Ante la Cámara de Senadores, que decidirá el resultado del impeachment, la presidenta suspendida Dilma Rousseff advirtió: «Estamos a un paso de una grave ruptura institucional, estamos a un paso de la concreción de un verdadero golpe de Estado», y solicitó a los legisladores que voten «en contra» de su destitución para no avalar «la elección indirecta de un gobierno usurpador», en referencia al gobierno del exaliado Michel Temer.
«No puedo dejar de sentir en la boca el sabor amargo de la injusticia», lamentó la mandataria suspendida ante los senadores por la denuncia de «maquillaje» de las cuentas públicas, una práctica repetida por presidente anteriores pero que sirvió de base para conseguir el juicio político contra Dilma.
Acompañada por figuras como la del expresidente Lula Da Silva y el músico Chico Buarque, Dilma se mostró fuerte, reiteró que es «inocente» y aseguró que su lucha no era por mantenerse en el poder sino «por la democracia, por la verdad por la justicia. Lucho por el pueblo de mi país». «Es por eso que resisto, al igual que en el pasado», afirmó quien fuera presa política durante la dictadura.
En las afueras, el Congreso ha sido vallado y está custodiado por más de 1.300 policías. «Estoy en la lucha por defensa de la democracia y la dignidad del pueblo. Esto ha sido una persecución contra el PT, Dilma y el pueblo brasileño», afirmó Marlene Bastos, una profesora jubilada de 65 años.