Stella Calloni
El devastador incendio en la Amazonia es una acción depredatoria de alto nivel: los incendios siempre son producto de la acción del hombre ya sea accidental o premeditadamente. Nadie desconoce los ambiciosos planes para apoderarse de la Amazonia, que figuraban en libros de estudios de EE UU como territorios bajo su control.
A partir de la detención en Chile en 2012 del soldado israelí Rotem Singer, por el incendio en el Parque Nacional de Torres del Paine, reserva de la biósfera en la Patagonia chilena, este tipo de hechos está bajo sospecha. A partir de entonces se determinó que los incendios asolaron al sur de Chile y de Argentina han sido iniciados por manos siniestras, lo cual es terrorismo ambiental.
Que Bolsonaro sostenga que su país no puede hacer frente a esta situación resulta increíble. «El Amazonas es más grande que Europa, ¿cómo se van a controlar los incendios en esta área?», dijo. Pero acusó a la oposición y ONG que dejaron de recibir dinero de Alemania y Noruega y «como están desempleados quieren derrotarme».
Otra de sus hipótesis es que pueden ser «los agricultores o los indios», y también aludió a los ganaderos, que conforman grupos de elite de la derecha que lo apoya.
Pretender acusar a los pobladores indígenas, a los que persigue desde su llegada al poder, es otra evidencia de su política de sembrador de odio.
Los pueblos originarios amazónicos son los mejores cuidadores de sus tierras y la naturaleza. Los discursos de dirigentes indígenas mujeres en el Congreso de Brasil han sido contundentes, desesperados, y muy claros en cuanto a la amenaza por el ingreso de las grandes mineras y otras empresas que terminarán acabando con sus vidas y con el pulmón del mundo.
La reacción de dirigentes mundiales muestra inmenso egoísmo porque sólo hablan del daño para sus países y en ningún momento de los miles de seres vivos, hombres, animales, pájaros que aseguran la biodiversidad.
La respuesta de Bolsonaro no se compara con lo actuado por el presidente de Bolivia Evo Morales, que ante el primer incendio nombró de inmediato un Comité de Crisis y puso todos los medios disponibles a trabajar.
La ONG Open Democracy –con apoyo de George Soros– dice haber accedido «a documentos internos del gobierno de Bolsonaro que demuestran un proyecto para echar por tierra los planes de conservación y avanzar en la explotación del Amazonas».
Según este informe, el gobierno de Bolsonaro utiliza el discurso de odio para «disminuir el poder de las minorías que viven en la región» y de esa manera desarrollar sus «proyectos depredadores» y cita al llamado «Triple A» (Andes, Amazonas, Atlántico), un corredor ecológico con 135 millones de hectáreas de bosque tropical que uniría los Andes con el Atlántico pasando por el Amazonas.
Un trabajo publicado por Hispan TV analiza la gran amenaza que significan los centros biológicos de EE UU, que se están instalando estratégicamente junto con bases militares, como en Colombia. Se menciona que esos laboratorios se relacionan «con el control de la Amazonia como una de las proyecciones geopolíticas del Pentágono, para lo cual Brasil y Colombia resultan dos centros neurálgicos en la realización de sus intereses».