Wilfredo Gutiérrez*
* “El Papa Francisco no puede detener a los terroristas que usan sotana en Nicaragua de hacer lo que hacen”… “Cuando Juan Pablo Segundo… apoyó abiertamente la contrarrevolución de Ronald Reagan en Nicaragua en 1983, simplemente tomó el lado político extremista de los imperialistas…”
Si el Papa Francisco decididamente actuara por una “opción preferencial por los pobres,” lo lógico sería que ya se hubiese pronunciado oficialmente a favor del gobierno de Nicaragua, puesto que este gobierno ha realmente optado por los pobres.
Eso sería lo ideal. Sin embargo, el hecho de que el pontífice tampoco ha apoyado a los “sotanudos” subversivos que están atacando al gobierno de Nicaragua junto con los imperialistas de EEUU y Europa que están detrás de ellos, ubica al pontífice en una posición espiritual digna de respeto.
El Papa Francisco pide por “un diálogo abierto y sincero” en el que se pueda “encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica”. Mediar y conciliar es moralmente y políticamente una posición espiritual sabia y prudente, aunque esto no le guste a los Torquemadas y fanáticos extremistas de nuestro tiempo, como los 26 expresidentes del grupo IDEA que quieren que el Papa se pronuncie contra lo que ellos llaman “la persecución que sufren los líderes católicos” en Nicaragua por el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Lo que estos extremistas no pueden entender, precisamente porque son extremistas, es que en Nicaragua no hay “persecución” de personas por sus ideas religiosas. El pueblo de Nicaragua es esencialmente religioso y la gente es libre de practicar su fe como quiera. Lo que hay en Nicaragua, como en todo país del mundo donde nadie está por encima de la ley, es la aplicación de la ley por actos delictivos, subversivos y terroristas de ciertos “sotanudos” que han atentado contra la paz, la soberanía y el orden público de la nación. Así de sencillo.
Según Elio Masferrer Kan, Profesor emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Papa Francisco ha afirmado que la iglesia católica no es una ONG, sino “una comunidad de personas que desean compartir con los más necesitados el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado”.
Indudablemente, esto es una declaración correcta. Profesor Kan, sin embargo, no está contento con la posición de “mediar” y “conciliar” del Papa Francisco en el caso de Nicaragua; y, por lo tanto, tiende a apoyar la posición extremista de los “sotanudos” subversivos y la de sus patrocinadores imperialistas.
Profesor Kan se queja de que la iglesia católica sufre “cuando se involucra activamente, donde los católicos están divididos en bandos confrontados,” y el Papa “no puede tener un comportamiento que beneficie a uno en detrimento de otros en temas políticos, que no estén íntimamente ligados con su mensaje de salvación”.
El profesor se lamenta también de que “la estrategia de Francisco” no coincida con las posiciones de las conferencias episcopales históricas de América Latina, ya que tales conferencias están “respaldando a los obispos nicaragüenses confrontados con el gobierno de ese país.” ¡Qué pena con el profesor emérito!
Yo creo que la iglesia católica no puede atacar ni forzar a nadie a que se “salve,” ni siquiera a sus propios sacerdotes y obispos porque ellos tienen libre albedrío como todo ser humano, para decidir lo que deciden. Es por eso que algunos “sotanudos” están en la cárcel hasta por “terroristas.” Compartir el “mensaje de salvación” es suficiente y bastante lo que la iglesia puede hacer.
La cuestión es muy simple, todo ser humano tiene libre albedrío para decidir lo que decide. “Sálvese” quien se quiera “salvar,” y el que no quiera, pues que “no se salve.” Yo creo que Dios, aunque sea “todo amor y bondad,” no está obligado a “salvar” a un “sotanudo” que anda de subversivo y terrorista. ¿Cómo esperan estos “fariseos” que el pontífice los apoye o que piensen que van a entrar en “la puerta estrecha” de Lucas con esa actitud?
Los “silencios” del pontífice no son una aplicación de “la ley del embudo,” como profesor Kan nos quiere hacer creer, sino más bien una actitud moralmente y políticamente consecuente del pontífice con el “mensaje de salvación” de la iglesia.
El llamado del Papa Francisco a las partes involucradas no es una “estrategia” de “ambigüedad,” sino un acto espiritual de compartir o hacer partícipe a los bandos opuestos del “mensaje de salvación” y por eso los insta al “diálogo abierto y sincero”. Los representantes de ambos polos del conflicto tienen libre albedrío para elegir y decidir, pero el pontífice no puede imponerles la “salvación” a la fuerza.
Lo que profesor Kan subestima es el hecho que, mientras el ser humano sea un “animal político” por “naturaleza social y racional,” dicho en el sentido de Aristóteles, siempre será muy difícil, y quizás imposible, separar lo “político” de lo “moral”.
Como dice el filósofo español Carlos Díaz Hernández, lo político es moral y lo moral es político porque ambos conceptos se implican mutuamente. O sea que, el ser humano tiene la facultad de ser un “animal político-moral.” Jorge Mario Bergolio, antes que pontífice es primero que todo un ser humano; y, por lo tanto, también un “animal político-moral,” igual que vosotros, junto conmigo.
“Mediar” y “conciliar” ante las polaridades políticas y sociales del mundo es una posición espiritual moralmente y políticamente digna. El Papa Francisco no puede detener a los “terroristas” que “usan sotana” en Nicaragua de hacer lo que hacen porque ellos también son “animales político-morales”.
Cuando Juan Pablo Segundo, otro “animal político-moral,” apoyó abiertamente la contrarrevolución de Ronald Reagan en Nicaragua en 1983, simplemente tomó el lado político extremista de los imperialistas, adoptando “un comportamiento que benefició a uno en detrimento de otros en temas políticos,” y con ello, hizo un chiste miserable del “mensaje de salvación.” Ese “chiste miserable” no es la estrategia de Francisco, señor Kan.
Los Torquemadas de hoy sueñan con cantos de sirena en un mundo multipolar que ya no tiene marcha atrás. Quieren que el pontífice actúe como un fanático absolutista y extremista contra los hijos e hijas de Rubén Darío, Sandino, Carlos, Tomás, Arlen, Mildred, y todo el pueblo de Nicaragua, noble y generoso. ¡Tremenda miopía político-moral!
Las polaridades políticas y sociales en el mundo no son “irreconciliables” como los dogmas oficiales nos quieren hacer creer. Todos los extremos políticos opuestos se dan sentido mutuamente, y se tocan, y uno no puede existir sin el otro. Existe antimperialismo porque existe imperialismo, y viceversa.
El problema es que, en general, los polos dominantes establecidos son absolutistas e intransigentes y no tienen la voluntad político-moral para el “diálogo abierto y sincero” que propone el Santo Padre. Si esta voluntad político-moral se implementara, se podrían “encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica,” y la armonía social estaría a la vuelta de la esquina.
* Wilfredo Gutiérrez es sociólogo.