Tras 200 años de doctrina Monroe, América Latina lucha por su autonomía

 

* «En la comprensión de los estrategas norteamericanos, especialmente de Nicholas John Spykman [1893-1943], al sur del Río Grande, en esta América católica y mestiza subdesarrollada, no podría surgir ninguna gran potencia».

Establecida dos siglos atrás, la doctrina Monroe demarcó a la región latinoamericana como una esfera de influencia política y económica de Estados Unidos. Hoy, con un mundo cada vez más multipolar, ¿es posible decir que este escenario ha sido superado?

América Latina, dicen los analistas entrevistados por Sputnik, ha sido esencial para la estrategia de poder de Washington, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el país angloparlante comenzó a querer posicionarse como la nación que dictaminara los destinos del resto del planeta.

Desde entonces, gran parte de la relación entre Estados Unidos y el resto del continente se ha basado en una doctrina anticuada, creada hace dos siglos.

En 1823, Estados Unidos, entonces bajo el Gobierno del presidente James Monroe, estableció una directiva de política exterior que tenía la intención declarada de impedir la influencia de las potencias europeas en el continente americano. En la práctica, fue con base en esta doctrina que, en los siglos XIX y XX, Estados Unidos llevó a cabo una serie de intervenciones en otros países de la región, en un esfuerzo continuo por garantizar su hegemonía.

Para el profesor de relaciones internacionales Williams Gonsalves, de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), aún hoy Washington necesita ejercer dominio sobre América Latina, ya que esa es la «condición de posibilidad básica para que Estados Unidos sea la potencia hegemónica».

«En la comprensión de los estrategas norteamericanos, especialmente de Nicholas John Spykman [1893-1943], al sur del Río Grande, en esta América católica y mestiza subdesarrollada, no podría surgir ninguna gran potencia», evalúa.

«En otras palabras, era inaceptable que surgiera un Estado en América Latina con la intención de convertirse en una gran potencia. Por eso, Estados Unidos siempre ha saboteado todos los procesos de desarrollo y, principalmente, la integración regional», agrega.

El también docente en internacionalismo Marcos Cordeiro Pires, de la Universidad Estatal Paulista, explica que la región no solo es fundamental para la seguridad estadounidense, sino que es también el ámbito en que los valores y la estructura política y cultural norteamericanos están más arraigados.
Hoy, subraya, la presencia china ofrece algún contrapunto, «pero desde el punto de vista político, militar y cultural, Estados Unidos es indiscutible en América Latina. Aunque el exsecretario de Estado John Kerry afirmó en 2013 que la doctrina Monroe estaba obsoleta, hoy sigue siendo muy activa».

¿Qué países se oponen a la hegemonía estadounidense?

Históricamente, el mayor opositor al poder de Estados Unidos fue la Unión Soviética, seguida hoy por Rusia y China, además del Movimiento de Países No Alineados, que buscaba una tercera vía de desarrollo económico e independencia política.

Sin embargo, en el mundo actual, que es cada vez más multipolar, existen mayores oportunidades de resistencia y mayor poder de negociación para el sur global, frente a la hegemonía estadounidense.

Entre ellos, Pires señala a los BRICS —Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica—, que «amplifican la voz de los países en desarrollo» y lideran el movimiento para desdolarizar los mercados. «El comercio basado en monedas locales (es) la primera fase de un proceso a largo plazo (…) que apunta a un futuro en el que los países del sur global tendrán un papel cada vez mayor».

Los analistas, sin embargo, destacan la existencia de naciones en América Latina que se oponen desde hace décadas a la influencia norteamericana, como Cuba, «que resiste un bloqueo económico que cumplirá 61 años», detalla Pires.

«Estados Unidos nunca ha admitido la posibilidad de que un país de su periferia pueda ser autónomo y orgulloso, como lo es el pueblo cubano», declara.

Otros ejemplos citados fueron Venezuela, Bolivia y Nicaragua, que tienen una fuerte tradición antinorteamericana debido a que «experimentaron todo el peso de la preponderancia de Estados Unidos y sus intervenciones militares, con las acciones de la CIA (sigla en inglés de Agencia Central de Inteligencia)», explica Gonsalves.

«Pueden incluso votar juntos sobre las decisiones de la ONU», subraya Pires, «pero no tienen el peso político y militar para oponerse a los Estados Unidos. De hecho, la mayoría de las dificultades económicas que enfrentan surgen de las presiones y sanciones impuestas por Washington».

¿Cuál es la posición de Brasil en el mundo multipolar?

«Cuando hablamos de un mundo multipolar, tomamos en cuenta que debe haber un polo de poder en América del Sur», analiza Gonsalves. En este punto, el candidato evidente es Brasil, «que tiene todos los elementos básicos para ejercer este liderazgo», como una gran población, unidad territorial, unidad lingüística y el mayor parque industrial del hemisferio sur.

«Brasil no sólo puede, sino que tiene la obligación de afirmarse como líder en nuestra región», afirma el especialista.

Sin embargo, matiza, el gigante sudamericano carece de un «proyecto nacional» para ejercer este liderazgo regional y establecer una «política de autonomía», dependiendo este objetivo y sus medios del gobierno de turno.

Este diagnóstico, alerta Gonsalves, no aplica nada más para Brasil, sino para toda América Latina. Para mantener su poder sobre América Latina, señala, Estados Unidos se basó en alianzas con élites locales que, a su vez, sienten una «fascinación» por la nación anglófona, afirma.

«Esta hegemonía de EEUU en la región se logró históricamente mediante la servidumbre voluntaria de las oligarquías latinoamericanas que, para mantener su poder y detener todos y cada uno de los movimientos de reforma social, dependían de Washington», acusa.

Por eso, advierte Gonsalves, Brasil es uno de los países cuyas élites más se adhieren a las posiciones norteamericanas.

Fuerzas Armadas: un caso de subordinación internacional

Para el analista, el caso más claro de subordinación brasileña a Estados Unidos está en las Fuerzas Armadas.

A pesar de los esfuerzos multipolaristas del actual presidente, Luiz Inacio Lula da Silva, el Ejército de su país todavía está estrechamente alineado con Washington y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), observa el experto.

«Mientras el presidente Lula viaja por el mundo y habla en los foros internacionales más importantes y toma posiciones muy interesantes», afirma, «los militares brasileños siguen haciendo compras en Estados Unidos y realizando ejercicios militares» en ese país.

En opinión de Gonsalves, ese es el principal obstáculo para el papel de liderazgo regional brasileño. «No podemos ser un polo de poder con unas Fuerzas Armadas que no se ven autónomas y solo pueden posicionarse como subordinadas a Estados Unidos. La condición de polo de poder presupone la independencia militar», afirma el profesor.

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