Vicente Verdaguer*
Si usted le sigue la huella a las actuaciones del MRS a lo largo de los años en su evolución organizativa, encuentra que lo que más sobresale es su extremismo violento, su germen divisionista y su incoherencia ideológica.
Ellos fueron la primera expresión divisionista colectiva del Frente Sandinista posterior al 79 y lo hicieron justamente en el momento que se había hundido el barco del poder en 1990. Fue una forma de sacudirse las culpas, como si las culpas y los errores fueran como el polvo en las plumas de las gallinas.
Decidieron irse, pero antes idearon y fueron artífices de la “Piñata”, recetándose a manera de medicina: fincas, haciendas de café y ganado, empresas, casas, vehículos, etc., para curarse el mal de la tristeza por haber perdido sus cuotas de poder.
Y comenzaron a alimentar odios y a fraguar venganzas, olvidándose de que aquel proyecto colectivo llamado Revolución no era un asunto de individuos. Lo peor les brotó del alma y desde entonces se volvieron muros para detener el proyecto social que habían defendido -eso creíamos- apenas unos añitos atrás.
Se volvieron espinas en el camino, y tranques, y desde allí comenzaron a disparar a la Nicaragua de 6 millones de habitantes. Su incoherencia ideológica se convirtió en bandera, pues anunciándose como de izquierda, se codeaban con la ultraderecha gringa. ¡Habrase visto contradicción más grande: sandinistas amando a los gringos!
Desde entonces, sus miembros nunca han vacilado en el uso de métodos violentos y manipulación de masas, aunque jamás lo hacen ellos sino que usan a sus mascotas entrenadas. Ejemplo de eso es el que recordamos en 2011 en Ocotal, en los días que el amor era profundo entre el MRS y el derechista PLI de Gadea Mantilla.
Recordarán algunos que en esos días existía un club MRS -hoy desaparecido-, compuesto por muchachitos entrenados para sembrar el caos, que se encargaban de provocar actos de violencia y de ejecutar el trabajo sucio en favor de la campaña presidencial de don Fabio. Este club era conocido como “Rejudín” y uno de los activistas más violentos era aquel muchachito cuyo nombre casi se ha olvidado, llamado Jairo Contreras. Pues este joven, angelito MRS, fue detenido por la Policía antes de ejecutar un atentado contra el candidato del PLC, Arnoldo Alemán, en una manifestación que realizaría en aquella ciudad del norte. Se le encontró al violento MRS-cito, un lanza morteros, cuatro morteros y dos bombas.
Y como ese, fueron muchos y muy llamativos los actos violentos emprendidos por el grupito provocador, en Managua y otras ciudades del país. Las últimas acciones de aquellas criaturas fueron los enfrentamientos que se dieron entre ellos mismos en 2015 allí por Metrocentro.
Fueron los mismos rejudines los que, después de malmatarse a palos, aparecieron acusando a sus dirigentes de contratar pandilleros para iniciar la violencia. Así que, como ven, lo de contratar pandilleros y ponerlos tras los tranques en abril pasado, no fue algo tan nuevo.
¿Y cómo no iban a ser violentos estos muchachitos, si fueron creados para hacer violencia? Eran exactamente lo que sus jefes, dirigentes habían concebido. No podían ser diferentes si sus maestros MRS tenían vocación de incendiarios, violentos, y eran irracionales, radicales, cargados de odio y buscadores de venganza.
Para ellos, las soluciones son solo las que conciben en sus excluyentes cerebros, si no, ¡que arda Roma! No es gratuito que hayan escogido el color de las llamas para su bandera política. No son amigos de métodos pacíficos, sino de la violencia, armas, muerte, tranques, morteros, destrucción, incendios, saqueos y caos.
Es por eso que se han quedado siendo un pequeño grupo rechazado por la mayoría, incapaz de crecer, pues todo el mundo sabe que son traidores, impositivos, invivibles, extremistas, enemigos del consenso y que su único interés es el que beneficia a sus tres o cuatro líderes, que han encontrado en la oposición dañina su modus vivendi, que cuando no tienen una razón política que los mueva, van y la crean para pedir dinero a los desestabilizadores globales.
Más que políticos, comerciantes del caos, como en aquella película de Chaplin en la que primero va un niño quebrando vidrios y detrás su padre ofreciendo servicio de reparación.
Debe ser por eso que esta organización se me parece mucho a las terroristas de Medio Oriente, pues para imponerse buscan siempre hacer daño colectivo, y además, porque su discurso no muestra ningún plan serio ni línea política definida. Aparte de algunos atisbos que indican extremismo, su plan se basa en lograr alcanzar el poder a como sea y después veremos.
Esta característica los hace extremadamente imprevisibles y peligrosos, capaces de cargarle a alguien el cuerpo con dinamita y hacerlo explotar en un sitio concurrido, capaces de hundir al país (recuerde cada barbaridad que hicieron en 2018) con sus métodos violentos sin que se conmuevan por las muertes y por el hambre y cualquier efecto dañino que con su proceder radical, inflexible, puedan causarle, especialmente, a las gentes más humildes.
* Tomado de Facebook.