Aunque hayan transcurrido 14 años desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU., muchos documentos que podrían arrojan luz sobre aquellos atentados permanecen ocultos tras de un muro de secretismo.
Siete semanas después del final de la limpieza masiva de escombros en la ‘Zona Cero’ de Manhattan, en 2002, una investigadora legal que colaboraba con las familias de las víctimas del 11-S solicitó una copia de una orden de arresto emitida por la Interpol contra el prófugo líder de Al Qaeda, Osama bin Laden.
Esta fue la respuesta que recibió de la Oficina Central Nacional de Estados Unidos de Interpol (USNCB), que forma parte del Departamento de Justicia:
«La entrega de información acerca de una persona viva sin el consentimiento de esa persona constituye, por lo general, una invasión injustificada de la privacidad personal, en violación de la Ley de Libertad de Información. Usted debe presentar una autorización [renuncia de privacidad] firmada por Osama bin Laden, solicitando al USNCB la entrega de cualquier registro que pueda tener relación con él».
La afirmación de los derechos de privacidad de Bin Laden por parte del Departamento de Justicia es solo una «pequeña piedra en el muro de secretismo oficial que sigue ocultando documentos del 11-S en poder del FBI, la CIA y otras entidades gubernamentales en el 14.º aniversario de los ataques terroristas», asegura el periodista de investigación Dan Christensen, en un artículo publicado en su portal Florida Bulldog.
Últimamente, el foco público se ha centrado en las 28 páginas borradas de la ‘Investigación Conjunta del Congreso’ realizada en 2002 sobre los ataques, que se referían a «la ayuda extranjera para los secuestradores» que, en realidad, se refiere a la intervención de Arabia Saudita, señala Christensen.
Estas páginas, retenidas por el presidente George W. Bush y que se han mantenido ocultas por el presidente Barack Obama, han sido objeto de artículos en ‘The New Yorker’, ‘The New York Times’ y otras publicaciones, resalta el investigador, agregando que en Cámara y el Senado de EE.UU. reposan en estos momentos proyectos de ley que tratan de dar acceso público a esas páginas.
Sin embargo, cientos, o quizá miles, de registros importantes acerca de lo que la Comisión del 11-S llamó ‘un día de conmoción y sufrimiento sin precedentes en la historia de Estados Unidos’ permanecen clasificados en su totalidad o de manera significativa, generando en resultado «un vacío de comprensión en la sociedad de los acontecimientos detrás de los ataques, y una negación de la evidencia para las víctimas del 11-S que siguen buscando justicia en los tribunales», afirma Christensen.