¿Por qué falló la política exterior USA en Oriente Medio?

 

Sputnik

La política estadounidense en Oriente Medio ha fallado y el centro de este fracaso se encuentran en las relaciones de Washington con sus dos socios fundamentales en la región: Israel y Arabia Saudita, de acuerdo con un análisis publicado por la revista especializada en asuntos globales, “Foreing Policy”.

De entrada, tanto Tel Aviv como Riad son «pasivos» para Estados Unidos, «no activos»: esa es la premisa que marca el análisis elaborado por Jon Hoffman, experto en política internacional en el Instituto Cato de Estados Unidos.

En ese sentido, indica, «ambos países socavan sistemáticamente los intereses estadounidenses y los valores que Estados Unidos dice defender».

Por ello, Washington debería reorientar fundamentalmente su enfoque hacia ambas naciones, pasando de un apoyo incondicional a unas relaciones de proximidad, afirma.

El académico resalta que, aunque Israel afirme lo contrario, su estrategia en la Franja de Gaza parece estar teniendo un impacto mucho menor sobre Hamás y sus capacidades. «Al mismo tiempo, la guerra puede acabar sembrando las semillas de una futura resistencia armada a través de su matanza indiscriminada de civiles», señala Hoffman.

«Washington parece incapaz o poco dispuesto a aprovechar su supuesta relación especial con Israel o a influir en el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que a menudo se jacta de su capacidad para manipular a Estados Unidos», señala el especialista.

«En lugar de ello, Washington ha continuado con su enfoque de cheque en blanco a Israel, proporcionando recientemente más de 14.000 millones de dólares en ayuda militar en un paquete aprobado en noviembre y arriesgándose a una escalada masiva en el proceso», añade.

En cuanto Arabia Saudita, Hoffman asegura que es «uno de los Estados más autocráticos del mundo», pues, según él, comete abusos generalizados contra los derechos humanos en su país y apoya activamente a otras autocracias que realizan actividades similares en toda la región.

«Arabia Saudita es una de las principales fuentes de desorden político, económico y social en Oriente Medio. Está conectada con casi todas las zonas de conflicto y fallas geopolíticas de la región. La relación de Estados Unidos con Arabia Saudita personifica el ‘mito de la estabilidad autoritaria, es decir, la idea de que los gobernantes autocráticos mantienen la paz en la región. Pero lo cierto es lo contrario: en lugar de ser la solución a los problemas de la región, estos actores crean y agravan los mayores problemas subyacentes en Oriente Medio», señala el analista.

«El apoyo inquebrantable de Estados Unidos ha envalentonado a Israel y Arabia Saudita para llevar a cabo políticas temerarias, sabiendo que Estados Unidos acudirá en su ayuda y no les exigirá responsabilidades. El sentido común sugiere que Washington debería cambiar radicalmente de rumbo», observa Hoffman.

Sin embargo, dice, eso no es lo que parece tener en mente la Administración Biden, pues el mandatario norteamericano ha centrado sus políticas regionales en torno a los esfuerzos para mediar en la normalización del vínculo entre Riad y Tel Aviv como una extensión de los Acuerdos de Abraham, mediante los cuales Bahréin, Emiratos Árabes, Marruecos y Sudán han normalizado sus relaciones con el país hebreo, apunta.

Sin embargo, según el analista, un acuerdo de este tipo dejaría del lado la creación de dos Estados como solución al conflicto en Oriente Medio. «La guerra de Gaza debería demostrar que tratar de eludir el futuro del pueblo palestino es una estrategia insensata», afirma Hoffman.

«El apoyo estadounidense a los acuerdos y al marco de normalización saudí-israelí se basa en la errónea suposición subyacente de que Estados Unidos y sus socios son capaces de mantener por la fuerza un orden regional antiliberal en Oriente Medio sin incurrir en considerables costos políticos, humanos y económicos en el proceso. Proporcionar a Israel o Arabia Saudita una garantía de seguridad estadounidense supondría un catastrófico error de cálculo con ramificaciones a largo plazo para Estados Unidos», concluye.

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