Maylín Vidal | Prensa Latina
Una Mafalda rajada en lágrimas por su padre es quizás la caricatura que más conmueve hoy en homenaje a su creador, el gran Joaquín Lavado (Quino), en este viaje a la eternidad.
Su deceso, la víspera, dejó huérfana a su querida y mimada niña y a una Argentina que ve partir a uno de sus más grandes artistas, creador sinigual e irrepetible, maestro de la vida, del amor y sobre todo de la paz, que trascendió fronteras con la figura más universal del humor gráfico en lengua hispana.
“Ya con él no nos queda casi nadie, era único. No puedo creerlo”, lloraba desconsolada Silvia, una argentina de unos sesenta años al conocer la noticia un día después que en esta tierra austral festejaran a Mafalda en el 56 aniversario del nacimiento de esa tira.
Y ahora qué hacemos, se preguntaba Silvia en diálogo con Prensa Latina. Ya no está el negro Fontanarrosa, tampoco Caloi (Carlos Loiseau) y se nos va Quino, decía en referencia a tres de los más grandes historietistas argentinos.
Lavado fue un genio de la picardía y con su tintero y pluma en mano, dio vida a un simpático personaje que traspasaría todas las fronteras, esa niña de pelo negro, lazo en la cabeza, que odia la sopa, ama a los Beatles pero, por sobre todas las cosas, con su verbo filoso incomoda a los mayores.
Cuenta en una de sus varias entrevistas Quino que a Mafalda la calcaba de un cuadro a otro porque no le salía igual y entonces sufría. Su amor por la caricatura le llegó siendo un niño de la mano de otro Joaquín, su tío, con quien descubrió su vocación.
Poco a poco comenzó a jugar con su pluma y tras publicar en 1963 su primer libro de humor gráfico, un encargo le llegaría sin saber que cambiaría para siempre el mundo. Le pidieron diseñar a una familia de personajes para poder promocionar los electrodomésticos Mansfield en una tira de diario.
Todos con nombre que comiencen por M, le explicaron. Quino había visto uno de los personajes de la novela Dar Cara, de David Viñas, se llamaba Mafalda y el nombre le pareció simpático para crear el personaje. La campaña nunca vio la luz.
Casi un año después, el ingenioso creador de viñetas fue contratado para publicar una tira en el semanario Primera Plana y sacó de sus archivos a la traviesa niña y todos sus amigos, incluido sus padres. Tenía entonces 32 años cuando gestó a su hija de pelo negro comprometida ante el mundo y que se convertiría en una de las historietas más amadas, traducida a más de 30 idiomas y al braille.
Mafalda en Argentina está por doquier, cuestionando siempre, en la parada de un subte, en las calles, en carteles, con esa mirada filosófica de ver la vida y su ingeniosa crítica social que parecieran haberse escrito en estos tiempos.
La niña de Quino y de los argentinos se robó el corazón de muchos al punto que hoy, en tiempos de redes sociales, de memes y gráficos hay frases que le alegan que nunca dijo, pero muchos la consideran tan propia que se atreven a adueñarse de ella.
Así ha sido siempre. No en pocas ocasiones el caricaturista tuvo que salir al paso del uso indebido de su querida Mafalda. En julio de 2018, por ejemplo, rechazó la imagen que circuló en Argentina portando un pañuelo azul, símbolo que utilizan los que en este país están contra el aborto legal.
“Informamos que Quino no se manifestó a favor ni en contra de la legalización del aborto. Sólo, siempre y explícitamente a favor de los derechos de las mujeres. Por lo tanto, todas las manifestaciones que se le atribuyen en las redes sociales al respecto no son propias ni oficiales”, dijo en ese momento su oficina de prensa.
Y es que sí, Quino, el papá, y Mafalda, su hija, siempre defendieron el derecho de las mujeres, pero también la justicia social, las causas más nobles, hicieron constantes llamados por el sufrimiento del planeta, el dolor de las guerras y tantos otros conflictos existenciales.
“Ya que amarnos los unos a los otros no resulta, ¿Por qué no probamos amarnos los otros a los unos?”, diría en uno de sus tantos pensamientos inmortalizados en viñetas Mafalda, pero no fue solo ella, también Manolito, Susanita, Miguelito, Guille y Libertad que siguen recorriendo el mundo con sus increíbles frases y ocurrencias.
De los múltiples personajes en los que Quino se inspiró vale destacar al periodista argentino Jorge Timossi, fundador de la Agencia Latinoamericana de Noticias Prensa Latina, encarnado en Felipe, quien ve la vida de manera más sencilla que Mafalda, le gusta leer historietas de El Llanero Solitario y jugar al ajedrez.
El vecino soñador y distraído de Mafalda, reencarna en Timossi, quien relató en una ocasión que cuando vio el primer cuaderno de Mafalda y al personaje le veía algo muy familiar. Poco después le escribió a su amigo Quino. Confiesa hijo… le dijo, y la respuesta por correo le llegó con afiche de Felipito incluido, que decía: ‘Justo a mí me toca ser como yo’.
Y es que así era el ingenioso padre de Mafalda, ese que una vez dijo que su personaje lo obligó muchas veces a autocensurarse. Eran tiempos difíciles y, aunque logró burlar a la dictadura, fue censurado en la España franquista y en otras tierras como Bolivia, Chile o Brasil.
En una entrevista en el año 2004 a su compatriota Monica Maristain, relata que comenzó a dibujar en tiempos difíciles. ‘De esos tiempos me quedó una autocensura que ya no puedo sacarme de encima. En 1976 me destrozaron la puerta de mi casa a patadas. Nosotros no estábamos. Otra vez unos amigos y yo habíamos hecho copias de un dibujo de Mafalda que señalaba al bastón de un policía y lo nombraba como el abollador de ideologías’.
Al día siguiente, la ciudad amaneció empapelada con un dibujo de Manolito, que portaba un bastón de policía y decía: ‘¿Ves, Mafalda? Gracias a esto ahora podemos caminar con libertad por las calles’, subraya.
¿Morirá siendo socialista?, le pregunta la entrevistadora y Quino responde: Sí, por supuesto. Es la mejor forma de gobierno que concibo. Si pensamos que al cristianismo le llevó tres siglos imponerse, ¿por qué no podemos pensar que el socialismo regresará y finalmente podremos vivir en un sistema más justo y más humano para todos?
En sus 88 años de vida, más de siete décadas de ellos dedicados a la historieta, Quino dejó una huella inigualable en el arte de hacer viñetas, como sus queridos compatriotas Fontanarrosa y Caloi, y también su querido amigo cubano Juan Padrón, fallecido también este año.
Mientras hoy muchos admiradores dejan flores en esa escultura de Mafalda que reposa en la esquina de Chile y Defensa, en la barriada porteña de San Telmo, su partida cala hondo en estos tiempos tan urgidos de amor y la paz, sobre todo en una Argentina polarizada, en un mundo enfermo por una pandemia. Pero su tintero y su pluma dibujan hoy el cielo y aquí en la tierra, sabe que muchos cuidarán para siempre a su querida Mafalda.