Elso Concepción Pérez | Granma
Es mejor andar solo que mal acompañado, podría ser el consejo de algún amigo de Mauricio Macri, el apagado mandatario argentino perdedor en las elecciones primarias recién celebradas.
Y este axioma le viene como anillo al dedo, pues días antes del escrutinio, su vecino que lo admira –el ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro– hasta se comunicó con Donald Trump para pedirle que visitara la Argentina antes de las elecciones de octubre, como una señal de apoyo a Macri.
Para no perder la costumbre, también sugirió una reunión con otras figuras latinoamericanas de derecha –estilo Oea o Grupo de Lima– y la presentación de un paquete de soluciones para evitar lo que llamó el surgimiento de una «nueva Venezuela en América del Sur».
Es tal el temor respecto al ejemplo de la República Bolivariana de Venezuela, que su nombre lo usan Bolsonaro y otros de su estirpe, como comodín en su política de apego a lo que diga Washington.
Tratan de unir esfuerzos estos tres personajes –Trump, Bolsonaro y Macri– para que el próximo 27 de octubre, día de los comicios presidenciales, no se produzca lo que ya ha dado en llamarse «un parto de otra Argentina».
¿A qué teme Bolsonaro cuando pide ayuda a Trump? Será que está poniendo sus «barbas en remojo al ver las de su vecino arder» para cuando le toque a él eso de someterse a escrutinio popular por segunda vez.
Incluso, los despachos de prensa señalan que el resultado de las primarias en Argentina dejó a las autoridades brasileñas perplejas y divididas sobre la actitud que Brasil debía tomar a partir de ahora.
«Mientras el presidente Jair Bolsonaro insiste en el alineamiento firme con el gobierno de Mauricio Macri y en inclinarse ya hacia un enfrentamiento con Alberto Fernández, los militares que integran su gabinete y el titular de la Cámara de Diputados abogan por mantener la cautela y actuar con pragmatismo», aparece reflejado en la prensa carioca esta semana.
Bolsonaro ha sido muy crítico de la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner. Ha censurado sus vínculos –¡qué honor!– con el Gobierno de Caracas de Nicolás Maduro y antes con Hugo Chávez, así como la buena relación que mantenía con los líderes brasileños Lula da Silva y Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT).
Pero hay más: el gobernante brasileño siempre dejó de lado todo protocolo y respaldó la reelección de Macri, aunque algunos consejeros suyos le apuntaban que sus comentarios podrían tener un efecto negativo, debido a la generalizada mala imagen pública que Bolsonaro tiene en Argentina.
Macri, que tras la derrota en las primarias, ahora ha levantado como bandera echar la culpa a «la izquierda» de todo lo malo que sucede en su país, ha concebido una última etapa en su campaña electoral dirigida contra Alberto y Cristina Fernández.
Olvida ciegamente que los años del kirchnerismo fueron el resultado del voto popular y de repudio a aquellas políticas de neoliberalismo puro, que tuvo su mayor exponente en el entonces presidente Carlos Menem.
Macri bien que debió actualizar la situación económica y social a la que ha llevado a su país en estos últimos años de mandatario, antes que buscar en ojos ajenos la telaraña que no dejan ver a los suyos.
Por ejemplo, Argentina se encuentra actualmente en recesión y registró una inflación del 22 % durante el primer semestre del año, una de las tasas más altas del mundo.
La población sufre, entre otras medidas neoliberales, un alza en el precio de los servicios públicos como la electricidad y el gas, que alcanzan una subida acumulada del 1 490 % en el primer caso y de 1 297 % en el segundo.
En tanto, el desempleo aumentó del 7,1 % en el primer trimestre de 2015 al 10,1 en igual periodo del presente año. La pobreza afecta actualmente al 32 % de la población. Según la Universidad Católica de Argentina, la mitad de los niños son pobres y uno de cada diez pasa hambre.
Queda claro que para nada sirvió la solicitud de Macri al FMI, organismo que le adjudicó un préstamo de 56 000 millones de dólares.
Con tal medida, no solo ha endeudado hasta los tuétanos a la nación, sino que ha llevado a la población a una de sus peores crisis y con ello, se ha convertido en uno de los mandatarios más impopulares, quizás empatado o sobrepasando a Carlos Menem.
Y así Macri, con los consejos de Trump y Bolsonaro, pretende reelegirse como presidente. Será el pueblo quien decida.