan al doblar la esquina.

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