Cercado por agentes de seguridad e impedido de formular declaraciones, Luiz Inácio Lula da Silva arribó el domingo poco después de las once de la mañana al cementerio donde fueron velados los restos de su nieto Arthur, de siete años.
Un cordón de policías de gesto inamistoso fue montado para impedir que los militantes se acercaran al líder de traje azul y camisa celeste recibido con la consigna “Lula Libre”. Algunos la gritaron con lágrimas. Había dolor y rabia en el cementerio Jardín de la Colina en San Bernardo do Campo, en el cordón industrial paulista.
Arthur Araújo Lula da Silva falleció el viernes al mediodía en Santo André, también en la periferia paulsita, a raíz de una meningitis meningococa, según indicó el parte médico del Hospital Baratira a donde había sido ingresado cinco horas antes con un fuerte cuadro febril.
El expresidente se despidió de sus familiares y dirigentes del Partido de los Trabajadores, como Dilma Rousseff, poco antes de las trece horas de este sábado en cumplimiento de una decisión de una jueza de primera instancia de Curitiba donde está preso cumpliendo una condena de la causa Lava Jato. La orden de que permanezca menos de dos horas en el velorio no está prevista en la ley. Ese plazo corto para estar junto al cajón, luego cremado, fue sólo para “humillarlo”, sotuvo la abogada Taina Gois.
Según la letrada tampoco tiene base jurídica que se le haya prohibido hablar con los medios. “Quieren matar a Lula en vida”, denunciaron en una nota los senadores del bloque del Partido de los Trabajadores (PT).
El detenido retornaba este sábado a la Superintendencia de la Policía Federal de la sureña Curitiba donde fue ingresado el 7 de abril en cumplimiento de una condena del ex juez Sergio Moro, actual superministro de Justicia del gobierno de Jair Bolsonaro.
Se dice que Lula tenía un afecto particular por su nieto nacido meses después de que le fue diagnosticado cáncer en la laringe y quien lo visitó junto a su padre, Sandro, en el presidio de Curitiba meses atrás. La familia del ex gobernante no pudo ingresar al presidio en esta Navidad pese a que la ley autoriza ese tipo de encuentros para las Fiestas.
Lula volvió ayer por primera vez a San Bernardo do Campo, donde fue arrestado en abril cuando miles de petistas y trabajadores lo despidieron en el Sindicato de Metalúrgicos, que comandó en los años 70. Fue allí donde se organizaron las huelgas que jaquearon la dictadura exaltada esta semana por Jair Bolsoanro durante un acto en la frontera con Paraguay, cuando también ensalzó la memoria de Alfredo Stroessner y prometió que la “izquierda” no retornará al poder.
Eduardo Bolsonaro, hijo del mandatario, criticó la autorización judicial para que el “chorro” Lula viaje a San Pablo y pueda mostrarse como un “pobrecito”. Lo escrito por el hijo presidencial es “inaceptable”, más que una falta de respeto demostró una falta de “humanidad”, dijo en el cementerio Guilherme Boulous, principal dirigente del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo.
En los sitios bolsonaristas hubo un aluvión de comentarios sádicos. La youtuber Alessandra Strutzel escribió en sucesivos tuits posteriores al fallecimiento del niño: “por lo menos una noticia buena (..) un hijo de puta menos (ya que) iba a crecer con el ejemplo de su abuelo”.