Tillerson y su desmesurada búsqueda en América Latina

Seguir la ruta del petróleo. Esa es quizá la mejor guía para comprender los planes del secretario de Estado, Rex Tillerson, en su mediatizada gira por América Latina.

Antiguo director de la multinacional Exxon Mobil, Tillerson pasó más de cuatro décadas de su vida viendo el mundo a través del prisma del oro negro. Poco ha cambiado desde que llegó a Washington de la mano del magnate neoyorquino Donald Trump y sin experiencia previa en cargos públicos.

La nueva estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, publicada en diciembre del año pasado, establece entre sus prioridades el «Dominio Energético».

La nueva gerencia de la Casa Blanca se imagina a EEUU en 2040 como principal productor de hidrocarburos del mundo y líder de una red energética desde Canadá hasta Chile. Así lo dijo Tillerson el pasado jueves en la Universidad de Texas, en Austin.

Pero tienen un obstáculo en el camino: Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de petróleo del planeta y donde se lleva a cabo una revolución bolivariana.

En Austin, poco antes de partir hacia América Latina, el Secretario de Estado detalló sus objetivos. Dijo que era hora de que los países de la región se posicionaran claramente a favor del derrocamiento del Gobierno venezolano, electo democráticamente, e incluso llamó al Ejército de ese país a rebelarse contra sus autoridades constitucionales.

Tillerson tiene guardada una espina contra Caracas desde su época en Exxon Mobil. Cuando Chávez renacionalizó la industria petrolera en el 2007, su compañía rechazó las condiciones de indemnización por sus contratos en el Cerro Negro, en la cuenca del Orinoco. Todavía se mantiene la draconiana demanda de 1,400 millones de dólares en pagos por las supuestas pérdidas.

Ahora, desde el Departamento de Estado, parece decidido a cobrar venganza.

Durante una conferencia de prensa en Argentina, su segunda parada latinoamericana después de México, Tillerson dejó abierta la posibilidad de un bloqueo petrolero contra Caracas, cuyas consecuencias se harían sentir no solo en Venezuela, sino en el mercado internacional.

Pero, si bien Estados Unidos es el mayor comprador individual de petróleo venezolano con unos 800,000 barriles diarios, las cifras disponibles del año 2016 ilustran que Caracas dirige a Asia más de la mitad de sus exportaciones totales de hidrocarburos.

Esa tendencia no es exclusiva de la nación andina. China ya es el primer mercado de destino de las exportaciones de Brasil y Chile, y el segundo de países como Perú, Cuba y Costa Rica.

El giro geopolítico hacia otros actores emergentes como el gigante asiático y Rusia le quita el sueño a Washington. No por gusto Tillerson desempolvó la Doctrina Monroe del siglo XIX y dijo que América Latina no necesitaba «nuevos poderes imperiales».

Se podría estar de acuerdo con esa afirmación si no implicara, como lo hace, la aceptación del poder imperial estadounidense.

El Secretario de Estado llegó este lunes a Perú, donde permanecerá dos días, luego partirá a Jamaica. Entre sus planes está la coordinación de la participación de Estados Unidos en la VIII Cumbre de las Américas, que se celebrará en abril en Lima.

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