Si la vida te da pino, haz artesanías

       54 señoras con ascendente indígena aprovechan hojas de coníferas para elaborar preciosos objetos artísticos

 Si la vida te da solamente limones, aprende a hacer limonada. Un refrán que aplicaron al pie de la letra 54 mujeres del montañoso poblado de San José de Cusmapa, en el departamento de Madriz. Pero ellas no tienen cítricos, ahí lo que abundan son los pinos, por lo que las señoras aprovechan sus finas hojas o acículas para elaborar artesanías.

 

Son mujeres indígenas que crean con sus manos adornos poco comunes, utensilios atractivos y hasta joyería única. Y todo con materia prima proveniente de los bosques de coníferas.

Tienen una pequeña tienda- taller de artesanías con el musical nombre de “Pinos Fabretinos de Cusmapa”, donde exhiben y venden una amplia variedad de piezas. La pequeña factoría es dirigida por ellas mismas con la cooperación de la Asociación Fabretto, presente en Cusmapa.

Si nos ponemos a buscar la génesis de este taller, tenemos que remontarnos a 1986, cuando a través de un proyecto de la cooperación sueca, un grupo de mujeres tuvo la oportunidad de capacitarse en labores de carpintería y artesanía. No lograron sostenibilidad en aquel proyecto que por lo tanto desapareció, pero quedó sembrada la semilla en las mujeres instruidas en el oficio de la elaboración de distintas artesanías.

“Pinos Fabretinos de Cusmapa”En el año de 2001, por iniciativa de unas voluntarias que trabajaba en la Asociación Fabretto, se empieza a enseñar técnicas de artesanía con la utilización de la hoja de pino a las madres de los alumnos que asistían al centro. Los primeros productos fueron cestas, portavasos y otros artículos decorativos para el hogar. 

Actualmente la organización de las mujeres ha ido mejorando con el tiempo, aunque todavía presenta carencias importantes.

La acícula de pino

 Doña Lucia López, miembro de la cooperativa, dice que gracias a esta enseñanza mejoró mucho su vida. Siente orgullo porque gracias a su trabajo ha sacado adelante a sus hijos, y por si con eso no bastara, tiene el grado de instructora, pues ahora enseña a otras mujeres de su comunidad.

“Es una forma bonita de ganarse la vida, antes yo vendía tortillas, ahora vendo artesanías y me va mejor”, sostiene.

“El proceso de elaboración de las artesanías es fácil, lo que se necesita son deseos de aprender y habilidad manual,” añade.

Según los miembros del taller de artesanías, lo primero que hacen es recoger las hojas secas de pino de los alrededores; luego las seleccionan tomando las largas y delgadas y las unen con hilos de lana blancos o de colores para formar una especie de cordones. Las agujas de tejer son otros elementos utilizados en esta tarea.

Una vez confeccionados los hilos, son moldeados y unidos para formar estructuras grandes o pequeñas como canastas, fruteras, bandejas, alhajeras, jarrones, servilleteros y piezas creativas de ornamentación, de igual forma para hacer collares, chapas y pulseras.

“La hoja de pino debe estar bien seca para poder enhebrarla correctamente, y para que sea resistente; un objeto hecho con este material, podrá durar muchos años,” compartió doña Dina Jiménez, artesana.

Un buen negocio 

Esta actividad ha constituido un buen negocio para muchas mujeres de este municipio, indígenas orgullosamente como ellas lo dicen. Les ha permitido a muchas familias complementar sus ingresos y en algunos casos constituye su ingreso principal. Además de vender en su taller que es visitado por turistas nacionales y extranjeros, ellas van a ferias en otros municipios para demostrar a toda Nicaragua lo que se puede hacer con creatividad y empeño.

 

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