Regresa Trump, y con él, la incertidumbre

 

Raúl Antonio Capote | Granma

El candidato Donald Trump se declaró vencedor de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y ofreció su discurso de victoria en West Palm Beach, Florida, donde aguardaba los resultados que consideraba irrevocables.

El magnate, rostro fuerte del Partido Republicano hace una década, reocupará el cargo para el periodo 2025-2029, luego de derrotar en las urnas a la demócrata Kamala Harris, tras dominar el conteo en los llamados estados clave.

Asimismo, el Senado fue conquistado por los del «Partido Rojo», al superar la brecha de los 50 escaños (52), mientras los «Azules» acumularon 42. Los cupos de la Cámara de Representantes están por definirse.

De acuerdo con las proyecciones del mapa electoral, presentadas por The Associated Press, Donald Trump alcanzó 277 votos electorales, siete más que el mínimo requerido para lograr la presidencia.

La candidata Kamala Harris acumuló 224 votos, a falta de lo que ocurra en Michigan, Arizona, Alaska y Nevada –donde Trump se encuentra a la cabeza–, y Maine, que estaba siendo dominado por los demócratas.

Una de las pautas sentadas por Donald Trump, que le permitió lograr el triunfo, fue la promesa de derribar el status quo estadounidense.

En un país profundamente dividido, su proyecto para «revolucionar» el sistema político del país logró llegar a decenas de millones de electores que ven en el político a una punta de lanza contra el establishment gobernante dominado por las «élites».

Sin duda, la visión bien explotada, mediáticamente, por una figura pública con una condena penal sobre los hombros, varias imputaciones, intentos de asesinato y otros episodios atípicos, caló con alto impacto en la subjetividad de los estadounidenses.

También surtió efecto la promesa de cerrar la frontera sur, y reanimar la economía a base de aranceles que revitalizarían la manufactura nacional. Igualmente, grandes masas apoyan la postura de liderar una retirada de los conflictos globales.

Trump es visto por millones de sus seguidores –en Estados Unidos y en otros países– como el hombre que promete la paz, frente al belicoso partido de la guerra que quedaría encabezado por Kamala Harris.

Por otro lado, el multimillonario prometió nuevos recortes de impuestos, bajar aún más las tasas corporativas hasta 15 %, y eliminar los impuestos que reciben de la Seguridad Social los pensionados. También propuso incrementar la producción de energía en EE. UU. –aumentando la explotación de combustibles fósiles–, y reducir el costo de la vivienda.

Dijo que impondrá un sistema de aranceles de 10 % a 20 % a la importación de la mayor parte de los productos extranjeros, una política en la que China ocupará un lugar central. Considera establecer aranceles de 60 % a todos los bienes importados desde ese país.

Según los dichos, se augura que el nuevo Gobierno retome el diálogo con el Kremlin y limite la confrontación con Beijing al terreno económico, a pesar de su discurso con relación al gigante asiático.

Para muchos, empero, su victoria inaugura una era de incertidumbre para la nación y presagia un giro sombrío para el país, cuyo futuro ahora dependerá de un hombre autoritario, que habla abiertamente de vengarse de sus adversarios y de socavar el Estado de derecho, sin contar que estuvo relacionado directamente con el ataque al Capitolio en 2021.