Rusia, amenazada de manera provocativa, y la vecina Bielorrusia incluida en el «paquete», obligó a los presidentes de ambos países, Vladímir Putin y Alexandr Lukashenko, a replantearse la estrategia que garantice la seguridad nacional de ambos Estados
Un frente de batalla en el que sus «tropas» no son visibles, pero se usan para aupar guerras, desestabilizar gobiernos y hasta maniatar aliados, es una de las constantes fundamentales de Estados Unidos, tanto en el conflicto en Ucrania, como en la geopolítica europea.
Se trata de la guerra mediática, del uso de las llamadas Fake News o noticias falsas, un componente que no esconde la verdadera intención de someter países, producir y vender multimillonarias cifras en armas de todo tipo, por supuesto, salidas del Complejo Militar estadounidense, y que, como una droga, cala en gobiernos que se ponen a su servicio, aunque sean sus propios pueblos los más afectados por esas contiendas.
La realidad va más allá del tanque de guerra o la pieza de artillería que se le regale a Ucrania para que ataque a Rusia, aunque los que mueran sean, por lo general, civiles ucranianos y de origen ruso, además de ciudades y pueblos destruidos.
Estados Unidos, en su plan macabro de doblegar a Rusia y luego emprender la guerra contra China, ha tenido en cuenta, también, el tema nuclear.
Primero hizo volar por los aires los convenios de seguridad nuclear y de regulación de esas armas, que existieron durante años entre las dos potencias.
Luego obligó a las autoridades de Moscú a cambiar el programa nuclear bilateral, garantía –al menos en papeles– del equilibrio en la cantidad de ojivas, con supervisión en cuanto a su cumplimiento.
Más tarde, en medio de la confrontación ruso-ucraniana, el gobierno de Washington y su marioneta bélica, la otan, haciendo un uso irresponsable de la guerra, han estimulado y permitido que las autoridades de Ucrania pongan en peligro total a su propio país, con las continuadas acciones contra la planta nuclear de Zaporiyia, la más grande del Viejo Continente.
Paralelamente, armas de todo tipo llegadas a Kiev desde Estados Unidos y la propia Europa fomentan un mayor ritmo de acciones militares o «contraofensivas», como le denominan, mientras acercan a militares y medios de guerra a la frontera con Rusia y también con Bielorrusia.
Rusia, amenazada de manera provocativa, y la vecina Bielorrusia incluida en el «paquete», obligó a los presidentes de ambos países, Vladímir Putin y Alexandr Lukashenko, a replantearse la estrategia que garantice la seguridad nacional de ambos Estados.
Fue entonces que el tema nuclear apareció en la agenda de las conversaciones, y una decisión meditada, audaz y responsable de ambos dirigentes hizo una advertencia necesaria a la OTAN y a Washington, con la instalación y el almacenamiento en suelo bielorruso de armas nucleares tácticas.
Ante las reacciones adversas de Occidente, Putin descartó que la decisión viole los acuerdos de no proliferación nuclear, y comparó la medida con la instalación de armas nucleares estadounidenses en Europa, informaron medios estatales rusos.
«Los pueblos de Rusia y Bielorrusia (…) son casi lo mismo, étnicamente hablando y también desde un punto de vista histórico y espiritual. Por eso, me contenta mucho que Bielorrusia y nosotros nos estemos acercando tanto», precisó el mandatario ruso.
La pasada semana, el director del segundo departamento de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Alexei Polishchuk, señaló que «será posible hablar de una retirada hipotética de armas nucleares tácticas rusas de territorio bielorruso, solo después que Estados Unidos y la OTAN abandonen su curso destructivo y retiren las armas nucleares estadounidenses de Europa», reportó Sputnik.
El presidente Putin rememoró que Estados Unidos lleva años emplazando armas nucleares en diversos países europeos en el marco de la OTAN, entre ellos Alemania, Bélgica, Italia, Países Bajos y Turquía.
El propio mandatario ruso, al intervenir ante los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de su país, advirtió a Occidente que «desencadenar una agresión contra Bielorrusia significaría una agresión contra Rusia, a la que Moscú respondería con todos los medios disponibles».